"El exmilitar volvió al lugar de los hechos, en esta ocasión
acompañado de funcionarios de la Jurisdicción Especial para la Paz
(JEP), el tribunal colombiano encargado de investigar y juzgar las
atrocidades del conflicto armado. El crimen fue perpetrado por miembros
de las Fuerzas Armadas a mediados de la pasada década y es el último
capítulo de un sistema de incentivos perversos por el que fueron
asesinadas miles de personas.
Ejecuciones extrajudiciales de civiles,
conocidas como falsos positivos, presentados después por las
autoridades como guerrilleros caídos en combate a cambio de algún
beneficio. Adriana Arboleda, hoy portavoz del Movimiento Nacional de
Víctimas de Crímenes del Estado, estuvo en las diligencias que llevaron
hasta el cementerio de Dabeiba, en el departamento de Antioquia, donde
la JEP localizó una fosa común con al menos 50 cuerpos.
"Cuando este militar daba la declaración me asombró el detalle y la
perfección de cómo desarrollaban esos crímenes. Era el encargado de
borrar todas las pruebas, garantizar que no hubiera ningún indicio",
relata Arboleda a EL PAÍS. Al uniformado, agrega, le llamaba el
comandante del batallón para darle instrucciones. "Es decir, esto no se
trató de unos soldados locos que hacían estas cosas, había una
directriz". Y el peso de la cadena de mando, junto a la tensión generada
por la guerra con las FARC, relajó de alguna manera la fiscalización
social.
"Lo que está pasando en Dabeiba representa una esperanza, porque ha
habido poca disponibilidad y poca voluntad política. No son casos
nuevos, por desgracia, de hecho la Fiscalía general ya tenía
conocimiento [de ellos]. Es importante que esto salga a la luz pública y
demuestre la magnitud de la violencia del Estado en este país",
continúa la portavoz del movimiento. "Para que no nos quedemos a mitad
de camino, es necesario que la investigación continúe".
El operativo puesto en marcha en los últimos meses por la JEP, la
Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y el Instituto de
Medicina Legal no tiene precedentes en Colombia. En opinión de Arboleda
"los procedimientos han sido hasta ahora muy arbitrarios y no han
obedecido planes de búsqueda". "No tenemos registro total de víctimas",
lamenta. "Apenas es un inicio muy pequeño". Sin embargo, algo se está
moviendo en la sociedad colombiana y hoy, con las FARC desmovilizadas,
es más viable un mayor control de las Fuerzas Armadas.
"La imagen de
los militares es la de héroes de la patria. Había una propaganda muy
grande", asegura. "Pero es fundamental que la sociedad colombiana
entienda que estos son crímenes atroces. No podemos tener una doctrina
militar basada en la violación de los derechos humanos". Y en eso reside
su esperanza, "en la medida de que haya una ciudadanía más crítica, más
vigilante, más veedora". (El País, 18/12/19)
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