"(...) Luque abunda en que la cifra oficial que conocemos como cierta es la que se ha documentado hasta 1952: 30.000 niños robados.
Pero no existen cifras cuantificadas de bebés robados en maternidades
públicas y privadas desde los años 50 a los 90, entrada la democracia,
porque el Estado no ha cumplido con su obligación de investigar. Aunque
todo apunta a que son miles los casos de bebés que fueron entregados a
otros padres y mantienen identidades biológicas falsas.
En este sentido, Bahamonde recuerda que el origen del robo de niños
arranca en el franquismo porque “la naturaleza criminal del régimen”
consideraba a los hombres y mujeres, también a los niños de los
vencidos, como “seres infrahumanos”.
Por su parte, la historiadora Mirta Núñez recuerda que la Iglesia fue la colaboradora
en el “adoctrinamiento y el robo de bebés”. Incluso muchos colegios
religiosos “fueron habilitados como cárceles” donde se cometieron estos
crímenes.
Y es precisamente la Iglesia la que mantiene cerrados sus
archivos a las víctimas, como recuerda el sociólogo Francisco González
de Tena, autor de Nos encargamos de todo. Robo y tráfico de bebés en España. González de Tena afirma que “aquí ha habido una estructura de historicidio, una forma de anular la parte de la historia que no gusta a determinados estamentos de la sociedad, precisamente los más poderosos”.
Pero el robo de niños siguió en democracia. A un número muy elevado
de mujeres también les dijeron que su hijo o hija había muerto. Al móvil
ideológico le siguió después el económico. En muchos casos, los mismos
médicos franquistas, ligados al Opus Dei, continuaron con las mismas
prácticas en democracia, las mismas órdenes religiosas y la complicidad
de abogados, notarios, curas, comadronas, empresas funerarias...
Ése fue
el caso de Cristina Moracho, hoy vicepresidenta de la asociación
Adelante Bebés Robados. “Fuimos sus vacas parideras”, afirma. Su caso ha estado presente en estas jornadas
de la Carlos III. “Mi hijo nació en casa en 1984. Vi a mi hijo y fui yo
quien cortó el cordón umbilical y lo até con hilo de coser”. Después
fue trasladada al Clínico de Madrid “y ya no lo vi más”. Le dijeron que se había muerto y ya se lo habían llevado al cementerio. Ella tenía 17 años. Asegura que se lo robaron.
El periodista Paco Lobatón, responsable del programa de TVE Quién sabe dónde
(1992-1998), aseguró en el encuentro: “Entonces emergían historias de
desaparecidos, y de repente surgió una legión de buscadores, mujeres y
hombres”. Ninguna de las denuncias –más de 2.000– ha prosperado. Sólo una, en el Juzgado 46 de Madrid, podría sentar en breve en el banquillo al ginecólogo Eduardo Vela. (...)
Por su parte, Luque concluye que “las víctimas y la sociedad necesitamos conocer la verdad. Nuestra meta debe ser que sea tipificado como crimen contra la humanidad y que sea el Estado el que se haga cargo de procurar la justicia y la verdad”. " (María José Esteso Poves, Diagonal, 04/11/16)
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