"Guillermo Sánchez conoció a Ignacio Echeverría en uno de los skateparks de Londres, a principios del curso pasado. Compartían la afición por el patinaje y solían quedar a practicar. La tarde del atentado de Londres
se encontraron junto al Tate Modern, a unos dos kilómetros y medio del
Borough Market, donde se toparon con los terroristas.
Sánchez había
llegado más tarde y sin patín porque no se encontraba bien, pero Javier
—un tercer amigo español— e Ignacio llevaban ya tiempo allí grabando
algunos trucos, cuenta este estudiante de 25 años por teléfono. Cuando
les entró hambre, Sánchez sugirió un restaurante por la zona de
Whitechapel y los tres emprendieron un camino que no llegaron a terminar.
Foto: Ignacio Echeverría Leon Neal (Getty Images) / EPV / AP
Cogieron una de las bicicletas públicas que hay repartidas
por la ciudad. Ya en Borough Market, vieron a un hombre que se
tambaleaba y parecía estar "borracho". Eso fue lo que les detuvo.
El
amigo del español fallecido recuerda que se pararon en fila india, con
Echeverría a la cabeza, seguido de Sánchez y de Javier, cada uno con su
bicicleta. Fue entonces cuando vieron aproximarse lo que en un principio
creían que era una pelea. Un instante después, un policía pasó
corriendo, alcanzó la reyerta y se desplomó.
A su lado, una mujer
recibía lo que califica de puñetazos —ahora entiende que eran
cuchilladas—. "Me estoy fijando en ella y, de repente, veo a Ignacio que
está allí y comienza a pegarles con el patín", afirma Sánchez.
"Entonces cae al suelo, no sé cómo, no sé si porque se resbala o lo que
sea, pero se cae", prosigue.
Tras unos "microsegundos", se
aproximó hasta donde yacía su amigo "bocarriba" y vio cómo uno de los
atacantes le asestó un "cuchillazo" en el costado. En ese momento él no
oyó ningún disparo. "Yo no vi que le dieran más cuchillazos", explica.
Luego uno de los terroristas miró a Sánchez y le gritó algo que no
entendió.
Lo tenía a un metro y medio. Javier estaba algo más retrasado.
Los otros atacantes se mantenían juntos, cerca de Echeverría —duda
entre dos o tres—. "Lo último que recuerdo es a Ignacio consciente,
tumbado bocarriba agarrando el patín". En ese momento él no oye ningún
disparo.
Ante el miedo de que los atacantes se abalanzaran sobre
él y "temiendo por su vida", Sánchez les tiró una de las bicicletas y
salió corriendo junto a Javier. "Llevaban cuchillos jamoneros",
manifiesta.
Fue la última vez que vieron a Echeverría. En aquel momento
no era consciente de si aquello se trataba de un ataque terrorista o de
otra cosa; siguieron la carrera entre la “marabunta” de gente, hasta que
pensaron en volver a por su amigo. Pero ya era tarde. La policía les
impidió el paso.
Los agentes les llevaron a un bar, donde
permanecieron unos minutos junto a más viandantes. Sánchez pensó que la
policía no sabía qué estaba pasando y trató de apercibirles. “Yo sé
quiénes son. He estado ahí. Sé lo que está pasando”, les gritó. Mientras
estaban en el local, escuchó algunos disparos. Tras dejarles salir, la
policía les mandó salir corriendo.
Juntos y en estado de shock,
Guillermo y Javier comenzaron a llamar a la Embajada y a números de
emergencia que aparecían en los medios para localizar a su amigo.
Acordaron no avisar a la familia de Echeverría para "no alertarles"
innecesariamente.
A la mañana siguiente y al verse sin noticias de su
amigo ni de las autoridades, decidieron poner en conocimiento de la
situación a sus allegados. Buscaron a una de las hermanas por Facebook y
le contaron lo ocurrido. Desde entonces se han mantenido en contacto
por teléfono con ella y con otros parientes del hasta hoy desaparecido.
Hasta
este miércoles por la mañana, cuando Sánchez ha contado a EL PAÍS su
testimonio, no conocía a los familiares de su amigo Ignacio físicamente.
Pero se disponía a hacerlo y había quedado con uno de sus hermanos unas
horas más tarde. Poco después, una de las hermanas comunicó en su
perfil de Facebook que Echeverría había sido identificado como una de las ocho víctimas mortales del atentado terrorista.
Joaquín
Echeverría ha contado a EFE que en el encuentro que mantuvo este
miércoles con los amigos de Ignacio volvieron a relatarles con más calma
los últimos momentos de su hermano. "Estaban hechos polvo y nos pedían
perdón. Y les hemos tranquilizado", ha manifestado." (VIRGINIA MARTÍNEZ , El País, 08/06/017)
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