"(...) Los personajes de No matarían ni una mosca dice usted que son gente normal y corriente que se aburre soberanamente en los juicios de La Haya.
Sí, se
aburren mucho. Se sacan los mocos. Hacen dibujos para echar el rato. Con
este libro tuve la necesidad de ilustrar que se trataba de gente
corriente, porque siempre estamos diciendo que son monstruos y a mí no
me gusta llamarlos así. Estoy en contra de eso. Me parece que es una
defensa para decir que no somos como ellos, que no son seres humanos. Y
no, queridos míos.
Ellos sí que son seres humanos. Son los seres humanos
más corrientes que existen. He ido a los juicios y lo que me encontré
fue un taxista, un maestro, un policía… Gente que no solo viola, también
asesina.
Christopher Browning, un historiador estadounidense, ha hecho una investigación que me afectó mucho. Es un libro que se llama Ordinary Men.
Trata de los voluntarios alemanes al principio de la II Guerra Mundial.
Analizaba a todos; su profesión, su edad, etcétera… De todos los que
fueron a Polonia, unos cinco mil, solo dos rechazaron participar en
asesinatos masivos. Mataron mujeres, niños, fusilaron.
A las dos
personas que se negaron a hacerlo, no les pasó nada. No les castigaron.
No tuvo consecuencias, sin embargo, a pesar de que no pasaba nada, la
inmensa mayoría siguió matando. Era una cuestión de conformismo, de
querer ser como los demás. Como todos. De demostrar que no eres
distinto.
Mi
conclusión, después de haber escrito este libro, es que nunca sabemos de
lo que somos capaces. Yo, personalmente, Slavenka Drakulić, o tú, Jelena Arsić, no sabemos lo que somos capaces de hacer hasta que nos encontramos en una situación así.
Este
tipo de libros son necesarios para pensar de antemano en estas
situaciones. ¿Y cómo hacerlo? Es algo que intenté explicarles a los
suecos. Ahora en Europa hay una histeria antiinmigrantes. Les
preguntaba: «¿Vais a dejar de relacionaros con ellos, de comprar en sus
tiendas? ¿Vais a ir solo a supermercados?». Esos gestos cotidianos son
los que nos definen. Hay que concienciarse ahí, en el día a día. (...)" (Slavenka Drakulić , El País, Jot Down)
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