"(...) "Yo no vi cuando le pegaron el tiro pero sí cómo le tenían puesta la
pistola en la cabeza, para matarlo, y ese miedo queda siempre". María
Rosa, Elena, Josefa, Raquel, Rocío, María, Fina, Alicia... nombres de
mujer que reflejan el dolor causado por el franquismo. "Los fascistas
mataron a mi padre, no hizo absolutamente nada". (...)
Testimonios en femenino que pintan dramas familares penados en el mutismo de una España labrada sobre las cenizas de la guerra civil.
"Mi madre iba a verlo. La última vez... le dijeron que ya no tenía que
ir porque ya no estaba". Vencidos, quedaron sin nada. Sin vida. "En mi
familia mataron a tres. A mi padre, su hermano y a la hermana de mi
madre".
Como aquellas mujeres que al arrancar el
movimiento de Memoria Histórica, en los albores del siglo XXI, corrieron
despavoridas cuando alguien sacó una bandera republicana. Muertas de
miedo. Como si el terror, cuentan, en cualquier momento pudiera
regresar.
Por eso en muchos casos no contaban qué
ocurrió. "Y si pasa lo que sea y vienen a por mi hija... mejor que no
sepa nada", mascullaban. O como aquellas niñas que vestían trajes nuevos
el día de su primera comunión.
Un día feliz, recordado, en que el nuevo
ropaje estaba teñido de luto. Años más tarde llegó la pregunta: "Mamá,
si de todas formas ibas a hacernos un traje, ¿por qué de color negro". Y
la respuesta: "Porque era la única forma de protestar por la muerte de
tu padre".
"El dolor, los sentimientos y la lucha son universales", mantiene, y
palpables a través de "las voces de nueve mujeres que durante mucho
tiempo han estado silenciadas incluso para su propia familia".
El "mayor
arma del franquismo fue la represión", apunta Sara Gallardo. Y lo
hicieron "tan bien", recalca, que los ecos "siguen metidos a día de hoy
en nuestra sociedad". El miedo y el silencio, explican, como herencia
generacional de los represaliados por el franquismo, de 'Las víctimas
sin llanto'." (Público, 27/07/16)
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