"La reina Isabel II ha concedido permiso
a su hijo el príncipe Andrés "para retirarse de todos los deberes
públicos que conlleva su cargo en el futuro inmediato", según un
comunicado del palacio de Buckingham. Ha sido el modo protocolario de
reconocer que la implicación del duque de York en el escándalo del millonario y pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein
se había convertido en una serio peligro para la monarquía británica.
"Por supuesto, estoy dispuesto a ayudar en las investigaciones, si es
necesario", ha afirmado el hijo de la reina Isabel en el mismo
comunicado.
En las horas posteriores a la
desastrosa entrevista del duque de York a la BBC, emitida el pasado
sábado, una catarata de empresas, universidades y organizaciones
humanitarias han anunciado su intención de soltar amarras y alejar su
imagen de la del príncipe Andrés. La auditora KPMG, el Ballet Nacional
Inglés, la farmacéutica Astrazeneca, dos universidades australianas y al
menos una inglesa, han dejado de contribuir a los proyectos pilotados
por Andrés, especialmente a su proyecto estrella, Pitch@Palace, dedicada
a promover las nuevas empresas.
El golpe definitivo ha llegado de manos
de un gigante de las comunicaciones como BT (British Telecom), que ha
anunciado este miércoles que dejará de colaborar con ese proyecto, cuyo
patrón era el hijo de Isabel II, y que ayudaba a incrementar las
habilidades digitales de las pequeñas compañías.
"Ha quedado claro en los últimos días que las circunstancias en torno a mi anterior relación con Jeffrey Epstein se han convertido en un grave factor distorsionador en el trabajo de la familia real
y en el valioso trabajo de muchas organizaciones y proyectos
caritativos en los que participo", pone el comunicado en boca del
príncipe Andrés.
El duque de York utilizó 50 minutos de
entrevista para intentar alejar las acusaciones que le implicaban con
las actividades ilícitas de Epstein. En concreto, para negar su relación
sexual, en 2001, con una menor de 17 años, Virginia Roberts (hoy
Virginia Giuffre, después de adoptar el nombre de su esposo), quien
formaba parte de la red de "esclavas sexuales" del millonario
estadounidense. Epstein apareció muerto en su celda de la prisión en
Nueva York el pasado verano, y oficialmente se declaró que se trataba de
un suicidio.
Las extrañas excusas proporcionadas por
el duque, su falta de empatía con las víctimas de Epstein e incluso su
defensa de una relación que, según él, le ayudó a establecer valiosos
contactos en el mundo de las finanzas, han escandalizado a la opinión
pública británica y puesto en un serio aprieto a Isabel II. A sus 93
años, muchos medios han puesto en duda que mantenga el control de una
familia que se conoce desde hace décadas como The Firm (La empresa).
Andrés se cuidó muy mucho durante los
50 minutos de conversación televisada de comprometerse a colaborar con
la justicia estadounidense. "Solo si el consejo de mis asesores legales
fuera en esa dirección", se limitó a repetir.
Sin embargo, las presiones para que contribuya a esclarecer todo lo que rodea el caso Epstein
ha ido en aumento y la oposición laborista británica ha presionado para
que Andrés hable con las autoridades estadounidenses.
Sorprendentemente, la familia real y la situación actual de la monarquía
en el Reino Unido acabó siendo asunto de debate en el cara a cara
televisado que protagonizaron los dos principales candidatos, el
conservador Boris Johnson y el laborista Jeremy Corbyn, el pasado
martes. "La monarquía necesita mejoras. Hay mucho por lo que responder y
nadie está por encima de la ley", dijo el laborista. "La monarquía está
más allá de todo reproche", dijo Johnson. Ambos, sin embargo,
expresaron su solidaridad y simpatía con las víctimas de Epstein, algo
que Andrés no se dignó a hacer." (Rafa de Miguel, El País, 21/11/19)
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