"El medio siglo de las riadas del Vallès (Barcelona) se cumplirá la noche
del 25 de septiembre y, 50 años más tarde, una investigación ha sacado a
la luz casos de corrupción en la gestión de las donaciones y episodios
oscuros, como niños huérfanos entregados en adopción.
Lo ponen de
manifiesto el periodista Ferran Sales y su hijo, el historiador Lluís
Sales i Favà, en el libro "La riuada de Franco" (Pagès Editors), que por
vez primera recopila, con la documentación que lo prueba, las "pugnas
políticas, propaganda y corrupción" que hay detrás de la catástrofe.
En una noche, una tromba de agua de poco más de dos horas arrasó
barrios como L Escardívol y La Font de la Via de Rubí, Les Arenes y la
Rambla de Terrassa, Los Rosales en Sant Quirze, Les Fonts entre Sant
Quirze y Terrassa, La Catalana de Sant Adrià de Besòs, y Torre-romeu,
Can Puiggener, La Plana del Pintor y Campoamor, en Sabadell.
Todas estas áreas tenían elementos en común: por ellas discurrían rieras
que, pese a ser zonas inundables, tenían viviendas, mayoritariamente
autoconstruidas por inmigrantes del resto de España que trabajaban sobre
todo en la entonces floreciente industria textil de la comarca.
Fue la peor catástrofe natural de la historia en la provincia de
Barcelona, y los datos oficiales hablan de más de 600 muertos, más de
12.000 damnificados y pérdidas millonarias. (...)
Para el periodista, la peor cara de esta historia fueron los niños
robados: "El gobernador civil de Barcelona recibió cartas de sus
homólogos de toda España que le pedían niños. En un caso, uno con ojos
azules. Las Hermandades Combatientes le pidieron 10 niños y hemos
localizado la historia de una niña de Sant Cugat y que fue trasladada a
Alemania" para ser entregada en adopción a escondidas.
Otra
irregularidad es que "en el mercado de las Glòries, se pusieron a la
venta colchones que habían donado para los damnificados. Los hechos se
denunciaron pero la investigación se frenó".
Las donaciones de empresas y ciudadanos superaron los 200 millones de
pesetas sólo en la provincia de Barcelona, gracias a maratones benéficas
como las que hizo Joaquín Soler Serrano en Radio Barcelona.
Las
cuantiosas donaciones las gestionó directamente el Gobierno español, y
actas oficiales como las de la Diputación de Barcelona ponen de
manifiesto el malestar que había en sectores del régimen por la
arbitrariedad del reparto.
Según Sales, con las donaciones para
ayuda a los damnificados se pagaron indemnizaciones, que se
distribuyeron de forma opaca: "Hay personas que están inscritas dos
veces o con los apellidos invertidos en las listas de damnificados", y
una mujer que perdió marido e hijo en la riada de Terrassa nunca recibió
un piso de protección oficial pese que el propio Franco así lo
prometió. (...)
Ya en pleno desarrollismo, las localidades afectadas experimentaron
un gran crecimiento, en un contexto de especulación inmobiliaria: solo
en diez años, Rubí multiplicó su población, de no alcanzar los 10.000
habitantes en 1960 a 44.000 en 1981; y Terrassa pasó de 90.000 a casi
140.000 habitantes, que vivían en barriadas con calles sin nombre que se
denominaban con letras y números.
Continuaron las riadas e
inundaciones en los años posteriores, como las del Baix Llobregat y el
Besòs (Barcelona) en 1971, y el problema continuó hasta mediados de los
ochenta, cuando por fin se terminaron los trabajos de canalización de la
gran mayoría de ríos y rieras." (Rebelión, 27/09/2013)
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