8/11/16

“No hacía falta ser muy revolucionario para que los falangistas te mandaran a la cuneta”

"(...) Recuerda que nada más iniciarse la guerra, empezó también la “huida” de los mayores para ocultarse de las bandas falangistas, “que venían a robar y asesinar”. “Y no hacía falta tener mucha 'etiqueta' de revolucionario, todo el mundo era bueno para 'pasarlo' al camión y a la cuneta”.

 Con once años, él y otros menores ayudaban a ocultar a los perseguidos por la guardia civil o la Falange. Con la perspectiva que aportan los años, el exguerrillero rebate lugares comunes, como el de “echarse al monte”. 

“Nosotros formábamos parte de una guerrilla rural, y también urbana, pero no luchábamos en el monte”. Asimismo resalta la semilla de las ideas frentepopulistas y republicanas, sin las cuales no se entiende el movimiento y se habla por ejemplo de bandolerismo.

 También se ha ninguneado el rol de las mujeres y los niños en la resistencia. La mayor parte de los guerrilleros que “Quico” conoció en las comarcas leonesas eran autóctonos, aunque algunos habían escapado de los batallones que laboraban en las minas de carbón o de wolframio.(...)

 El itinerario vital y político del guerrillero está recogido en el libro “Guerrillero contra Franco”, publicado por las editoriales Syllepse (2000), A Nosa Terra (2006) y Latorre Literaria (2011); también en su blog “Memoria Cautiva” y en el audiovisual “Memoria Histórica. Guerrillero contra Franco”. 

Natural de Cabañas Raras (El Bierzo), desde pequeño conoció una guerrilla muy vinculada a la sociedad; había miles de enlaces y casas que acogían a los guerrilleros. “Los jóvenes nos reuníamos con ellos para que nos hablaran y entusiasmaran”, destaca Francisco Martínez en el Centre Octubre de València. 

Los encuentros también tenían el objetivo de que, poco a poco, los muchachos se ofrecieran para repartir octavillas y buscaran familias en otros pueblos, que ampliaran la base de apoyo. Así fue tejiéndose la red popular. Otras veces se utilizaba el sabotaje. “Quico” destaca un punto capital de la resistencia armada: “No hubo una cúspide política que decretara la existencia de la guerrilla, ésta surgió de la autodefensa durante la guerra civil”. 

Al finalizar la segunda conflagración mundial, la resistencia previó un contexto favorable en la lucha contra el dictador (por un supuesto apoyo aliado que nunca llegó) pero, sobrevenida la Guerra Fría y la política de bloques, “los occidentales entendieron que Franco era el mejor partido para evitar que en España hubiera un cambio 'radical' que escapara a su control”, explica Francisco Martínez. 

“Quico” fue un activista entre muchos en los grupos de apoyo, al que descubrió la policía y el recurso que utilizó, antes de que le aplicaran la 'ley de fugas”, fue alistarse en el movimiento guerrillero. Sucedió el 22 de septiembre de 1947. Se trataba de continuar la lucha por otros medios. 

“Todas estas expresiones, diferentes pero no contradictorias del movimiento popular, no están hoy suficientemente matizadas”, señala “Quico”. Pero sí destaca el trabajo de algunos historiadores, como Ana Cabana, profesora en la Universidad de Santiago de Compostela y autora -entre otros textos- de “Entre a resistencia e a adaptación: a sociedade rural galega no franquismo (1936-1960)”, que caracteriza a la oposición antifranquista con todas sus raíces populares. 

El activista resalta la importancia del sujeto, de la biografía: “La historia personal nos construye una cultura”. Considera que detrás de todo militante, sea comunista, anarquista, socialista o republicano, “hay una ética y unas cualidades humanas”. Y a pesar de las diferencias ideológicas, subyace una causa común. En otros términos, “la compatibilidad de las diferencias”, un principio que defiende también para el presente. 

Este sentido de la pluralidad lo vivió en casa de sus padres, donde acudían los compañeros del PCE, la CNT o el PSOE. El padre de “Quico” se apuntó a las ideas socialistas, mientras que el veterano exguerrillero optó por la militancia en el PCE desde 1944, “con todo lo que unos y otros me enseñaban”. 

A los comunistas como él, afirma, “se nos daba la consigna de resistir y nosotros teníamos ese entusiasmo por la resistencia; pero después se nos introdujo una cultura ‘exterior’ y partidista, que quería hegemonizar un movimiento que era plural”. Y llegaron los “choques” y las “arbitrariedades”, “se perdió la noción de quién es el enemigo, que pasó a ser el que tienes dentro”. Hoy Francisco Martínez López se continúa considerando comunista, con aquellos que entregaron su vida contra el fascismo: ése es el Partido. 

El pasado 11 de septiembre “Quico” escribió una carta abierta a la dirección del PCE, titulada “Ése pasado que no tiene que caer en el olvido”, en la que demanda responsabilidades. Pide al Partido que reconozca públicamente los “repugnantes métodos” utilizados en los años de la guerrilla antifranquista, y la rehabilitación de quienes los sufrieron. En el texto se refiere a “ejecuciones sumarias” impuestas por la dirección. 

La misiva detalla las circunstancias de Víctor García Fernández, de 63 años, que en 2009 descubrió que su padre, Víctor García García “el brasileño”, fue asesinado en enero de 1948 cerca de Lalín (Pontevedra), por orden del Comité Central. “La respuesta ante tal arbitrariedad ha sido el silencio”, critica. Además, lleva varias décadas trabajando por el reconocimiento político de la guerrilla antifranquista y denunciando los “pactos de silencio” que fundamentaron la Transición. (...)"                 (Enric Llopis , Rebelión, 02/11/16)

No hay comentarios: