12/6/15

Durante muchos años han visto pasar a los asesinos, y es probable que hayan dado posada a ellos y a sus descendientes

"(…) Juan García, nombre de corrido y el dueño del Santa Bárbara, invita a comer… En un momento dado, tipo Cruyff, comunica que a su abuelo lo mataron en la guerra civil. Era arriero y vivía en Almonaster, y lo mataron como él lo cuenta ahora. Un momento dado y cosas. Sus huesos están en una fosa cercana y localizada, próxima al pueblo. El hijo nunca quiso removerlos y el nieto tampoco. 

El hijo del arriero levantó Casa García, el hotel madre, y el hijo sigue con él. Durante muchos años han visto pasar a los asesinos, y es probable que hayan dado posada a ellos y a sus descendientes. 

Lo impresionante del relato de Juan García no son, por desgracia, los huesos del arriero, sino el aire de inexorabilidad con que ha aludido a su fusilamiento. Por supuesto no ha sido Juan García el que ha traído el tema. 

Su socio estaba explicando algo sobre Barrancos, un pueblo portugués de la zona de las Contiendas donde se escondían los españoles perseguidos, y fue entonces cuando se vio obligado a introducir una cuña leve. Como en otros casos no hay mayores referencias al signo ideológico de los asesinos. Debió de existir, pero ya se ha olvidado. 

Respecto a ciertos asesinatos civiles el tiempo está desprendiendo la costra ideológica. Pero no hay que hacerse ilusiones. Lo que queda es peor. La carne viva del odio vecinal, administrativo, del siguiente en el escalafón. Un momento dado y cosas. La resignación de Juan Gacía tiene también un punto rural. El granizo del 36.”

 (Diarios. Blog de Arcadi Espada, 30-08-07:   http://www.arcadi.espasa.com/mt-static/2007/08/30_de_agosto.html )

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