1 de abril de 1939. Los odios, las venganzas y el rencor alimentaron el afán de rapiña sobre los miles de puestos que los asesinados y represaliados habían dejado libres en la administración del Estado, en los ayuntamientos e instituciones provinciales y locales.
Miles de fichas e informes de las fuerzas de seguridad, de los clérigos, de los falangistas, avales y salvoconductos, dan testimonio del grado de implicación de una parte importante de la población en ese sistema de terror.
Hubo cientos de miles de personas que habían luchado en el bando vencedor, que aceptaron la legitimidad la dictadura, que adoraban a Franco por ofrecerles "paz y tranquilidad". Sin esa participación ciudadana, el terror hubiera quedado reducido a fuerza y coerción.
6:10 p. m. · 1 abr. 2023 9.545 Reproducciones
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