"(...) Eres hijo de la República y
huérfano de guerra. ¿Qué veían los ojos de un niño en aquella España?
¿Se respiraban política y vientos de desastre?
Los ojos de aquel niño de cinco años se abren en el
atardecer del 16 de agosto del 36, cuando el alguacil del ayuntamiento
de Mondéjar, un pueblo de la Alcarria, requiere la presencia de mi padre
para hacerle unas preguntas. Ya no lo volvimos a ver.
Al día siguiente,
ya se supo que a los seis detenidos los habían fusilado en el antiguo
pueblo de Vaciamadrid. Esposados de dos en dos. Los tres años de guerra
fueron años de luto en la familia, que mi madre prolongaría toda su
vida. Luego Franco mataría a otro tío mío en Calatayud. (...)
¿Y cómo percibías tú con 20 años, cuando sales del seminario, la España de posguerra?
Pues que por fin se había restaurado un régimen ideal
y cristiano tras la catástrofe de la Guerra Civil. Esa era la
sensación. En esa España nueva que había surgido tras la victoria de
Franco, Iglesia y Estado juntaban sus esfuerzos para sacar adelante un
tipo de sociedad determinada, la que decían los canonistas: la unión de
la Iglesia y el Estado es consustancial con el buen orden en un país. (...)
Insisto. El Vaticano apoyó también a Hitler y Mussolini de manera explícita.
Pío Xll firmó el concordato alemán con Hitler, que le
pagaba religiosamente 100 millones de marcos a la Iglesia todos los
años. Y Mussolini había firmado con la Santa Sede el reconocimiento del
Estado del Vaticano en el año 1922.
Lo que hace la Iglesia es tener un
sentimiento de gratitud ante los poderes temporales que la han
mantenido. Con esta Iglesia y los dirigentes políticos de hoy no vamos a
ninguna parte. Ni la barca de Pedro avanza. Al contrario, ha naufragado
contra las rocas de la costa gallega." (Entrevista a Mariano Gamo, CTXT, Aníbal Malvar, 07/07/19)
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