"José Andrés y Manso (Pepe Manso)... Procedía de una familia humilde, su padre era zapatero remendón. En
1925, siendo catedrático de gramática y literatura castellana en la
Escuela Normal de Maestros publicó “Castilla: leyendas y poesías”.
Estudió con becas Magisterio y Derecho en la Universidad de Salamanca.
Desde joven centró su actividad política en la defensa de los intereses
de los trabajadores, sobre todo los del campo. (...)
En las elecciones del 14 de febrero de 1936 salió elegido diputado. (...)
El 19 de julio de 1936 fue detenido por
los militares sublevados e ingresado en la prisión provincial a
disposición del comandante militar, general Manuel García Álvarez. El
día 28, fue sacado de la cárcel junto al alcalde Republicano de
Salamanca Casto Prieto Carrasco
y Julio Barbero, directivo de la Casa del Pueblo de Salamanca, y
entregados a un piquete que acudió a recogerlos en virtud de una orden
escrita del comandante militar de Salamanca, general Manuel García
Álvarez, con la excusa de conducirlos a disposición del capitán general
de la VII División Orgánica, general Andrés Saliquet Zumeta en la
prisión provincial de Valladolid.
Fueron salvajemente torturados, siendo
arrastrados atados a una camioneta durante varios kilómetros hasta La
Orbada, donde fueron cruelmente asesinados: Julio Barbero fue
decapitado, Casto Prieto Carrasco asesinado a tiros y José Andrés Manso
ajusticiado con un estoque. Sus cadáveres quedaron abandonados en la
cuneta de la carretera en el punto kilométrico 89,9 de la carretera de
Valladolid a Salamanca el 29 de julio, donde fueron encontrados, siendo
enterrados allí mismo al amanecer por varios campesinos de La Orbada.
El asesinato de los presos políticos de
la prisión provincial era organizado desde la comandancia militar y el
gobierno civil, tras el hallazgo de los cadáveres no se siguió
investigación alguna. Al contrario, el 6 de agosto de 1936, el general
Mola emitió una orden por la cual todos los cadáveres encontrados en los
campos y caminos, con signos de muerte violenta, miles en todo el
territorio controlado por Mola, debían ser enterrados sin más
averiguaciones, como producto de “hechos de guerra” o “enfrentamiento
con la fuerza pública.” La legalización del asesinato, en definitiva,
pero también la ocultación de la represión. (...)" (Tulio Riomesta, 24/11/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario