"La justicia argentina ha vuelto a hacer
historia al condenar, por primera vez, a dos ex altos cargos de empresas
privadas vinculadas con la detención y tortura de personas durante la
dictadura militar.
El hito no es, ni mucho menos, menor. Esta condena
–los fundamentos jurídicos se conocerán en marzo-, que inaugura la
sanción de la responsabilidad de civiles en delitos de lesa humanidad
vinculados con el Terrorismo de Estado, marca el camino para depurar las
responsabilidades de muchos grandes empresarios en la dictadura
argentina -los activistas prefieren el término cívico-militar para
resaltar la participación de grandes empresas en el proceso-.
Pedro
Müller, ex jefe de Manufactura de la planta de la empresa Ford en la
localidad bonaerense de General Pacheco –a escasos kilómetros de la
ciudad de Buenos Aires-, ha sido condenado a 10 años de prisión y Héctor
Sibilla, ex jefe de Seguridad de la planta, a 12 al “considerarse
probado que fueron partícipes necesarios” en el secuestro y tortura de
24 trabajadores de la empresa en 1976.
La condena, hecha pública este martes en
la sala del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de San Martín
también condenó a 15 años de prisión al que fuera jefe del Comando de
Institutos Militares de Campo de Mayo, Omar Rivero por su participación
en los hechos. Todos los trabajadores eran delegados sindicales. Los
tres acusados fueron condenados por los cargos de “detención ilegal” y
“tormentos agravados”.
El marco en el que se produjeron estos
gravísimos delitos fue el de la dictadura militar que gobernó a sangre y
fuego la República argentina entre 1976 y 1983. Sólo un día después del
golpe de estado (que sucedió el 24 de marzo del 76) los directivos de
la empresa mantuvieron una reunión con los representantes de los
trabajadores en la que se anunció la disolución de la Comisión Interna
(órgano de representación de los trabajadores) bajo la excusa de que “la
empresa Ford Argentina pasa a ser objetivo y prioridad militar”.
La
reunión, según explica una nota publicada por el Centro de Estudios Legales y Sociales,
acabó con una velada amenaza hacia uno de los sindicalistas. Guillermo
Galarraga, gerente de relaciones industriales de la compañía, dijo:
“Amoroso, dele saludos a Camps” –en relación al Coronel Ramón Camps,
célebre represor durante el ‘proceso militar argentino’-. Al preguntar
que quién era ese Camps, Galarraga respondió “ya se va a enterar”.
Esta condena es, sencillamente,
histórica. “Hasta el momento ya tenemos unos 850 condenados por hechos
relacionados con la represión y el terrorismo de Estado durante la
dictadura: pero siempre son los que tuvieron a cargo la ejecución de los
hechos, o quienes dieron las órdenes o los que pusieron los recursos
para ello desde el ámbito militar”, explica Elizabeth Gómez Alcorta,
abogada que ha participado en la causa y que investiga otros 25 casos
similares.
“Ahora queda demostrado que una empresa puede usar las
estructuras de la producción y sus recursos para llevar adelante delitos
de lesa humanidad contra los trabajadores”, añade. Aquí reside lo
realmente novedoso. “Esto no lo habíamos visto nunca”.
La causa dio inicio en 2002. Y en todos
estos años han pasado muchas cosas. Entre ellas la muerte de uno de los
imputados –el ya mencionado Guillermo Galarraga- y de 12 de los 24
trabajadores que fueron secuestrados y torturados en su propio centro de
trabajo. Y ahí está la clave de todo. Los gerentes implicados
organizaron, en connivencia con las autoridades militares, un centro
clandestino en la propia fábrica dónde los trabajadores señalados –por
su militancia política o sus reclamos laborales- eran detenidos
ilegalmente y torturados.
Carlos Propato era delegado sindical
cuando lo secuestraron. “Aquel 13 de abril de 1976 me arruinaron la
vida. Y más allá de los años de cárcel, y los destrozos físicos que me
hicieron –en alusión a las torturas- lo peor que nos pasó es que nos
marcaron con una cruz a fuego en la frente. Los trabajos no nos duraban
más de 15 días y muchas familias quedaron totalmente destruidas. Yo
vendía pan casero para poder sobrevivir”, rememora.
Hoy Propato ya es “un hombre grande” y no
hay día que no recuerde el infierno que se inició en las instalaciones
de la Ford en Argentina. Pero hoy es un día de celebración: “simples
obreros han podido demostrar que una de las multinacionales más
poderosas del mundo participó en la dictadura argentina. Estamos muy
contentos y emocionados, porque fueron muchos años de trabajo y por el
camino quedaron 30.000 compañeros”, sentenció el ex trabajador de Ford
en alusión a los desaparecidos de la dictadura argentina.
Pero más allá de los años de condena, los
fundamentos jurídicos del caso o las consecuencias que esto puede
acarrear en el futuro, el fallo del tribunal bonaerense tiene un alto
contenido simbólico. “Nadie está exento de la responsabilidad o está
amparado por la impunidad si evita mancharse las manos de sangre”,
señala la letrada Gómez Alcorta.
“Lo novedoso y diferente del fallo es
que se prueba la responsabilidad empresarial en la comisión de delitos
de lesa humanidad y eso no había pasado antes en ninguna parte: ni en
los Juicios de Nuremberg". En esto, Argentina también marca el camino a
seguir." (José J. Jiménez, eldiario.es, 12/12/18)
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