3/1/19

El alcalde de Loporzano, padre de cuatro hijas, fue encarcelado... cuando su hija Presentación, de 15 años, le llevó a la cárcel la fiambrera con la comida le devolvieron la cesta con la cabeza cortada de su padre. Presentación enloqueció, enfermó gravemente y murió muy joven. Esa cabeza fue expuesta en la plaza más céntrica de Huesca para escarmiento y amenaza de toda la población...

"(...) Resumen. Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945) es un diccionario biográfico que trata sobre la represión desatada en la ciudad de Huesca durante la Guerra Civil y la primera etapa de la posguerra. Cada una de las víctimas mortales abatidas por los pelotones de fusilamiento en las tapias de los cementerios de la ciudad, y también en lugares desconocidos, aparece en estas páginas con su nombre y apellidos. (...)

P.- ¿Quiénes son las víctimas de Todos los nombres?

VPL.- Gente corriente. La represión en la ciudad de Huesca tiene dos etapas, la primera comienza en agosto de 1936 y termina en febrero de 1937. Durante este tiempo van a ser llevados al paredón sin formación de causa, es decir, asesinatos extrajudiciales, hombres y mujeres relacionados con la República por su militancia política, sindical, por haber sido concejales del Frente Popular, o diputados… o por sus simpatías izquierdistas puesta de relieve en manifestaciones o mítines. 

Falangistas, policías y militares se encargarán de esta “limpieza” que se llevará por delante a obreros, artesanos, abogados, médicos, maestros o empleados. A partir de octubre de 1938 se abre una segunda etapa en la que serán pasados por las armas hombres que han participado en la guerra en el bando republicano y han regresado a su casa, generalmente obreros y campesinos que consideraban que «no tenían nada que temer», pero no sabían que estaban apuntados en las listas confeccionadas por los fascistas locales. 

Serán denunciados por sus vecinos o por los nuevos jefes y administradores del orden social de los vencedores y serán juzgados en consejo de guerra sumarísimo y condenados a morir frente a los pelotones de fusilamiento de la Guardia Civil, la Policía Armada o el ejército. Frente a un tribunal militar no había posibilidad de defensa.

RMO. Las víctimas son todas aquellas que hemos podido documentar. Gente corriente, sencilla, humilde, anónima en la mayor parte de los casos, a gente con presencia pública y compromiso político y sindical destacado. Desde obreros y jornaleros anónimos a maestros, médicos, periodistas y abogados de renombre en la época.

Tomemos un respiro si os parece.  

(Entrevista a Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal sobre el libro Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945), Salvador López Arnal , Rebelión,  27/11/18)

"Estábamos en este punto. Para captar mejor el conjunto de las víctimas. Un tío mío que murió en la Batalla del Ebro y que nació en Peralta de Alcofea, Salvador López Campo, ¿está incluido? Del mismo modo, un abuelo mío, oscense, de Salillas, asesinado en mayo de 1939 en el Camp de la Bota, ¿deberia estarlo? 

VPL.- Salvador López Campo no aparece en nuestro índice onomástico integrado por más de siete mil registros, sin embargo hay decenas de referencias a Peralta de Alcofea en el índice toponímico que contiene otras mil referencias. Seis naturales de Peralta de Alcofea fueron fusilados en Huesca y recogemos sus biografías en el libro, entre ellas la de Doroteo Pano Calvo, labrador de 28 años, acusado por su propia novia, hija y hermana de falangistas, de una violación que nunca cometió. 

En total hemos biografiado a 521 fusilados, además de otras casi cuarenta personas que morirán tratando de escapar de la cárcel, en circunstancias extrañas o sencillamente desaparecen tras su ingreso en prisión. Siempre son víctimas que han encontrado la muerte en Huesca. No podíamos ampliar el campo de estudio, nunca hubiéramos terminado el trabajo.

P.- De acuerdo, de acuerdo. ¿Incluís a víctimas del autodenominado “bando nacional”, es decir, de partidarios del golpe militar fascista? 

