"(...) El escritor Daniil Granin, que luchó como voluntario en el frente de
Leningrado y después escribió uno de los libros más escalofriantes y
despiadados sobre el asedio, relataba en el Bundestag de Berlín el mismo
27 de enero pasado —que es también el Día Internacional de la Memoria
del Holocausto por haber sido liberado Auschwitz en esa fecha de 1945—,
los horrores que vivieron los rusos en la ciudad a orillas del Nevá:
“Una mujer pierde a su hijo, quien muere de hambre. Tenía tres años.
Coloca el cadáver entre las ventanas, hace mucho frío. Y cada día corta
un trocito para alimentar a su hija y salvarla aunque sea a ella. La
hija tenía 12 años y no lo sabía. La madre no se permitió ni morir ni
volverse loca. La niña sobrevivió. Hablé con ella. Lo supo todo después
de muchos años. ¿Podéis imaginarse en lo que se había convertido la vida
de los asediados?”.
Según Granin, el ejército alemán “sin grandes esfuerzos, en
condiciones bastante confortables, esperaba que el hambre y el frío
forzaran a la ciudad a capitular... Hacían la guerra no con armas, sino
con la ayuda de la hambruna, la artillería de largo alcance, los
bombardeos. Eliminaban a civiles indefensos, que no eran capaces de
participar en ese duelo. Eso es nazismo en su manifestación más
asquerosa”, dijo el escritor en medio de un silencio total. (...)" (El País, 04/02/2014)
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