"Fue mucho peor de lo que imaginábamos. Y estamos hablando del infierno.
Lo que tienen de más terrible los resultados de las nuevas
investigaciones sobre la red de guetos y campos que cubría como una
telaraña el territorio del III Reich es que cuantifican en su real
medida la escala de la atrocidad. Y los números superan con mucho lo que
creíamos.
Hasta cierto punto resultaba tranquilizador pensar que el genocidio
nazi, la negra guinda de la barbarie, se había concentrado en un número
relativamente muy limitado de lugares generalmente apartados: Auschwitz-Birkenau,
Treblinka, Majdanek, Chelmno, Belzec, Sobibor... La geografía de esa
extrema maldad parecía reducirse a una serie de puntos muy localizados,
de los que teníamos buena información.
De alguna manera, como con los
círculos del averno de Dante o la lista de los cinco ríos del Hades
—Aqueronte, Cocito, Estigia, Lete y Flegetonte—, concentrar el espanto
en nombres conocidos y números asumibles producía cierto alivio.
De esa topografía del terror —por usar la expresión berlinesa— que
manejábamos hasta ahora, formaban parte, por supuesto, también los
guetos de Varsovia, Lodz y Vilna; campos de concentración diabólicos
donde se aplicaba la eliminación sistemática por trabajo y malnutrición
como los de Bergen-Belsen, Buchenwald, Mauthausen, Dachau o Ravensbrück,
y emplazamientos de asesinato masivo como el barranco de Babi Yar.
Todos estos nombres configuraban una oscura constelación sobre el
territorio de Europa, bien visible e identificable. Incluso la inserción
de lugares menos conocidos popularmente, como las espeluznantes
instalaciones de fabricación de cohetes de Mittelbau-Dora, donde
medraban Speer, Kammler y Von Braun, no alteraba especialmente este diseño.
Ahora todo eso salta por los aires. Es cierto que en el fondo
sabíamos que había más. Pero realmente, los números espantan. Ha
resultado que en la Europa de Hitler no existía la Comarca y todo era
Mordor. La red era tan tupida que prácticamente, muy borgianamente, era
el territorio. ¡42.500 guetos y campos!
Como explica muy gráficamente
uno de los autores de la investigación, uno no podía literalmente ir a
ningún lugar sin pasar por un campo de trabajo forzado, un campo de
prisioneros, un campo de concentración...
La nueva lista incluye lugares que entran en las clasificaciones
habituales del genocidio y también otros que precisan de categorías
diferentes. Los llamados lugares de “cuidado” en los que las embarazadas
eran forzadas a abortar, burdeles en el que se esclavizaba a las
mujeres para tener relaciones sexuales con personal militar alemán,
estaciones de paso del viacrucis de los deportados tan criminales como
los destinos, espacios pequeños de maldad grande...
La máquina de vejar,
torturar y matar no solo estaba mucho más extendida sino que era mucho
más variada en sus formas.
Los lugares que han nutrido nuestras pesadillas y la iconografía de
la literatura, el arte y el cine constituyen solo una minúscula fracción
de los que existieron. Hemos de revisar nuestra imagen del infierno. Y
desde luego, nadie puede decir que no supo de su existencia, porque
estaba en todas partes." (
Jacinto Antón , El País,
5 MAR 2013 )
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