VPL.- Huesca quedó en poder de los sublevados, del ejército rebelde, desde el 18 de julio, por tanto aquí no hubo más que víctimas de un bando, el de «los rojos», y a esta realidad nos hemos atenido.

P.- ¿Incluís a las personas, oscenses o no, que murieron en el, por así decir, campo de batalla? 

VPL.- Tratamos la represión, no las acciones de guerra. Huesca es la ciudad española que sufrió el más largo asedio republicano que tuvo lugar durante la contienda, veinte meses entre agosto de 1936 y marzo de 1938. 

En su entorno se produjeron muchos combates, abundantes momentos de intensidad bélica y enorme crudeza, también la ciudad hubo de soportar bombardeos con víctimas, pero ni una ni otra circunstancia se puede adscribir al ámbito de la represión, de modo que no hemos abordado este campo.

P.- ¿Y los victimarios, quiénes son los victimarios? 

VPL.- Los que denuncian y también en muchas ocasiones los que se inhiben. En los asesinatos extrajudiciales son suficientes las delaciones anónimas, las listas de militantes de izquierda intervenidas por la policía o la Falange en las sedes de partidos o sindicatos, el haberse significado durante el tiempo de la República en manifestaciones o mítines, el haber escrito en el periódico una carta de protesta contra algo o alguien vinculado tras el golpe de Estado con el nuevo régimen. Todo vale, incluso saldar una deuda con un sastre o liquidar la cuenta de la panadería poniendo al panadero en la diana de los pistoleros fascistas.

Las ejecuciones sumarias son consecuencia de otro proceso distinto. En general comienza con la detención del sospechoso que regresa a casa después de haber combatido en el frente, bien incorporado voluntariamente a las columnas milicianas que luego constituirán el Ejército Popular de la República, bien alistado como soldado de reemplazo. 

Una denuncia del alcalde de la localidad –en Huesca fueron fusilados muchos ciudadanos del mundo rural de su entorno-, o de un vecino o el propio comandante del puesto de la Guardia Civil alertado por alguien, procede a la detención del sujeto en cuestión. En ocasiones el detenido es hermano, primo o solo pariente del “verdadero culpable”, pero ante la incomparecencia de este se hará justicia con su familiar. 

A partir de allí, se instruye un atestado en el que generalmente el sospecho se declara autor de cuantos delitos le hayan acusado, las palizas y torturas en los cuarteles eran la costumbre habitual para “vencer” la resistencia de los renuentes. Cuando se hace cargo del sujeto la justicia militar ingresa en la cárcel a disposición del juez castrense, y entonces serán llamados vecinos de orden, gente comprometida con el nuevo régimen, de inequívoca filiación derechista que corroborarán las acusaciones aun sin haber sido testigos presenciales de crímenes, incendios, robos… generalmente con fórmulas vagas, aunque suficientes para sostener los cargos, del tipo “tengo oído”, “es sabido”, “al parecer”. 

Si le dan la oportunidad al preso de que presente testimonios a su favor, es muy raro que esas personas se comprometan y avalen al detenido, estos son los que se inhiben y con su silencio sancionan las acusaciones.

Los victimarios constituyen una parte esencial del engranaje punitivo, tanto en los consejos de guerra como en los expedientes de responsabilidades políticas o en los de depuración. No solo acusan los jefes locales de Falange, los curas, los terratenientes, los derechistas conocidos, también los vecinos, el pueblo llano. Violencia compartida. (...)

P.- ¿Todos es todos en este caso? ¿Se os puede haber escapado alguien? 

VPL.- La publicación del libro ha animado a algunas personas a hablar, lo que nos ha puesto en la pista de otras posibles víctimas. Nunca hemos sostenido que nuestro trabajo fuera definitivo, en absoluto, está abierto a revisión permanente y crítica, y de hecho estamos en ello desde el primer momento. Hay nuevas víctimas, en efecto y es posible que haya alguna otra cuando depuremos otros listados y documentemos circunstancias hasta ahora no bien analizadas por desconocidas.

P.- Cuando habláis de Huesca, ¿estáis hablando de la ciudad, de la provincia, de los nacidos en Huesca, de los asesinados en la ciudad? 

