Jerry Givens, antiguo ejecutor del corredor de la muerte de Virginia
(EEUU), en el quinto congreso mundial sobre la pena de muerte, que se
celebra en Madrid. / Samuel Sánchez (EL PAÍS)
"Givens comenzó su carrera profesional en 1974 en el departamento
penitenciario en Virginia. Diez años más tarde se convirtió en el jefe
de las ejecuciones; un puesto en el que se mantuvo durante 17 años.
“Ejecuté a 62 personas”, informa. Dice Givens que de algunos de los
casos se acuerda, pero que de otros, no.
A la mayoría les aplicó
corrientes de alto y bajo voltaje durante minuto y medio. “Sé
exactamente qué corriente necesita cada preso, dependiendo de la
estatura ”. A partir de 1996, a los reos se les dejaba que eligieran
morir en la silla eléctrica o por inyección letal.
“A veces era difícil. A veces tardaba una semana en recuperarme, a
veces diez días”, recuerda este hombre que nunca ofreció ningún detalle a
su familia sobre sus actividades. Givens dice que cuando ejecutaba, se
decía a sí mismo que solo cumplía la ley que la gente había votado.
Pero
ahora, a sus 60 años, es de los que cree ahora que hay que volcarse en
medidas preventivas y se rebela contra su pasado. “El estado de Virginia
se lleva por delante vidas para demostrar que no se debe matar. ¿Qué
sentido tiene eso? ¿Y si la persona luego resulta inocente?”, se
pregunta.
En 1996, la vida de Givens dio un vuelco. Le acusaron de lavado de
dinero y de perjurio en un caso en el que él se declara inocente, pero
que le costó una condena de 57 meses. “Yo pensé que esa era la manera
que Dios tenía de sacarme de ese trabajo”.
Cuenta que su proceso
judicial, que considera plagado de irregularidades, le hizo reflexionar
sobre la suerte de algunos de los hombres a los que ejecutó. “¿Y si fueron tratados injustamente como yo?”, se pregunta Givens. “Nunca me hubiera imaginado que acabaría matando a 62 personas, pero sucedió”.
JOAQUÍN JOSÉ MARTÍNEZ: “Estaba a favor de la pena de muerte”
“El 7 de junio cumplí 12 años desde que salí. Tenía este traje y otro
en los juicios. Me lo pongo en ocasiones como esta para acordarme de
aquellos días”, explica Joaquín José Martínez, excondenado a muerte en Florida (EE UU).
Su exmujer le acusó de doble homicidio y le declararon culpable.
Estuvo
cinco años en la cárcel de Orient Road (Tampa) de los cuales tres y
medio los pasó en el corredor de la muerte. Martínez estima que la pena
de muerte ha cambiado mucho: “Hemos llegado muy lejos. Lo que es hoy y
lo que era cuando yo salí en 1997 es muy distinto. Es todavía un proceso
lento, pero vamos claramente a mejor”.
Para Martínez, esto se debe a la
concienciación de muchos gobiernos, ONG y medios de comunicación.
Educar a la población es fundamental: “Yo estaba a favor de la pena de
muerte porque pensaba que frenaba los delitos. Sin embargo, de los más
de 400 condenados a muerte que conocí, ninguno había pensado en las
consecuencias”.
Joaquín José ha rehecho su vida. Vive en Valencia con su mujer,
embarazada ahora de gemelos. Se gana la vida como informático, y es un
activista contra la pena capital: “Nunca olvidaré el corredor de la
muerte. Recuerdo a las familias de los 13 compañeros que había en el
corredor. Imagino cómo estarán ahora. Todos los presos salvo yo y Juan
Meléndez (también declarado inocente) están muertos”.
TANYA Y CÁNDIDO IBAR: “Está bien por el apoyo de la gente”
Pablo Ibar lleva 19 años encarcelado en Florida,
13 de ellos en el corredor de la muerte, acusado de un triple
homicidio. La investigación policial llevó hasta dos personas, Ibar y
Seth Peñalver, condenadas a muerte.
Peñalver salió libre el pasado diciembre porque las pruebas de ADN y
las huellas no correspondían con las de los asesinos. En el caso de
Ibar, tampoco. Los jueces, sin embargo, podrían seguir dando
credibilidad al vídeo, donde una persona tiene algún parecido a Pablo.
“"Hemos aprendido a no ser ni optimistas ni pesimistas. Solo tenemos
una idea en mente: nuestra determinación por demostrar su inocencia”,
asegura Cándido, el padre del reo. Dentro de 5 o 6 meses, el Supremo de
Florida decidirá si conceden la repetición del juicio a Ibar.
Pablo, mientras tanto, espera. “No sé cómo se las arregla pero está
bien. Gracias a la familia, a los amigos y al apoyo de la gente, está
bien”, asegura Tanya, su mujer, que se casó con Pablo cuando este ya
estaba en el corredor.
AHMED HAOU: “Había inocentes y enfermos mentales”
Haou pasó 15 años en el corredor de la muerte en Marruecos. Metido en
una celda de un metro y medio cuadrado. Convivió con las ratas, con las
heces de sus compañeros de celda, con una bombilla encendida día y
noche y sobre todo con la omnipresencia de la muerte. “Viví junto a la
muerte cada instante. Cada vez que oía la bota de un guardián pensaba
‘ya está, ya vienen a llevarse mi vida’.
Este defensor de los derechos humanos marroquí de 53 años acabó en la
cárcel de Casablanca en los años ochenta por hacer una pintada contra
la carestía de la vida y la represión de Hassan II. Un juicio que él
considera “una pantomima” dictó su sentencia de muerte.
Tenía 19 años y
le acusaron de atentar contra la seguridad del Estado. Le rasuraron la
cabeza a golpe de cortes en el cráneo y comenzaron los abusos. “Cada día
me torturaban”. Cuenta que muchos presos escribían cartas en las que
pedían formalmente que les mataran.
En su cárcel había otros 80 condenados a muerte. “Eran gente pobre.
Si hubieran tenido dinero no estarían allí. Había gente inocente,
enfermos mentales… no teníamos derechos a que nos visitara nuestra
familia, ni a un médico, ni a estudiar. No teníamos derecho a nada.
Estuve así diez años”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario