"(...) Según los datos facilitados por diversos testigos, a un metro de
profundidad, en estos campos que rodean la localidad de Cobertelada, se
hallan los restos mortales de seis hombres asesinados por el franquismo.
No se trata de políticos, guerrilleros ni sindicalistas; su trabajo era
muchísimo más peligroso para la "Nueva España": Eran maestros de
escuela. (...)
"Hay que recordar que en Soria no hubo combates. Aquí triunfó enseguida
la rebelión militar. Los maestros no llevaban ametralladoras ni
pistolas… aquí no hubo guerra; solo represión". (...)
En este tiempo he logrado encontrar a dos ancianos que, en su día,
fueron alumnos de mi tío. Han pasado 80 años pero se les ponían los ojos
vidriosos cuando le recordaban como un maestro ejemplar que trataba de
enseñarles y de hacerles pensar por sí mismos". (...)
En el expediente de depuración que se redactó 4 meses
después de la muerte de Eloy, se identifica al principal instigador de
su asesinato: el cura párroco del municipio. Con una correcta
caligrafía, el sacerdote definió el comportamiento del maestro como
"deficientísimo y deplorable en su aspecto religioso y profesional".
Iván Aparicio, presidente de Recuerdo y Dignidad, aporta un dato más:
"Eloy tuvo un enfrentamiento con este religioso. Fue el día del Corpus.
El maestro acompañaba a varios de sus alumnos al colegio cuando el
sacerdote le instó a llevarlos a misa. Eloy le dijo: "Primero la escuela
y después la iglesia". Fue su sentencia de muerte".
Eloy Serrano fue sacado de la prisión de Almazán, en la
que había sido encarcelado, junto a otros cinco hombres con historias y
"delitos" similares: Hipólito Olmo, maestro de Ajamil (Soria); Elicio
Gómez, maestro de La Seca (Soria); Victoriano Tarancón, maestro de
Perdiguera (Zaragoza); Martín Artola, vecino de Ateca (Zaragoza) y
Francisco Romero Carrasco, profesor en Guadalajara, matemático de
renombre mundial y amigo del poeta Antonio Machado.
Los seis fueron subidos a un camión y asesinados uno a uno, en un paraje
conocido como Los Tomillares. Varios agricultores, testigos del
fusilamiento, se encargaron de enterrarlos a la mañana siguiente.
Francisco Romero Carrasco era ya un reconocido
matemático mucho antes de la llegada de la II República. En 1919 creó,
junto a Antonio Machado, la Universidad Popular de Segovia, un espacio
de enseñanza con un claro objetivo: "Exponer elementalmente aquellas
enseñanzas que puedan ser inmediatamente aprendidas y utilizadas por los
obreros".
Ese deseo de acercar la cultura al pueblo
forjó una intensa amistad entre Machado y Romero Carrasco, que
compartieron pensión y también tertulia en el Casino de Segovia. El
poeta inmortalizó el nombre de su amigo en una poesía que escribió para
su boda, que publicó en 1923 y que tituló Bodas de Francisco Romero.
Romero fue director de las colonias de la Institución
Libre de Enseñanza y había estudiado metodología de las Matemáticas en
Francia, Bélgica y Suiza. Cuando se produjo la sublevación franquista
acababa de obtener una beca, de la que nunca pudo disfrutar, para
continuar su formación e investigación en Europa.
"Era una estrategia de exterminio que respondía a patrones sistemáticos…", afirma Iván. (...)"
Esta asociación tiene documentados 600 asesinatos
similares solo en la provincia de Soria: "Contamos además con otros
testimonios espeluznantes sobre la eliminación de maestros. En
Neguillas, los vecinos recuerdan cómo los niños se abrazaron a su
profesor, Domingo Hernando, para intentar que no se lo llevaran
detenido. Piensa en esos pequeños llorando y agarrados a su pantalón.
Fue inútil, acabó siendo asesinado".
En toda España
el franquismo depuró a más de 60.000 maestros. Se calcula que un mínimo
de 6.000 fueron asesinados. El resto sufrieron penas de cárcel,
destierro, inhabilitación… Víctor piensa en todos ellos mientras fija la
vista en la tierra que mueve la excavadora:
"Es una vergüenza que en el
siglo XXI toda esta gente esté tirada en los campos. Me imagino a mi
tío y a los otros maestros en la cárcel y después en el camión que les
condujo a la muerte. Estoy seguro de que, hasta el último momento,
estuvieron hablando de lo mucho que les faltaba por enseñar…". (...)" (eldiario.es, 27/10/16)
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