VPL.- Hablamos de los asesinados en la ciudad de Huesca, al margen de su lugar de nacimiento. Hay víctimas de la ciudad, de la provincia, de otras provincias… La exhaustividad en el desarrollo de cada una de las entradas de nuestro libro hace prácticamente inabarcable un trabajo más extenso.

P.- En cuanto al período, ¿por qué empezáis en 1936? ¿Tan pronto empezó la represión? Ya sé que antes habéis comentado algo. 

VPL.- Las detenciones comienzan el mismo día 19 de julio, fecha en la que constatamos la muerte de un panadero natural de Alcalá de Gurrea del que solo sabemos que se llamaba Manuel, de acuerdo con el libro del Registro Civil, pero los asesinatos, la represión organizada y sistemática llegará a partir del 1 de agosto. Los tres últimos fusilados cayeron abatidos en la tapia del cementerio el 23 de enero de 1945.

En Huesca, donde triunfa el golpe de Estado desde el primer momento, la policía y los falangistas, los camisas viejas, buscaban al artista y pedagogo anarcosindicalista Ramón Acín, una de las figuras más importantes e influyentes del mundo intelectual y sindical en el primer tercio del siglo en Aragón.

 Acín se había escondido en una especie de zulo en el interior de su gran casa y no lo encontraban. Es posible que se retrasara el inicio de la sangrienta limpieza, del terror caliente, esperando poder acabar con su vida para de este modo señalar hasta dónde eran capaces de llegar en su intención de barrer la provinciana sociedad oscense de indeseables y disolventes rojos. 

Acudían a diario a la casa y apaleaban a su mujer, Concha Monrás, en presencia de sus hijas Katia y Sol, de 11 y 13 años respectivamente. El 6 de agosto Ramón no pudo soportar más la situación, salió del escondite y se entregó. Concha se enfrentó a los policías y fue detenida igualmente. 

Ese mismo 6 de agosto tras sufrir un brutal apaleamiento Acín fue asesinado, Concha moriría el día 23 junto con otras 94 personas en las tapias del cementerio. Ese día 23 de agosto es el más trágico y aciago en la historia de la ciudad.

P.- Habéis finalizado en 1945: ¿por qué ese año? ¿No hubieron más fusilados después de ese año?

VPL.- No hubo más fusilamientos después del 23 de enero de 1945. Este día el piquete de ejecución acabó con la vida de tres personas, uno de ellos, el impresor anarquista de Graus Emilio Portella Caballé, que había sido detenido por la Gestapo en Francia y deportado en mayo de 1941.

P.- ¿Cómo eran fusiladas las personas que fueron fusiladas? 

VPL.- Los fusilamientos extrajudiciales se realizaban de cualquier manera, es decir, no había un protocolo. Los presos eran sacados de la cárcel atados por las muñecas de dos en dos, subidos a un camión y llevados al cementerio que está situado a 2 kilómetros de la ciudad, allí en la tapia oeste caían abatidos por falangistas o militares. 

El 23 de agosto de 1936 un matarife, empleado del ayuntamiento, se jactaba de no haber gastado ni una sola bala para acabar con la vida de los rojos, utilizaba los instrumentos de su oficio.

En cuanto a los fusilamientos como consecuencia de los consejos de guerra, copiaré un párrafo del libro que revela las ordenadas prácticas de los militares ante el hecho del fusilamiento:

La muerte, tenía sus protocolos, según comprobamos en las actas de ejecución. La de Manuel Pérez Rivera, de Castejón del Puente, es canónica en este aspecto. 

