"Con
su respuesta dejó estupefacta a su entrevistadora. Le había preguntado
si el medio millón de niños que habían muerto a causa del bloqueo
decidido por los Estados Unidos contra Irak desde 1990 (y convalidado, a
su pedido, por el Consejo de Seguridad de la ONU) había sido un precio
justo a pagar, si este terrible genocidio infantil había “valido la
pena.”
La pregunta que en 1996 le hiciera Leslie Stahl, conductora del
Programa “60 Minutos” a la por entonces embajadora de Estados Unidos
ante la ONU durante el primer turno de la Administración Clinton, decía
textualmente:
“Hemos oído que medio millón de niños han muerto. Quiero
decir: esto es más que los niños que murieron en Hiroshima. … ¿Valía la
pena pagar este precio?” Sí, dijo Madelein Albright sin hesitar, pues de
ella se trataba: “nosotros creemos que valió la pena”.
El “nosotros”
aludía a su jefe, Bill Clinton, su gabinete, los congresistas que
apoyaron la agresión y, por supuesto, ella misma. Lo dijo sin inmutarse,
sin que ese perverso holocausto dibujara siquiera fugazmente una huella
de compasión o arrepentimiento en las duras facciones de su rostro. Un
atroz crimen de guerra había “valido la pena” para este siniestro
personaje.
Y muchos más crímenes se perpetrarían en los siete años
siguientes, durante el segundo mandato de Bill Clinton –y con ella como
Secretaria de Estado- y por George W. Bush hasta la invasión y
destrucción producida en 2003 del país que muchos historiadores,
arqueólogos y antropólogos no vacilan en caracterizar como una de las
fuentes de nuestra civilización. (...)
Una
persona cuya inescrupulosidad fue templada durante los ocho años de la
Administración Clinton, cuando siendo Secretaria de Estado defendió los
bombardeos indiscriminados sobre Afganistán y Sudán en 1998 y, al año
siguiente, justificó la intervención de Estados Unidos para destruir a
la antigua Yugoslavia propiciando el bombardeo que durante dos meses
devastó a ese país.
Esta decisión, instrumentada por la OTAN bajo el
liderazgo de Washington fue llevada a cabo en flagrante violación de la
Carta de las Naciones Unidas y sin contar con la imprescindible
aprobación del Consejo de Seguridad de esa organización, cuestiones
estas que fueron desdeñosamente ignoradas por la Sra. Albright.
La
intrusión de los Estados Unidos junto a sus lacayos europeos en los
Balcanes desencadenó –tal como luego ocurriría en Libia y ahora en
Siria- una de las guerras civiles más sangrientas que se tenga memoria,
en ocasión de la cual se produjo “por error” el bombardeo de la embajada
de la República Popular China en Belgrado.
Súmesele a todo lo anterior
el protagonismo de Albright en el mantenimiento del bloqueo y los
periódicos bombardeos sobre Irak; el velado apoyo del gobierno
norteamericano a la operación “Hermanos al Rescate”, una provocación
montada por la mafia anticastrista de Miami y que culminó con el
endurecimiento del bloqueo contra Cuba y la sanción de la infame Ley
Helms-Burton; y, por último, el golpe de estado en Haití y la imposición
de un gobierno, el de Jean-Bertrand Aristide, con la condición de que
ejecutara el programa económico dictado por la Casa Blanca (...)" (Atilio Borón, Alainet, en Jaque al neoliberalismo, 22/09/2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario