"La ruta 'Vestigios de la Guerra Civil en
Jaén' recupera, a través del historiador Luis Miguel Sánchez Tostado, la
memoria del bombardeo de la ciudad por aviones nazis en 1937. (...)
OBJETIVO: SEMBRAR EL MIEDO
El 1 de abril de 1937, la Legión Cóndor alemana bombardeó sin
piedad la ciudad de Jaén, fiel a la República en aquel momento. Este
golpe inesperado se produciría días antes del famoso bombardeo de
Gernika. El objetivo del bando franquista era sembrar miedo en cualquier
punto de la geografía española de forma indiscriminada.
El ataque se realizó por sorpresa. La ciudad de Jaén no era enclave
militar destacado ni en ella se desarrollaba combate alguno. La población no estaba preparada ni se dio ningún tipo de alarma antes del ataque.
Las estimaciones de víctimas, basadas en los datos procedentes de
registros civiles, libros de cementerios y documentación de la Causa
General, cifran el número de fallecidos en 157 y en varios centenares
los heridos. Resulta escalofriante el dato sobre la edad de
las víctimas: en su mayoría, menores de 18 años. (...)
Sánchez Tostado arranca este paseo con una introducción sobre el bombardeo y los estragos que ocasionó a la población. Un ataque que fue eclipsado por el de Guernica
y por un mutismo que se apoderó de las familias jiennenses y de las
distintas administraciones, que hasta hace muy poco no mostraron interés
alguno en tratar uno de los periodos más amargos del siglo XX.
Para una
de las participantes en estos itinerarios, Sara Martínez, “el miedo se
coló por las rendijas de las ventanas de los jiennenses que prefirieron
no airear el asunto de puertas afuera”.
UNA INVESTIGACIÓN RIGUROSA
A este mutismo se enfrentó Sánchez Tostado, que quizás sea de los
pocos escritores jiennenses que se ha atrevido a hurgar en las herida y
fruto de ello es una extensa obra donde ofrece un relato respaldado por
una rigurosa investigación histórica. Este conocimiento de la contienda
lo pone ahora al servicio de los jiennenses con esta ruta guiada con la
que busca rescatar la intrahistoria y darla a conocer. Cada espacio le
sirve al autor para mostrar las cicatrices de un conflicto que aún subyace en la memoria de los más mayores y que los jóvenes ignoran.
Así, desvela las claves sobre el brutal bombardeo de Jaén perpetrado
con total impunidad sobre una ciudad indefensa por el bando fascista
que, dotado con aviones alemanes, atacó indiscriminadamente a la
población de una sola pasada ocasionando 157 muertos,
sobre todo mujeres y niños que en esos momentos se encontraban en la
calle.
“El ataque causó más víctimas que el de Guernica, si tenemos en
cuenta además que Jaén no era objetivo militar. Desde el inicio mismo de
la contienda civil esta ciudad se convirtió en el punto de destino de miles de refugiados y evacuados
procedentes de poblaciones próximas al frente de batalla”, sentencia,
no sin recordar que Jaén no contaba con defensas antiaéreas ni
fortificaciones. (...)
Durante el recorrido, recuerda la existencia de una población reclusa de
la cárcel-catedral, o los “trenes de la muerte”, donde dos expediciones
de presos derechistas fueron trasladados de Jaén a Madrid los días 11 y
12 de agosto de 1936. Cerca de 200 murieron a su llegada a Vallecas. (...)
Sánchez Tostado relata la dureza de la represión franquista una vez
finalizada la contienda y recuerda que en 1940, inutilizada ya la
Iglesia Catedral de Jaén como prisión militar, los conventos de Santa
Clara y Santa Úrsula se transformaron en cárceles.
“Tras sus muros de
piedra, señala, se custodiaron durante varios años a aquellos reclusos
que fue imposible alojar en la Prisión Provincial. Esta última conoció
entonces el mayor hacinamiento de su historia: una masa de 4.000 hombres recluidos en un centro diseñado sólo para 80”.
El dolor pues no concluyó con el fin de la contienda. España se
vistió de luto, llegaron las cartillas de racionamiento, el estraperlo,
la misa diaria, la censura, el pudor moral, el fundamentalismo católico,
el sometimiento y la humillación impenitente, el exilio y la
emigración, y así hasta la implantación hegemónica de un régimen
dictatorial que se prolongó cuarenta años.
Como bien dice Luis Miguel
Sánchez Tostado en su libro Víctimas. Jaén en guerra (1936-1950) “ya ya va siendo hora de arrojar un poco de luz a tanto silencio, despojarse del miedo y apostar por su conocimiento para que no se repitan en nuestra historia momentos tan trágicos”. (andaluces.diario.es, 02/05/16)
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