«En la ciudad de Huesca, a 6 de mayo de 1940, siendo las seis y media de la mañana, hora señalada por el Excmo. Sr. Gobernador Militar de esta provincia, se constituye Su Señoría, asistido de mí, el infrascrito secretario, en las tapias del cementerio de esta ciudad, hallándose presentes los testigos Hipólito Arroyos Olivera y Carlos Casales Fábrega, ambos mayores de edad y de esta vecindad [se trata de los empleados del cementerio], encontrándose en aquel lugar fuerzas del Regimiento de Infantería Valladolid n.º 20, 1.er Batallón, 3.ª Compañía, al mando del capitán D. Antonio Binué Lacasta, compareciendo seguidamente el condenado a pena capital Manuel Pérez Rivera, conducido por fuerzas de la Guardia Civil que hacen entrega del mismo a las de Infantería antes citadas, procediendo estas, previo el “cúmplase la sentencia” pronunciado por Su Señoría, a la ejecución, siendo reconocido por el señor médico Silverio Luis Ramón Gracia, que certifica su defunción y habiendo sido aquel auxiliado espiritualmente por el señor capellán de las cárceles de esta ciudad». 

Se ordena el enterramiento, inscripción de la defunción, etc. Firman todos los testigos menos el capellán, quien al parecer no se mezclaba en aquella ceremonia terrenal más allá de cerciorarse de que el rojo que dejaba por la fuerza este mundo, lo hacía en gracia de Dios. Y así era de ordinario. 

¿Se han recuperado de alguna forma los cadáveres de los fusilados extrajudiciales? ¿Hay listas con sus nombres en los cementerios recordándoles?  

VPL.- No se han recuperado, salvo una docena de personas. Además, buena parte de ellos fueron trasladados al Valle de los Caídos en envíos sin identificación ni autorización de los familiares. Desde finales de agosto de 1936 y hasta marzo de 1938, cuando cayó el frente de Aragón, el cementerio oficial estuvo en poder de las milicias anarquistas, de modo que se hizo necesario habilitar un viejo cementerio ubicado en un lugar del extrarradio conocido como cerro de Las Mártires donde se enterró a fusilados, pero también a caídos en el frente y fallecidos ordinarios de la ciudad. 

Desde Huesca se trasladaron a Cuelgamuros restos de casi mil personas en envíos realizados en 1959, 1960 y 1964. 

Tampoco hay listas en los cementerios para recordar estas circunstancias y poner nombre a las víctimas en los lugares donde fueron enterradas o donde sospechamos que quedaron sus cuerpos. El Ayuntamiento de Huesca tiene sobre la mesa una propuesta nuestra para materializar una ruta de la memoria que ubique las tumbas y cuadros de sepulturas donde yacen las víctimas de la represión, pero hasta la fecha no se ha hecho nada. 

RMO. En estos últimos años, desde la sociedad civil a través de sendas iniciativas ciudadanas, se han realizado dos Memoriales de recuerdo a las víctimas del franquismo en Huesca. Uno de los monumentos se inauguró en el denominado Parque Mártires de la Libertad, recoge el nombre de 545 víctimas y se ubica junto al cementerio viejo del mismo nombre, lugar de ejecución y enterramiento utilizado por los sublevados desde septiembre de 1936 a febrero de 1937. 

El segundo Memorial, inaugurado posteriormente y con un listado más preciso de víctimas, está ubicado en el cementerio municipal de Huesca, el lugar de memoria más caracterizado de la ciudad, precisamente en el escenario de varios cientos de fusilamientos en 1936 y desde 1938 a 1945. Ubicado en el recinto de lo que constituyó el cementerio civil, en la misma pared donde tenían lugar las ejecuciones, está enclavado junto a la tumba del capitán Fermín Galán, fusilado en diciembre de 1930 como consecuencia de la sublevación de Jaca. 

Otro descanso, el último. 
Vale, de acuerdo.     

(Entrevista a Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal sobre el libro Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945), Salvador López Arnal, Rebelión, 30/11/18)

"Nos habíamos quedado aquí. ¿Tuvieron abogados defensores que realmente les defendieran? ¿De qué eran acusados normalmente? 

VPL.- La justicia militar era una pura farsa, un subterfugio al servicio de la eliminación física o del castigo del contrario en el pudridero entre rejas o en campos de trabajo forzado. No tuvieron oportunidad de defensa los encartados a quienes representaban ante el tribunal castrense compañeros de armas y de campaña de los mismos juzgadores.

