12/3/13

A Eufemia Alonso Pereda de Sotoscueva, tras raparla el pelo, acusándola de roja, y someterla a infinidad de vejaciones, la emplearon como cocinera para la tropa nacional hasta su fusilamiento y enterramiento en una cuneta


"La máxima “popularidad” del ricinamiento comienza con la Falange.  Durante la guerra el ricino se convierte en un elemento de represión en la retaguardia, destinado a las mujeres; con los varones se empleaban otras técnicas menos sutiles. 

Se solía decir que el fuerte poder laxante del aceite depuraba su “tóxico interior” y el corte del cabello servía como censura de su libertinaje. En los primeros años de la postguerra se continuó usando el purgante  en los cuartelillos de la Guardia Civil.

También se extendió por todas la Merindades. A Agustina Santos,  vecina de Frías la raparon el pelo y le dieron aceite de ricino mientras a su marido Felipe Salazar, se lo llevaron,  se le cree fue fusilado en La Pedraja. 

A la esposa de Pedro  Arquiaga,  de Incinillas, también la detuvieron y se la llevaron a Villarcayo. Le raparon el pelo y la obligaron a ir por todo el pueblo de Villarcayo rezando el rosario de rodillas. 

De la Medinesa Teopista Gallagase contó: “a quien hubo que cortar el pelo como responsable de intentar convencer con insinuaciones al reparto de bienes y personas, proclamar el odio a la religión católica y defender e incitar a la práctica del amor libre a las virtuosas doncellas de la localidad” 

A Eufemia Alonso Pereda de Sotoscueva, tras raparla el pelo, acusándola de roja, y someterla a infinidad de vejaciones, la emplearon como cocinera para la tropa nacional,  la trasladaron a Espinosa de los Monteros  y de allí al cuartel de los falangistas habilitado en El Crucero, hasta su fusilamiento y enterramiento en una cuneta  supuestamente en Villalázara

 En Quisicedo (también Sotoscueva) un grupo de mujeres fueron todas  peladas y obligadas a tomar aceite ricino, desde un vaso hasta una botella, mientras las paseaban por el pueblo. 

A alguna la pintaron el culo de rojo, luego las llevaron presas.A las hermanas montijanas Sañudo, Carolina,  Jovita y Aurora sufrieron el corte de pelo en Espinosa, entre otras vejaciones.


Además estuvieron acompañados de otras humillaciones  sádicas como a algunas les pintaron el culo de rojo, que se complementaban con el servicio a los vencedores: limpiar calles, casa… le pusieron a barrer la iglesia, como escarnio, Obligar a limpiar los cuarteles y las sedes de la Falange.

No cabe ninguna duda que en algunos casos se dieron violaciones y abusos sexuales, menos conocidas, por lo oculto, el tabú social. Durante la posguerra se instaló en el país un absoluto control social con un sistema de «abajo arriba» que impedía la menor disensión. 

Las mujeres vivieron esta persecución constante de una manera especialmente dolorosa y cruel. Se extendieron las violaciones y vejaciones sexuales en comisarías, cuarteles y cárceles en un intento de cosificar y deshumanizar También se produjeron deportaciones, raptos  de los hijos, robarles los nietos

Maltrato psicológico, insultos, desdén, menosprecio, a la cola, obligadas a  bailar en las fiestas de los nacionales, los últimos, bautizar a los hijos cambiándoles de nombre, en la doctrina en la iglesia, las ricas delante, las pobres detrás…"        (lasmerindadesenlamemoria, 06/03/2013)

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