9/5/18

La homilía del sacerdote invitaba a sublevarse contra los presos. Se organizó una manifestación amenazante hacia la cárcel donde querían sacar a los presos y quemarlos vivos...

"(...) Mi abuelo Fabián Valencia Lerga (21 Enero 1903), de profesión albañil lo sacaron de su casa y fue encarcelado en Julio del 36 sin ningún motivo, dejando a su mujer Claudia embarazada de 8 meses y a su hija Isabel de 2 años. Mi madre nació un 16 de Septiembre de 1936 y lo que primero pensó mi abuela Claudia fue llevar a su niña a la cárcel a que su padre la conociera. 

Le negaron la entrada porque iba con esa criaturita. Sin otro pensamiento en aquellos momentos tan duros y dolorosos, se fue a la parte trasera de la cárcel donde había un pinar y levantando el bultito hacia la cárcel esperaba que su marido fuera capaz de ver a su nueva hija. La doble desgracia es que mi madre jamás conoció a su padre ni tampoco su padre la conoció a ella.

Todo empezó un 18 de octubre cuando se celebraba el funeral del teniente Castiella del ejército sublevado y muerto en el frente. La homilía del sacerdote invitaba a sublevarse contra los presos con estas palabras “….estos honrados hijos del pueblo, defensores de la Patria y la Religión, están muriendo en el frente y los enemigos de la Patria y de la Iglesia siguen vivos”. 

Se organizó una manifestación amenazante hacia la cárcel donde querían sacar a los presos y quemarlos vivos. Entre los carlistas y falangistas de uniforme se sumaron los matones a sueldo. Frustrado el linchamiento, los carlistas en su mayoría se dirigieron a las autoridades para conseguir los permisos de fusilamiento aludiendo al clamor popular que así lo pedía.

Dos días más tarde comunicaron a los presos que les iban a trasladar a Burgos y que no se acostaran. La orden iba firmada por el General Solchaga. A las dos y media de la mañana del 21 de octubre un numeroso grupo de requetés de Pamplona llego a la cárcel y leyeron la lista de los que iban a ser “trasladados”. 

En total se contabilizaron 64 personas de los cuales 27 eran de Tafalla y entre ellos estaba mi abuelo Fabián (33 años). Llenaron dos autobuses de la Tafallesa y al ver que los autobuses se desviaban de Pamplona tomando dirección a Monreal algunos forcejearon. Cuando llegaron en el paraje llamado “la Tejeria” habían ya preparadas varias fosas. 

Los sacaron en grupos, atados con alambre por parejas, mientras varios curas daban la confesión (¡malditos todos!). Tras asesinarlos, un requeté supuestamente les daba el tiro de gracia tirándolos a continuación a las fosas. Acabada la matanza los cuerpos fueron cubiertos con una capa de cal y enterrados por los horrorizados vecinos, a quienes se les obligo a participar. 

Cuando se localizaron las fosas y se sacaron los huesos 41 años después, estos seguían impregnados de esa cal, y muy poquitas calaveras tenían ese tiro de gracia. Doy crédito de lo que vi pues ayude a sacar a mi abuelo.  (...)

El texto fue publicado por su nieta Olga Uyarra el 29 de Noviembre de 2016, en Búscame en el ciclo de la vida, y en Nabarralde. El nombre de Fabián Valencia Lerga aparece en los listados de Los crímenes de Franco en Euskal Herria, 1936-1940 (Iñaki Egaña), y en Errepublika"                           (Documentalismo Memorialista y Republicano, 03/04/18)

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