 Se practicó la justicia al revés, acusando por el delito de «auxilio» o de «adhesión a la rebelión» precisamente a quienes se habían mantenido fieles a la República. Para los primeros la sentencia nunca era inferior a 12 años de reclusión, dictándose en general 30 años y 1 día. Los segundos, indefectiblemente, eran condenados a muerte. 

P.- ¿Fueron hombres la gran mayoría de ellos? 

VPL.- En Huesca hubo 521 fusilados, judiciales y extrajudiciales, de ellos 16 fueron mujeres. Dos mujeres, las hermanas Rafaela y Victoria Barrabés Asún, fueron detenidas al no encontrar los policías a sus hermanos, anarquistas de acción, lo mismo que le ocurrió a Tomasa Sarvisé Pardo, de 65 años, que pagó con su vida por la de sus hijos republicanos, a los que no pudieron apresar. Es decir, son fusiladas por sustitución. Hay otros casos de la misma índole, pero se trata de hombres.

P.- Habéis incluido un apartado de “Otras víctimas”. ¿Quiénes son esas otras víctimas? 

VPL.- Hemos incorporado a modo de adenda un listado de 38 personas que no son fusiladas, pero también son víctimas. 23 de ellos son detenidos, ingresan en prisión donde se cumplimenta el expediente carcelario y su rastro desaparece de la faz de la tierra, probablemente fusilados en cualquier lugar o muertos por apaleamientos y torturas, trato habitual hacia los presos. 

También aparece un muerto en una fuga y otros cinco fugados, todos ellos habían sido condenados a muerte; tres presos que fallecen en el hospital a causa de una epidemia de viruela que obliga a poner en cuarentena a un centenar. 

Hay un caso muy interesante protagonizado por dos reclusos que logran huir atados por las muñecas ante el mismo pelotón de fusilamiento, aunque tristemente ambos morirán antes del final de la guerra; también otros dos a los que no les dieron el tiro de gracia al darlos por muertos, ambos lograrán salvarse.

Este apartado de «otras víctimas» podría ampliarse con la depuración de los listados de los hospitales y una revisión más detenida de las inscripciones fuera de plazo de muertes ocurridas en estos años, trabajo que abordamos en la actualidad.

P.- Muchos de las personas que citáis eran afiliados de la CNT, cuadros algunos de ellos. ¿Tan importante era la CNT en aquellos años en Huesca? 

VPL.- La CNT era el sindicato más importante en Aragón, particularmente en Zaragoza donde la implantación era enorme. Figuras de la trayectoria de compromiso y pedagogía libertaria como Ramón Acín constituían un referente que abonaba la extensión de la militancia. Por otra parte la CNT protagoniza muchos conflictos sociales y organiza a una masa obrera que de otro modo no hubiera logrado mejoras laborales y progreso personal. 

La alfabetización, la extensión de la cultura, la socialización a través de la organización tanto de los jóvenes como de los mayores, constituían ejes de la acción sindical que arraigaban con fuerza en la sociedad.

RMO. La afiliación e implantación de la CNT en Aragón, no lo era sólo a nivel urbano en la capital, Zaragoza, sino que desde el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, al desarrollo del V Congreso confederal de la CNT celebrado precisamente en Zaragoza en mayo de 1936 y las posteriores giras de propaganda en la región ofrecen una perspectiva de crecimiento, desarrollo y constitución de sindicatos anarcosindicalistas en numerosas localidades, especialmente lo vemos en la provincia de Huesca, ámbito de nuestra investigación. 

No solo se constituyen los sindicatos únicos, adscritos a la CNT, sino que se crean grupos específicos anarquistas de la FAI, grupos de juventudes libertarias, ateneos libertarios, escuelas racionalistas y cooperativas de consumo. Hay una verdadera cultura obrera implantada también en el ámbito rural, que serviría de base para los futuros ensayos del colectivismo libertario, base humana de la que la represión fascista se nutrirá a la hora de represaliar a militantes comprometidos con todas estas organizaciones y procesos experimentados. 

P.- Las voces de vuestro Diccionario tienen extensiones diversas. ¿De qué ha dependido? ¿De la importancia político-sindical de la persona asesinada? ¿De vuestras fuentes informaciones? 

