"Pekín", afirma Kadeer dibujando un relato con sus manos que no deja probar bocado, "me apoyó hasta que creció nuestro activismo". El Gobierno cerró la organización y su cooperación política con el Partido Comunista decayó hasta su encarcelamiento en agosto de 1999, poco antes de una reunión con una delegación estadounidense para hablar de derechos humanos. Nunca se celebró.
A esa prisión en la que estuvo más de cinco años le recuerda -sonríe por la anécdota- una de las imágenes inmortalizadas por el fotógrafo a través de la cristalera de la cafetería. "No fue fácil la cárcel, pero nunca me arrepentí", aclara tras un tímido sorbo de té. La presión de Occidente y de una ONG como Amnistía Internacional, que la adoptó como presa de conciencia, abrió las puertas del penal. Con condiciones:
"Me dieron dos posibilidades: morir entre rejas o dejarme grabar en vídeo criticando el separatismo uigur para obtener mi liberación". Con una sorna aniñada, Kadeer reconoce que, en cuanto puso el pie en Chicago y volvió a hablar, Pekín colgó el vídeo en YouTube." (REBIYA KADEER : "Tuve que escoger: morir entre rejas o criticar a los míos". El País, ed. Galicia, última, 15/05/2010)
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