"(...) Recuerda que nada más iniciarse la guerra, empezó también la “huida” de
los mayores para ocultarse de las bandas falangistas, “que venían a
robar y asesinar”. “Y no hacía falta tener mucha 'etiqueta' de
revolucionario, todo el mundo era bueno para 'pasarlo' al camión y a la
cuneta”.
Con once años, él y otros menores ayudaban a ocultar a los
perseguidos por la guardia civil o la Falange. Con la perspectiva que
aportan los años, el exguerrillero rebate lugares comunes, como el de
“echarse al monte”.
“Nosotros formábamos parte de una guerrilla rural, y
también urbana, pero no luchábamos en el monte”. Asimismo resalta la
semilla de las ideas frentepopulistas y republicanas, sin las cuales no
se entiende el movimiento y se habla por ejemplo de bandolerismo.
También se ha ninguneado el rol de las mujeres y los niños en la
resistencia. La mayor parte de los guerrilleros que “Quico” conoció en
las comarcas leonesas eran autóctonos, aunque algunos habían escapado de
los batallones que laboraban en las minas de carbón o de wolframio.(...)
El itinerario vital y político del guerrillero está recogido en el
libro “Guerrillero contra Franco”, publicado por las editoriales
Syllepse (2000), A Nosa Terra (2006) y Latorre Literaria (2011); también
en su blog “Memoria Cautiva” y en el audiovisual “Memoria Histórica.
Guerrillero contra Franco”.
Natural de Cabañas Raras (El Bierzo), desde
pequeño conoció una guerrilla muy vinculada a la sociedad; había miles
de enlaces y casas que acogían a los guerrilleros. “Los jóvenes nos
reuníamos con ellos para que nos hablaran y entusiasmaran”, destaca
Francisco Martínez en el Centre Octubre de València.
Los encuentros
también tenían el objetivo de que, poco a poco, los muchachos se
ofrecieran para repartir octavillas y buscaran familias en otros
pueblos, que ampliaran la base de apoyo. Así fue tejiéndose la red
popular. Otras veces se utilizaba el sabotaje. “Quico” destaca un punto
capital de la resistencia armada: “No hubo una cúspide política que
decretara la existencia de la guerrilla, ésta surgió de la autodefensa
durante la guerra civil”.
Al finalizar la segunda conflagración mundial,
la resistencia previó un contexto favorable en la lucha contra el
dictador (por un supuesto apoyo aliado que nunca llegó) pero,
sobrevenida la Guerra Fría y la política de bloques, “los occidentales
entendieron que Franco era el mejor partido para evitar que en España
hubiera un cambio 'radical' que escapara a su control”, explica
Francisco Martínez.
“Quico” fue un activista entre muchos en
los grupos de apoyo, al que descubrió la policía y el recurso que
utilizó, antes de que le aplicaran la 'ley de fugas”, fue alistarse en
el movimiento guerrillero. Sucedió el 22 de septiembre de 1947. Se
trataba de continuar la lucha por otros medios.
“Todas estas
expresiones, diferentes pero no contradictorias del movimiento popular,
no están hoy suficientemente matizadas”, señala “Quico”. Pero sí destaca
el trabajo de algunos historiadores, como Ana Cabana, profesora en la
Universidad de Santiago de Compostela y autora -entre otros textos- de
“Entre a resistencia e a adaptación: a sociedade rural galega no
franquismo (1936-1960)”, que caracteriza a la oposición antifranquista
con todas sus raíces populares.
El activista resalta la importancia del
sujeto, de la biografía: “La historia personal nos construye una
cultura”. Considera que detrás de todo militante, sea comunista,
anarquista, socialista o republicano, “hay una ética y unas cualidades
humanas”. Y a pesar de las diferencias ideológicas, subyace una causa
común. En otros términos, “la compatibilidad de las diferencias”, un
principio que defiende también para el presente.
Este sentido
de la pluralidad lo vivió en casa de sus padres, donde acudían los
compañeros del PCE, la CNT o el PSOE. El padre de “Quico” se apuntó a
las ideas socialistas, mientras que el veterano exguerrillero optó por
la militancia en el PCE desde 1944, “con todo lo que unos y otros me
enseñaban”.
A los comunistas como él, afirma, “se nos daba la consigna
de resistir y nosotros teníamos ese entusiasmo por la resistencia; pero
después se nos introdujo una cultura ‘exterior’ y partidista, que quería
hegemonizar un movimiento que era plural”. Y llegaron los “choques” y
las “arbitrariedades”, “se perdió la noción de quién es el enemigo, que
pasó a ser el que tienes dentro”. Hoy Francisco Martínez López se
continúa considerando comunista, con aquellos que entregaron su vida
contra el fascismo: ése es el Partido.
El pasado 11 de
septiembre “Quico” escribió una carta abierta a la dirección del PCE,
titulada “Ése pasado que no tiene que caer en el olvido”, en la que
demanda responsabilidades. Pide al Partido que reconozca públicamente
los “repugnantes métodos” utilizados en los años de la guerrilla
antifranquista, y la rehabilitación de quienes los sufrieron. En el
texto se refiere a “ejecuciones sumarias” impuestas por la dirección.
La
misiva detalla las circunstancias de Víctor García Fernández, de 63
años, que en 2009 descubrió que su padre, Víctor García García “el
brasileño”, fue asesinado en enero de 1948 cerca de Lalín (Pontevedra),
por orden del Comité Central. “La respuesta ante tal arbitrariedad ha
sido el silencio”, critica. Además, lleva varias décadas trabajando por
el reconocimiento político de la guerrilla antifranquista y denunciando
los “pactos de silencio” que fundamentaron la Transición. (...)" (Enric Llopis , Rebelión, 02/11/16)
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