VPL.- La extensión de cada una de las entradas de nuestro diccionario biográfico ha dependido de la información a la que hemos podido acceder en los archivos y a través de otras fuentes como la prensa y las entrevistas a familiares. Hay voces muy largas de escasa complejidad y otras cortas donde cada párrafo ha costado un enorme esfuerzo.

 Hemos procurado, en cualquier caso, imprimir un ritmo narrativo que no aburra al lector, de modo que no hemos volcado información de aluvión, fechas desnudas, nombres sin contexto. Tampoco hemos abusado de las notas a pie de página y siempre que ha sido posible esa información se ha incorporado al cuerpo del texto. 

Asimismo, para situar cada circunstancia y a cada protagonista, introducimos llamadas a otras voces entre corchetes cuando varias personas participan del mismo hecho o tienen vínculos comunes, de manera que se abordan determinadas cuestiones desde varios puntos de vista. Todos los nombres es un gran mosaico compuesto por una miríada de teselas que arrojan luz sobre la violencia desatada por el fascismo durante la guerra y la primera y dura posguerra.

 Aparte del caso de Ramón Acín y su compañera, que habéis explicado antes, ¿algún otro caso que os haya impresionando especialmente? 

VPL.- Cada caso impresiona, con cada persona se comete un acto de vileza y barbarie. Tras cada muerte hay una injusticia flagrante, un desgarro imposible de sanar para su viuda, sus hijos, padres, amigos … Con todo, hay historias que sobrepasan lo imaginable como la del alcalde de la localidad de Loporzano, Rafael Montori Ara, de 39 años, padre de cuatro hijas, encarcelado en Huesca desde el primer momento tras la sublevación. 

El 12 de agosto, cuando su hija Presentación, de 15 años, le llevó a la cárcel la fiambrera con la comida le devolvieron la cesta con la cabeza cortada de su padre. Presentación enloqueció, enfermó gravemente y murió muy joven. Esa cabeza fue expuesta en la plaza más céntrica de Huesca para escarmiento y amenaza de toda la población.

Hay otros casos conmovedores como el del hospiciano de 17 años Luis Campo Lacasa, fusilado por guardar panfletos lanzados sobra la ciudad por la aviación republicana; el médico Alfonso Gaspar y Soler, que salvó la vida de Franco operándolo de urgencia en la batalla de El Biutz, en África, en junio de 1916 y no quiso pedir clemencia llegado el momento porque sabía que su antiguo compañero detestaba esa palabra y lo que significaba; el juez de instrucción Juan Llidó Pitarch, que se atrevió a desafiar razonadamente por escrito al gobernador militar de la plaza que lo había detenido por desafecto; tragedias familiares como la de los hermanos Francisco, Ángel y Matías Atarés Oliván, de la CNT, los tres fusilados, al igual que Alberto, Antonio y Faustino Pueyo Peleato; Lorenzo Casasín y su hija Nieves, asesinados juntos el 15 de octubre; María Cruz Ballarín y su madre Marcelina Moreu, llevadas al paredón el 21 de enero de 1937; la inicua muerte de Isidoro Monclús Salas frente a un pelotón de la Guardia Civil, un hombre justo que ayudó a cuantos se lo pidieron incluso poniendo en riesgo su vida pero al que le negaron avales y reconocimientos enviándolo a la muerte el 13 de agosto de 1940 … Todas las historias sobrecogen y afligen. 

P.- ¿No habéis encontrado rechazos por parte de familiares o de personas de los pueblos en vuestras investigaciones? En el pueblo de mis padres, las heridas siguen muy presentes. Se ven incluso en el cementerio. 

VPL.- Ha habido de todo, naturalmente. En una investigación tan prolija y con tantos informantes puedes encontrar grandes colaboradores y enormes boicoteadores. En general los familiares nos han abierto sus puertas y han respondido a las entrevistas.

