14/11/13

"Era un vagón para caballos; íbamos unas 100 personas. Yo no me soltaba de las manillas de atar a los animales porque el que caía al suelo ya no se levantaba más"

"Virgilio Peña, superviviente cordobés de un campo nazi Uno de los testimonios incluidos en el trabajo Memoria de las cenizas es el de Virgilio Peña (Espejo, 1914).

 A sus 99 años mantiene un apasionado interés por la realidad política que le rodea. Integrante de la resistencia francesa contra el fascismo -el denominado maquis- pasó 20 meses en el campo nazi de Buchenwald, uno de los más grandes en territorio alemán. 

Al otro lado del teléfono desde su domicilio en Francia, donde reside desde que salió liberado en abril de 1945, relata cómo le detuvo la policía francesa en Burdeos "en mi casa mientras dormía, como quien coge a un pajarito mojado", lo interrogó con torturas durante dos semanas y, después, lo entregó a las SS alemanas.

Antes de llegar a Alemania había pasado tres meses en un campo francés de prisioneros al norte de París. "Allí nos preparábamos para el campo de concentración que venía después", detalla a Público.

Uno de los episodios que recuerda con mayor conmoción es el del viaje de cuatro días en tren hasta Buchenwald. "Era un vagón para caballos; íbamos unas 100 personas. Yo no me soltaba de las manillas de atar a los animales porque el que caía al suelo ya no se levantaba más", relata. "Ahí hacíamos nuestras necesidades, y había gente que moría asfixiada". "Es de lo más criminal por lo que he pasado; eso no se puede olvidar", sentencia.

Una vez en el campo de concentración, Virgilio cree que debe su supervivencia a la comida que le aportaba un alemán allí preso -"le conocíamos como Willy", recuerda- que trabajaba limpiando las casas de soldados de la SS, y aprovechaba esa ocupación para llevarse comida. "Hicimos una gran amistad", rememora.

Hoy en día, Virgilio lamenta que su propio país se haya olvidado de los deportados españoles en campos de exterminio nazi. "Francia nos ha reconocido el tiempo en Buchenwald, Alemania también y tenemos una pensión de los dos países. De los gobiernos españoles, nada de nada, no tenemos nada que agradecerles", denuncia. "Es como si no existiéramos", deplora sobre la indolencia de las instituciones españolas.
(...)

 (Camacho) Uno de los trágicos sucesos que recordaba en la cinta era la costumbre de los miembros de las SS de tirar piedras a los presos desde lo alto de la cantera de Mauthausen, donde trabajan como esclavos. "Si te daban en la cabeza, te mataban". Con los ojos humedecidos confiesa que no lograron degradarlo como persona. "Seguí manteniendo la dignidad humana".

Cañete, por su parte, contó a cámara que lo habitual allí era "salir por la chimenea" de los hornos crematorios. "Siempre salía humo". Apoyado en una mesa sobre la que muestra unas piedras, confesó que en aquel lugar "el hombre se atrofia, y llega un día que ya no piensas". Cuando salió del campo, su sensación era la de haber permanecido allí "80 años". (...)

El padre de José Marfil fue el primer español que murió en Mauthausen. "Le hicieron un minuto de silencio, y las SS se quedaron sorprendidas", recuerda para Memoria de las cenizas. (...)"                (Público, 24/10/2013)

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