8/1/16

Había curas con pistola al cinto dando tiros de gracia, revelando secretos de confesión para que asesinaran a gente.

 
 Falangistas en la plaza de Santa Ana de Las Pamas de Gran Canaria (©FEDAC) 

"(...) ¿Cómo recuerdas esas conversaciones en casa? ¿Se hablaba sin reservas, de forma abierta?  

En mi familia había mucho dolor. Mi abuelo Juan 'el comunista', mi tía Rosa García, que también pertenecía al Frente Popular y que fue violada por varios falangistas... Había mucho miedo. 

Mi abuela Frasquita, la mujer de Juan, no quería que me contaran nada, que se transmitiera, por el terror que sentía. Mi abuela Dolores sí me trasladó su sufrimiento, vio cómo mataban a su bebé y luego, a los pocos meses, cómo fusilaban a su marido y la dejaban sola con tres hijos, sin trabajo y sin medios. 

Tuvo que estar mendigando para darles de comer. No le daban trabajo porque estaba estigmatizada por ser la mujer de un comunista asesinado. Todo ese dolor inevitablemente se fue transmitiendo y a mí me llegó, igual que a otros familiares.  (...)

¿Te has topado con un muro de silencio en esa búsqueda de la verdad?
Ha sido muy difícil. Muchas personas aún hoy siguen sin querer hablar. Algunos se fueron a la tumba sin hablar cuando sufrieron directamente la represión, estuvieron encarcelados o les asesinaron a familiares. Las entrevistas se han hecho con mucho cariño, con mucho amor y sin ningún planteamiento de venganza. 

Algunos han querido guardar el anonimato, otros no. Aunque no ha sido fácil, al final la gente habla, porque es una herida abierta que seguimos teniendo en Canarias. Te lo dicen en voz baja, mirando para los lados, no sea que alguien le esté escuchando o se entere el vecino de al lado, que tiene vínculo con el PP o con partidos que siguen defendiendo el franquismo. Sigue existiendo ese terror. (...)

¿Qué caracterizó a la represión en las Islas? ¿Por qué fue tan brutal?
Fue una represión ideológica, a quienes defendían la democracia y la legalidad constitucional. La oligarquía canaria, la patronal, gente rica de Canarias y también ingleses, y la iglesia católica orquestaron una represión basada en el odio y en exterminar a lo mejor de nuestro pueblo, a la gente más concien ci ada. Meses antes del golpe de Estado se hicieron listas negras, estaba todo preparado. Hubo curas que revelaron secretos de confesión.  (...)

Canarias se convirtió en un laberinto de terror, no había forma de escapar. La condición insular marca. No hubo guerra, pero sí un genocidio que se llevó por delante a 5.000 personas.  (...)

La oligarquía canaria, la Iglesia católica, la Falange, Acción Ciudadana y los militares hicieron un verdadero genocidio en Canarias. 

Una de las imágenes más simbólicas del libro es la que describe a un capellán con sotana y pistola al cinto. ¿Qué papel desempeñó la iglesia católica en este periodo?

La Iglesia católica participó y fue parte activa del golpe de Estado franquista, de la represión y de los asesinatos en Canarias y en toda España. Participó y no ha pedido perdón, al menos la Iglesia canaria. 

Había curas con pistola al cinto dando tiros de gracia, dando la extremaunción y asesinando, revelando secretos de confesión para que asesinaran a gente. Hubo una participación activa de la Iglesia como institución en el genocidio franquista, con excepciones puntuales de curas que defendieron la libertad y la democracia.

Los mismos que mataron a mis padres son los que ahora te roban la casa”. Lo dice la protagonista de la primera historia. Lo cierto es que en el libro figuran apellidos ilustres, muy conocidos en la isla (Del Castillo, De Lugo, Manrique de Lara, Fuentes, Bonny, Leacock...)

Muchos políticos que están ocupando ahora puestos de diputados, concejales o alcaldes son herederos de los asesinos. Y hay que decirlo claramente porque es la realidad. 

Muchos jueces son herederos de los asesinos y te cierran la puerta para abrir una fosa común diciendo que los crímenes de lesa humanidad prescribieron, cuando eso jamás prescribe en la legislación internacional de derechos humanos.  (...)

Hay que saber los nombres de los que cometieron barbaridades, violaciones de derechos y asesinatos. Hay que dignificar a las familias y no se trata de dinero, como dice (Rafael) Hernando (PP). 

Aquí no se busca dinero, se busca justicia, que se puedan sacar los restos de un familiar de una fosa y se puedan enterrar dignamente, que quienes fueron asesinados tengan sus monumentos, sus placas, que sus nombres figuren como personas que lucharon y dieron su vida por la libertad. (...)"                 (Entrevista a Francisco González Tejera, - eldiario.es, 25/12/2015)

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