 Hemos asistido a escenas de enorme impacto emocional cuando hijos de fusilados han relatado las circunstancias trágicas vividas tras la muerte del padre. Hemos desatado recuerdos en cascada narrados por personas que nunca antes habían contado lo vivido y lo sabido. Se han producido reencuentros familiares entre personas que habían perdido la relación por las circunstancias que fueran y al hablar con nosotros y saber de la existencia de los suyos se han puesto en contacto.

Las familias han vivido y asumido de muy distintas maneras el hecho irreparable y brutal del fusilamiento, a veces incluso con rabia y reproche hacia la propia víctima «por haberse metido donde no le llamaban», como si él mismo hubiera buscado su trágico destino, lo que acarreó como consecuencia dejar viuda e hijos, en un elocuente caso de franquismo sociológico tan incrustado todavía en la sociedad; otros han asumido mansamente un destino contra el que es imposible rebelarse; muchos, en cualquier caso, han reivindicado el coraje asumido por su pariente represaliado para el que exigen memoria y justicia; también hemos hallado cierta indiferencia en ocasiones producto de la idea tan extendida de para qué remover el pasado, reabrir las heridas... Reflejos todos, en definitiva, de la condición humana, varia y compleja.

Hay que señalar también que la publicación del libro nos ha deparado muchas satisfacciones en forma de agradecimientos personales y familiares. En realidad las páginas de nuestro libro han sanado muchas heridas. Julián Casanova nos acompañó en la presentación en Zaragoza y lo expresó de este modo: «Todos los nombres es un libro para pensar, para reflexionar, para difundir. Abre caminos, abre grietas, abre esperanzas también, recompensa, retribuye moralmente a muchísima gente que se ve allí reflejada, a las familias…» 

¿Cómo han recibido vuestra aportación los historiadores interesados en nuestra guerra? ¿Qué tipo de críticas habéis tenido?  

VPL.- Nadie «se ha atrevido» a decir nada… No ha habido críticas, al menos de las que tengamos noticia. No obstante, queda claro el elogioso comentario del catedrático de la Universidad de Zaragoza Julián Casanova. También el profesor Juan Carlos Ferré se refirió a nuestro trabajo: «Es un libro de paz. Todos los nombres tiene que ver con los procesos de paz que ha sido agraviada u ofendida cuando se comete un ataque sistemático y generalizado contra la población civil, cuando se ha cometido un crimen de lesa humanidad. Es un libro que se solidariza con las víctimas y con el dolor ajeno».

 Víctor Juan, director del Museo Pedagógico de Aragón y profesor de la Escuela de Magisterio señaló certeramente la perspectiva de esta monografía: « Es un libro de dolor y de dignidad, de memoria y de reconocimiento».  (...)

Mil gracias por vuestro tiempo, por vuestro trabajo y por vuestra generosidad. ¿Queréis añadir algo más? 

VPL.- Nos gustaría que los lectores se acercaran a Todos los nombres, sin prejuicios localistas, considerando que las historias allí recogidas no son crónicas provincianas, sino que tienen una dimensión nacional enmarcada en una guerra que en Huesca, en Aragón que fue el frente de Cataluña, tuvo unos tintes de tragedia inmensos. 

Nuestro libro explica con mejor o peor fortuna narrativa hechos reales, contrastados con rigor y contextualizados en sus justos términos desde una perspectiva historiográfica y ética. Incorpora muchos nombres porque la represión no fue anónima y requirió de una maquinaria engrasada por la suma de muchas voluntades para acabar, aniquilar al contrario y a los suyos. 

Constatamos la dimensión de brutalidad y violencia desatadas a partir del golpe de Estado, y consideramos que es necesario contar lo ocurrido porque los crímenes de lesa humanidad no prescriben, se deben dar a conocer y dejar constancia escrita. Es de justicia si queremos ir progresando en esta sociedad de tan escasa calidad democrática en demasiados aspectos. 

RMO. Ha sido una labor intensa y rigurosa hasta donde nos han permitido profundizar los archivos y los testimonios orales, una labor de memoria para dar vida a aquellas personas a las que se la arrebataron tan injustamente. 

(Entrevista a Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal sobre el libro Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945), Rebelión, Salvador López Arnal, 05/12/18)

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