"La autoridad de transporte de Boston ha aprobado una campaña 
publicitaria que consiste en la colocación de peculiares anuncios en el 
metro.
En un anuncio se ve a una niña con la leyenda: “Violencia. 
Desde septiembre de 2000 el ejército israelí ha matado a un niño 
palestino cada cuatro días, usando dólares de los impuestos de Estados 
Unidos. Termina con el apoyo de Estados Unidos al apartheid israelí”.
En
 otro anuncio se ve el muro y alambradas delante de un asentamiento 
judío en los territorios ocupados con la leyenda: “Robado. Israel ha 
construido 150 localidades solo para judíos dentro de Palestina, usando 
dólares de los impuestos de Estados Unidos. ¿Quiere Israel paz…o 
tierra?”
En un tercer anuncio se ve una excavadora americana 
destruyendo una casa palestina con la leyenda: “Sin techo. Israel ha 
destruido 25.000 viviendas palestinas dejando sin techo a millares de 
familias palestinas, usando dólares de los impuestos de Estados Unidos. 
¿Quiere Israel paz…o tierra?”
La iniciativa ha surgido de una 
oenegé llamada ‘Anuncios contra el apartheid’, de la que también forman 
parte ciudadanos americanos judíos; ahora bien, este tipo de iniciativas
 particulares carecen de fuerza más allá de enfurecer a Israel y a 
quienes apoyan la ocupación.
Por otra parte, el texto de los 
anuncios también podría aplicarse con justicia a Europa, un continente 
que económicamente es tan vital para que continúe la ocupación como 
Estados Unidos.
Tanto Estados Unidos como Europa rechazan la 
ocupación, pero solamente a través de declaraciones. Es decir, no hacen 
nada para acabar con ella de manera seria, sino simplemente utilizando 
palabras y condenas, mientras que sus distintos órganos impulsan la 
ocupación de mil maneras distintas.
Si realmente los europeos y 
los americanos quieren poner fin a la ocupación tienen que hacerlo a 
nivel institucional y sancionando los crímenes de guerra que comete 
Israel a diario en los territorios ocupados. Mientras esto no ocurra, la
 ocupación existirá y seguirá creciendo como lo hace cada año.
Como hace unos meses dijo un funcionario del ministerio de Exteriores
 israelí: “Lo que las revueltas y la lucha armada no consiguieron 
durante décadas en la Sudáfrica del apartheid, lo consiguió el boicot 
internacional en dos años y medio”.
El camino para acabar con la 
ocupación es conocido, y no significaría ningún sacrificio importante ni
 para Occidente ni para Israel.(...)"                   (Datos en Boston, de Eugenio García Gascón en Público, en Caffe Reggio, 09/06/2014)
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