31/7/13

De día caminaban entre las explosiones de los obuses procedentes de la escuadra franquista, de las bombas y del ametrallamiento de la aviación


"Le cito, tomando pie en un artículo suyo muy reciente: “En la primera parte de este testimonio militar recordaba la estrategia de terror llevada a cabo por el general Franco. Hice referencia al crimen de lesa humanidad perpetrado en Málaga por parte de la flota sublevada, y de la aviación alemana. 

El relato estremecido de aquel crimen lo oí, siendo niño, de los labios temblorosos de mi tía Encarnación. Ella, junto a mi tío José y sus tres primeros hijos, fueron supervivientes de aquel horror”. ¿Nos describe brevemente ese horror?
 
A mis tíos, como a miles y miles de familias en Málaga, les llegaron noticias de las atrocidades que el ejército del general Franco estaba llevando a cabo en Andalucía. Concretamente los saqueos, violaciones y fusilamientos masivos. Vivían a unos 20 Km de la capital.

Ante la inminente llegada de las tropas fascistas, decidieron unirse al río humano que pasaba junto a ellos. Cerraron su modesta casa de pescadores y abandonaron su barca, varada sobre la playa. Sus tres hijos mayores estaban en edades comprendidas entre 1 y 4 años. Tenían un pequeño asno, negro y tierno como Platero, que les servía en sus desplazamientos. En sus serones acomodaron a los tres pequeños, añadieron provisiones para el camino e iniciaron el éxodo.

De día caminaban entre las explosiones de los obuses procedentes de la escuadra franquista, de las bombas y del ametrallamiento de la aviación. Auxiliaban en lo que podían a las personas agonizantes que encontraban en el camino.

 Narraba mi tía Encarnación, aun presa de terror, escenas terribles de niños, ancianos y personas adultas destrozados por la metralla. De noche se alojaban en cuevas que encontraban en los montes vecinos, en casas abandonadas o al borde de la carretera, cuando el agotamiento, el hambre y la sed les impedían continuar el camino.

Tras varios días interminables, entre el horror de los lamentos de gente herida o moribunda, llegaron a Almería. Allí permanecieron hasta el final de la contienda, sobreviviendo con la venta de deliciosas tortas, que ellos mismos cocinaban."        (Entrevista al capitán de navío de la Armada español Manuel Ruiz Robles, Salvador López Arnal, Rebelíón, 28/07/2013)

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