"Joan Bautista Nos Fibla era una prueba viviente de la
responsabilidad directa y la arbitrariedad que el dictador Francisco
Franco tuvo en la deportación y el asesinato de miles de españoles en
los campos de la muerte de Hitler.
El dictador no solo pidió al régimen
nazi que encerrara y exterminara a los republicanos, que habían sido
hecho prisioneros por las tropas alemanas durante la invasión de
Francia, sino que tuvo la capacidad de liberar a aquellos deportados
españoles cuyas familias tenían importantes contactos en "la nueva
España".
En este caso, fue el propio cuñado de
Franco, el todopoderoso ministro de la Gobernación y de Asuntos
Exteriores, Ramón Serrano Suñer, quien gestionó ante la cúpula del III
Reich su liberación. 75 años después de dejar atrás las alambradas
electrificadas y el horno crematorio de Mauthausen, Joan Bautista ha fallecido a los 92 años de edad en su localidad natal de Alcanar (Tarragona).
Corría el verano de 1940 en el campo de refugiados de
Les Alliers, situado junto a la localidad francesa de Angulema.
Centenares de familias españolas, que habían cruzado la frontera huyendo
de la represión franquista, malvivían en ese lugar custodiadas por el
régimen pro-nazi de Vichy.
El 20 de agosto, las
tropas alemanas rodearon el campo y concentraron en su plaza central a
hombres, mujeres y niños. Joan Bautista estaba allí, junto a su padre
José, su hermana y su madre. Los soldados nazis les obligaron a subir a
un tren con rumbo desconocido.
José Alcubierre, que también viajaba con
su familia en ese convoy, relata a eldiario.es aquellos terribles
momentos: "No sabíamos a dónde nos llevaban. Unos decían que a España,
otros a Suiza. Estábamos muy asustados pero no podíamos ni imaginar que
nuestro destino iba a ser un lugar como Mauthausen".
Los 927 asustados pasajeros del tren pasaron cuatro días infernales en
el interior de los atestados vagones: "Teníamos que hacer las
necesidades en un bidón metálico -recuerda Alcubierre- . Apenas teníamos
comida ni agua y hacía un calor sofocante". El 24 de agosto el viaje
terminó en la estación de un pequeño pueblo de la Austria anexionada por
el Reich llamado Mauthausen.
Los varones mayores de
14 años fueron bajados de los vagones por un batallón de las SS. La
madre y la hermana de Joan Bautista gritaron desesperadamente intentando
que no se llevaran ni a él ni a su padre. Todo fue inútil, los nazis
enviaron en el mismo tren a todas las mujeres del convoy rumbo hacia la
España de Franco. Joan Bautista, José y otros 488 hombres, adolescentes y
niños fueron internados en el siniestro campo de concentración.
Cantera, muerte y liberación
Padre e hijo, como la mayoría de los prisioneros españoles, empezaron
trabajando en la cantera de Mauthausen. Alimentados solo con una sopa
aguada de nabos y zanahoria, los deportados trabajaban durante 12 horas
picando y transportando piedras. Muchos de ellos murieron apaleados,
tiroteados o fueron arrojados al vacío por sus guardianes.
Sin embargo,
para Joan Bautista el peor momento del día llegaba al terminar la
jornada; los SS les obligaban a subir la interminable escalera de la
cantera, de 186 escalones, cargados con piedras de 30, 40 y hasta 50
kilos de peso.
En enero de 1941 los deportados
españoles se encontraban muy debilitados por el trabajo extremo, las
enfermedades y la falta de alimentos. Los que tenían más edad y los que
ya no contaban con fuerzas suficientes para trabajar fueron
seleccionados para ir a Gusen, un subcampo de Mauthausen conocido como
"el matadero". Joan Bautista y su padre estaban entre los elegidos.
Fueron muy pocos los españoles que lograron sobrevivir al infierno de
Gusen: "Era aún peor que Mauthausen. El trabajo era más duro, los
guardianes más sanguinarios y estaba plagado de enfermedades y de
piojos" recuerda, en declaraciones a eldiario.es, el deportado
barcelonés Cristóbal Soriano.
Joan Bautista consiguió sobrevivir hasta que el 22 de
agosto de 1941, un año después de su llegada a Mauthausen, los SS le
pusieron en libertad: "No podía creérmelo, de allí nadie salía con vida"
explicó el deportado en una de las pocas entrevistas que concedió antes
de su muerte.
Entonces no lo sabía, pero el mismísimo Ramón Serrano
Suñer, mano derecha y cuñado de Franco, había gestionado su liberación
ante las autoridades alemanas. Su padre, José, se quedó en el campo de
concentración donde falleció solo dos meses después.
Joan Bautista fue enviado a Berlín y desde allí trasladado a España.
Pasó unos días encerrado en la plaza de toros de San Sebastián y,
finalmente, le permitieron regresar a su localidad natal, Alcanar. Allí
permaneció el resto de su vida, sin apenas hablar públicamente de su
terrible experiencia en los campos de la muerte de Hitler.
La responsabilidad franquista
El régimen de Franco y sus herederos siempre han negado su
responsabilidad en la deportación de más de 9.000 españoles, de los que
5.500 murieron, a los campos de concentración nazis. Sin embargo, las
pruebas que demuestran su culpabilidad son abrumadoras.
El Gobierno
alemán colaboró lealmente con las autoridades franquistas en la
persecución de los exiliados republicanos que se habían refugiado en
Francia tras el final de la guerra de España. A petición de Madrid,
ministros y altos cargos de la República y de la Generalitat catalana
fueron capturados por la Gestapo y entregados a las autoridades
franquistas para ser fusilados.
En esa misma línea,
el régimen de Franco estuvo informado al minuto del envío a Mauthausen
del convoy de 927 españoles en el que viajaba Joan Bautista Nos Fibla y
su familia. Solo un mes después de la llegada al campo de concentración
de ese tren, Ramón Serrano Suñer visitó Berlín y se entrevistó con la
cúpula del Reich, incluyendo a Hitler y a Himmler.
El
mismo día que el cuñado de Franco abandonaba la capital alemana, la
Oficina de Seguridad de Reich envió una circular a todas las oficinas de
la Gestapo; en ella se les instaba a buscar a los miles de españoles
que habían servido en el ejército francés y que permanecían encerrados
en campos de prisioneros de guerra donde se respetaban las convenciones
internacionales.
La orden era sacarlos de allí y enviarlos a Mauthausen
para ser exterminados. Es evidente que esa decisión se adoptó en las
conversaciones que Serrano Suñer mantuvo con el Führer y con su
lugarteniente.
Aunque existen otras pruebas que
apuntalan la responsabilidad franquista, la liberación de Joan Bautista
Nos Fibla era una de las más evidentes. Solo él y el madrileño Fernando
Pindado tuvieron el privilegio de salir libres de un campo de
concentración nazi. En ambos casos fue Serrano Suñer quien gestionó su
excarcelación ante sus aliados alemanes.
Una demostración evidente de
que el régimen franquista además de ordenar el envío de los republicanos
a los campos de concentración, tuvo la potestad de decidir quiénes de
ellos morían y quiénes, como Joan Bautista, podían regresar vivos a la
España "Una, Grande y Libre" que dirigía el dictador con puño de hierro." (Carlos Hernández, eldiario.es, 11/04/16)
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