"El libro Los años del hambre. Historia y memoria de la posguerra franquista (Marcial
Pons) contiene un capítulo cercano aunque vacío de datos fiables, en un
intento de pasar desapercibido por la historia reciente de España.
Durante décadas, solo han permanecido las fotos palpables de la
hambruna, la estampa viva de películas como Los santos inocentes o de novelas como Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos o Si te dicen que caí de
Juan Marsé. Además, quedan cifras que el régimen inventaba sobre
aquella década de inanición, penurias y sufrimiento pero poco más, casi
nada.
Miguel Ángel del Arco Blanco,
profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada, dirige
una investigación colectiva que repasa vivencias de aquella etapa que
marcaron un antes y un después en la vida del país, desde el final de la
guerra. Capítulos desconocidos como la delincuencia de la época o la
bajísima producción agrícola e industrial que no recuperaron las cifras
de la preguerra hasta 1953 o "la política económica suicida adoptada por
el régimen".
Del Arco relata a Público que fue una
etapa muy difícil donde "los más humildes, muchos de ellos
identificados con el programa político de la República, olvidaron sus
sueños o su ideología y se centraron en obtener alimento". El coste de
vida aumentó de manera exponencial mientras se congelaron los sueldos.
Mientras tanto, "la protesta social estaba considerada como un delito a
la patria", apunta el docente.
Este investigador examina retratos conocidos como el del poeta Miguel Hernández,
que falleció en las peores condiciones de hambre, higiene y enfermedad.
"El caso de Hernández puede ser paradigmático de aquellos años". Fue
encarcelado y condenado por un tribunal militar por sus ideas políticas,
pero "la muerte lo encontró en la cárcel, donde las condiciones eran
pésimas y el alimento paupérrimo".
Su castigo no se limitó a la pérdida
de libertad, sino también a "soportar unas condiciones de hacinamiento y
miseria que lo llevarían a la muerte"; la pobreza, consecuencia de su
compromiso político, llegó también a su familia. Así detallaría en su
poema Tened presente el hambre: recordad su pasado turbio de capataces que pagaban en plomo antes de fallecer a los 32 años de edad.
El hambre no fue culpa de la guerra
En Los años del hambre
se desmontan mitos como que "el hambre no fue consecuencia de la
reciente guerra o el aislamiento internacional", como Franco quería
justificar. Del Arco recalca que "el hambre fue consecuencia de
una política económica voluntariamente adoptada por el franquismo, la
autarquía". Frente a esa situación, estar cerca de las esferas de
influencia del régimen "podía suponer un pasaporte a la vida".
Estar en
el escalón más bajo de la sociedad obligaba a comer una sola vez al día,
a repartir lo que se tenía entre los más pequeños y estar siempre en
una situación límite. El estudio no detalla gran cantidad de cifras,
pero sí aporta algunas claves como que sólo en la primera fase de la
hambruna, hasta 1942, "murieron alrededor de 200.000 personas por
inanición, enfermedades epidémicas o causas relacionadas con la mala
alimentación".
A pesar de la grave
carestía, el franquismo consiguió un éxito rotundo con su propaganda ya
que "la mayoría de los testimonios hacen suya las explicaciones del
régimen y esconden totalmente lo sucedido y también las
responsabilidades de la dictadura en ello", afirma el historiador
granadino a Público.
En Extremadura comían durante meses enteros hierbas cocinadas con sal
Los investigadores Sergio Riesco y Francisco Rodríguez
se centran en Extremadura, donde se registró un desplome de la
producción agrícola, lo que llevó a pasar las peores penurias
inimaginables.
Reconstruir aquel
mapa de miseria y hambre también ha sido posible gracias al hallazgo de
informes los servicios diplomáticos de la época. Inglaterra, Estados
Unidos y Francia puntualizaban la virulencia con la que se vivía
especialmente en el en el arco sur de la España aislada: "Murcia, toda
Andalucía, Extremadura, provincias más al sur de Castilla-La Mancha".
El Foreign Office
manejaba informes secretos de las comisiones médicas de la Dirección
General de Sanidad referidos a Extremadura. "Detallaba la elevada cifra
de personas afectadas por la pelagra (falta de vitamina B3 derivada de
la malnutrición) y el edema del hambre". Había enfermedades que
afectaron a localidades enteras como Castuera y a jóvenes de ambos
sexos "entre 18 y 25 años que paralizaba sus extremidades inferiores
sin ninguna posibilidad de posterior curación": se trataba de la
listeriosis, originada por la ingesta de harina de almortas por parte de
la población desesperada. En Trujillo, la gente llegó a tal grado de
desesperación que "durante meses enteros solo comieron hierba cocinada
con sal".
