Julio Vázquez Gutiérrez posa con su uniforme de miliciano en el verano de 1936
"Es difícil saber cuánto se
oculta detrás de una fotografía, incluso de aquellas que de un vistazo
nos trasladan a momentos tan precisos e intensos de la memoria colectiva
como fue el inicio de la Guerra Civil.
Julio Vázquez Gutiérrez (24 de
mayo de 1917, Obregón, Cantabria), posa con su uniforme de miliciano.
Estamos en el verano de 1936, el golpe militar se ha producido y el
Gobierno ha hecho un llamamiento al pueblo para que tome las armas en
defensa de la República.
Lleva su mono de
trabajo y las alpargatas de cáñamo como todos los días, pero hoy de su
pecho cuelgan los correajes y un casco le protege la cabeza. El máuser
descansa en su mano con la bayoneta calada, mientras del cincho cuelgan
la funda y la pistola que le acaban de entregar. En pocos meses cumplirá
19 años.
Al observarle detenidamente no veo la mirada pícara que tenía
en 1995 cuando le entrevisté, quizá la aprehendió en su trasiego por la
historia.
La fotografía sólo nos devuelve una instantánea
de su vida. Hemos de intuir que ya había participado en la huelga de
octubre de 1934, o en las recientes elecciones para evitar que los
caciques intimidaran a los votantes. El camino que ahora inicia le
llevará con el batallón 103 al cerco de Oviedo y al frente de Reinosa.
Se formó para ser tanquista y estuvo peleando hasta la caída del Frente
Norte. Embarcó a Francia y desde allí hasta Barcelona. Otra vez al
frente como tanquista a Teruel, al Ebro y a la retirada de Cataluña.
Aquí empieza otra historia, la de los campos de concentración en
Francia y las Compañías de Trabajadores Extranjeros, hasta que se
produjo la caída del Régimen de Vichy, en que se fuga del Campo de
Argelès-sur-mer para incorporarse a los Maquisard.
A los pocos meses fue
detenido por la policía española que operaba en el sur de Francia de la
mano de las tropas alemanas. Fue torturado por primera vez, aunque no
la última, y trasladado a Barcelona para integrarse en el sistema
penitenciario franquista.
Por una amistad de
su tía que estaba sirviendo en Barcelona fue trasladado al campo de
trabajadores de Cerro Muriano en Córdoba y licenciado en 1944.
Convaleciente de tifus llegó a su pueblo, Obregón. Para sorpresa suya,
las autoridades locales no le represaliaron, estaban demasiado
preocupadas por el futuro del Régimen si finalmente los aliados ganaban
la Guerra Mundial.
Su historia no acabó
aquí, empezó a colaborar con las Juventudes Socialistas Unificadas, el
PCE y tomó contacto con los del monte. La caída de la Agrupación
Guerrillera de Santander en 1945 lo llevó de nuevo a prisión. Al salir
en 1953 mantuvo su compromiso político, participando activamente en la
organización del movimiento obrero en Nueva Montaña Quijano. La huelga
de la factoría en 1968 le volvió a retener en prisión hasta bien
entrados los años setenta.
Por fin en la
calle, retomó la militancia en el Partido Comunista de España. La
frustración de las expectativas electorales de la transición, las crisis
internas del partido, el poco tiempo dedicado a su vida personal, no
lograron amargarle.
En 1995, cuando yo le conocí, trasmitía la energía
de quien se siente protagonista y sabe que el juicio de la historia le
será favorable. Escrutaba en los ojos de sus interlocutores buscando
encender la revolución que estaba por venir." (eldiario.es, 03/07/16)
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