Rúben Leitão Serém habla de cómo aquella "pobreza general"
también estimuló el desarrollo de un mercado negro en la Sevilla de
Queipo de Llano por la oligarquía. "Puede que Sevilla hubiera dejado de
ser la capital administrativa de la España rebelde, pero se acabaría
convirtiendo en el centro de la prostitución del país". Más de un
centenar de burdeles que "se nutrían de una red de trata de personas
hasta el norte de África, cebándose con las mujeres pobres de clase
trabajadora".
Madrid fue considerada la "capital espectro" como la conocía el nuevo régimen, apunta la investigadora Ainhoa Campos,
de la Universidad Complutense de Madrid. En la capital se utilizó el
hambre como arma de guerra y posguerra. Además el "régimen franquista
echaba mano de todos los recursos posibles para empeorar el
abastecimiento de la ciudad que se resistía a su
conquista". Paradójicamente, tras tomar la capital al final de la
guerra, lo primero que hizo el régimen de Franco fue repartir panes y
comida en la Puerta del Sol. "Hurtos famélicos" para soportar el hambre.
"La delincuencia
fue un recurso para la supervivencia, pero también los más humildes
recurrieron a la solidaridad comunitaria pre-existente para tratar de
salir adelante". Lázaro Miralles Alted analiza la delincuencia de
la época en barrios populares de Granada como el Albaicín o el
Sacromonte. Se detallan casos reales de vecinas como el de Florentina
Fernández, apodada "la divorciada". "La prostitución no le aportaba los
recursos necesarios para subsistir y aprovechó la oportunidad de
obtener un pequeño ingreso: hurtar un reloj de la Pensión Perales, en
calle Elvira". Resultó detenida y encarcelada. Alegó entonces extrema
necesidad, el abandono de sus hijos si iba a prisión, las deudas.
Florentina solicitó que le concedieran la libertad condicional. La
causa quedó extinguida al cumplir "dos meses y un día de arresto mayor
impuestos en la sentencia mientras esperaba el juicio".
¿Cómo fueron los niveles de delincuencia a nivel nacional? Del Arco apunta a Público que
fue "delincuencia muy focalizada en la sustracción de alimentos, una
delincuencia por necesidad imperiosa". De ahí, los "hurtos famélicos"
que llevaban a muchos a delinquir para lograr sobrevivir, lo que llevó a
que ascendieran a un setenta por ciento del total de delitos cometidos
en toda la década.
Las campesinas del hambre de la España rural
El libro no olvida
a las "campesinas del hambre". Teresa María Ortega relata en este
capítulo que "muchas se convirtieron en las cabezas de sus familias de
manera forzada, pues su marido estaba en el exilio, en la cárcel, había
fallecido en la guerra o había sido fusilado". Tuvieron que luchar por
su hogar y ganarse la vida de cualquier manera posible", recurriendo a
un pequeño comercio en el mercado negro o cualquier tipo de estrategia.
Este sombrío panorama se mantuvo casi inalterado "hasta la década de
los anos cincuenta", con insoportables condiciones de vida y teniendo
que recurrir si era necesario a la alimentación a través de animales
como perros y gatos.
La investigadora Gloria Román
ha entrevistado a algunos testigos de aquella posguerra ahogada por la
autarquía franquista. Francisco López era un niño de Granada cuando
esperaba más de diez horas en la tahona para comprar el pan. "A lo mejor
estábamos en la cola para sacar pan, y luego se había terminado ya".
Explica como el pan cuando lo cogían "no se podía picar en los dientes,
porque tenía mucha tierra, granillos". Matilde comía en Abrucena
(Almería) aceitunas cuando le daban dolores de estómago de la necesidad.
"Estábamos cogiendo aceitunas y me decían pues prueba a tragarte aceitunas, a ver si se te quita".
Del Arco concluye a Público que
puede tratarse "de la peor etapa vivida por la población civil" en el
siglo XX en España. Pero lo llamativo (y cruel) es que aquellos años
fueron clave para la consolidación y supervivencia del franquismo que
llegó hasta sus últimos días "con el supuesto aval de haber llevado a
España a la modernidad en los años 60, silenciando y sepultando la
hambruna y el dolor sufrido durante la posguerra por muchos españoles". (María Serrano , Público, 07/06/20)
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