"(...) la jerarquía eclesiástica ha dedicado un gran esfuerzo a
honrar la memoria de sus mártires. Los fondos Biblioteca Nacional son
prueba del afán de los religiosos en este aspecto.
En concreto, cabe la
pena resaltarlo una y otra vez, entre 1936 y 1939 fueron asesinados en
España 6.629 religiosos, según la investigación del obispo Antonio
Montero en la Historia de la persecución religiosa en España. Una cifra
más que importante pero que, no obstante, sirvió para desmentir la
propia propaganda franquista, que hablaba de 16.750 asesinatos.
La otra memoria histórica, la de los vencidos y la de
los supuestos herejes ha gustado menos en la jerarquía católica, que
continúa sin permitir el libre acceso de investigadores e historiadores a
los archivos y expedientes personales de la época.
Por ello, a día de
hoy, continúan siendo necesarios libros como Por la religión y por la
patria (Crítica), que acaban de publicar los historiadores Francisco
Espinosa y José María García Márquez y que trata de poner luz en un
asunto silenciado desde púlpitos, pasillos y despachos.
Entre 1936 y 1939 fueron asesinados en España 6.629 religiosos
"A nivel histórico ya es conocido que la Iglesia
participó gustosamente en 'la cruzada'. Este libro, en cambio, permitirá
al lector encontrar historias reales de curas en la Guerra Civil
detallando en qué medida participaron, cómo lo hicieron y recopilando
toda una serie de historias personales diferentes", señala a Público
Francisco Espinosa, coautor del ensayo.
La obra busca, como señala el historiador Ángel Viñas en una reseña de su blog,
mostrar al lector "la otra cara de la moneda" de la represión
religiosa; "la participación activa, indecorosa, vil, de numerosos
clérigos en el asesinato y persecución que efectuaron los militares, la
Guardia Civil, la Policía, la Falange y las demás fuerzas en una
operación destinada a sembrar el terror en los territorios bajo control
de los sublevados y a liquidar físicamente a la anti-España".
En esta búsqueda, los autores establecen una tipología
de las diferentes formas en la que los sacerdotes participaron en la
Guerra Civil. Así, se dan ejemplos de aquellos curas que participaron
directamente en la 'caza del rojo'; de los que dieron falso testimonio
sobre el comportamiento de izquierdistas de cara a los consejos de
guerra; los que alentaron desde los púlpitos y los micrófonos de radio a
los que cometían barbaridades; y también da buena cuenta de otro grupo
de religiosos que no dudaron en defender a la República y que también
fueron castigados por las fuerzas sublevadas.
"En el libro se acredita
que la Iglesia española colaboró con el fascismo y que formó parte
importante de la represión de muy diferentes maneras. Hay un mosaico
enorme que hemos podido documentar aunque sin duda alguna su papel más
relevante fue su masiva intervención en la elaboración de informes sobre
sus fieles", explica a este medio José María García Márquez, que afirma
que la Iglesia actuó como una "verdadera policía político-social".
La obra busca mostrar al lector la otra cara de la represión religiosa
Entre los numerosos casos documentados en la obra se
encuentra el caso del navarro Padre Vicente, un capellán castrense de la
Legión que fue descrito por el británico Peter Kemp como "el hombre más
arrojado y sanguinario" que vio jamás en España. Kemp era un joven tory
de ideas ultraconservadoras que luchó junto a los requetés y la legión y
decidió publicar sus experiencias en 1937.
El historiador inglés
Southworth recuperó el relato de este combatiente que en su obra aludía
al deseo de sangre del capellán, quien le apremiaba "con sus gritos a
que disparara" contra los republicanos y cómo, aún después de alejarse
de su lado, escuchaba al cura decir: "¡No le dejes que se escape! ¡No le
dejes que se escape! ¡Dispara, hombre, dispara! ¡Le cazaste!".
La obra recoge también el caso del jesuita Bernabé
Copado, que fue capellán militar con la Columna Redondo, que adopta el
nombre de su líder, "un fanático militar carlista que había dejado el
ejército acogiéndose a la generosa Ley Azaña". Al cura pertenecen estas
palabras que se recogen en la obra Con la Columna Redondo. Combates y
conquistas.
Crónica de güera (1937):"Es consolador ver cómo mueren
muchos, mejor dicho, la totalidad. Todos se confiesan y algunas de las
muertes han sido edificantes y sobremanera consoladoras. En Cortegana
fueron fusilados en una noche seis, entre ellos estaba un médico,
muchacho de veintiséis años, que hacía once meses se había casado y
tenía un hijo de cinco días.
Cuando llegamos al lugar del fusilamiento a
las dos de la madrugada, los seis me abrazaron; recibieron de nuevo la
absolución y el médico, en nombre de los demás, me dijo que morían
consolados y con la esperanza de que habíamos de hacer una España
grande, ya que los políticos y ellos la habían destrozado, y que por
esto ofrecían sus vidas y su sangre".
"Habíamos de hacer una España grande"
El 26 de junio de 1923 Eijo Garay fue nombrado obispo
de Madrid-Alcalá y permanecería en el cargo durante cuarenta años. Suyas
son estas palabras que se publicaron en la revista Martín Códax: "Dios
está entre nosotros. Dios está con Falange. Y la Falange, que ayuda en
los frentes a ganar la guerra y prodiga en la retaguardia la caridad
cristiana, salvará a España". También se conoce de este obispo la
contestación que dio a cuatro esposas de condenados a muerte en 1941
cuando éstas le pidieron clemencia.
"Muy señoras mías: En contestación a su carta, pidiéndome que intervenga a favor de sus familiares condenados a dar cuenta a Dios de sus culpas, siento mucho manifestar a ustedes, que no me es posible hacer otra cosa en su favor que rogar a Dios Nuestro Señor que les dé lo que más le convenga...", contestó el religioso.
La obra recoge el siguiente pasaje de las memorias de
Jesús Pueyo Maisterra, de Uncastillo (Zaragoza). "Otros de los sucesos
más horribles, que tuvimos que presenciar, fue el fusilamiento de
Basilia Casaus, que tenía 19 años y que estaba embarazada de gemelos,
según el médico le faltaban entre una o dos semanas para dar a luz.
Teniendo en cuenta el pronóstico del médico, la Guardia Civil aceptó
esperar para fusilarla. También la Falange decidió esperar. Pero su
primo, que era sacerdote, se negó a prorrogar la sentencia y en contra
de la decisión del médico Don Jesús, de la Guardia Civil y de la
Falange, dijo: 'Hay que fusilarla, muerto el animal, muerta la rabia', y
fue fusilado frente al castillo de Sádaba".
En el capítulo Un país poblado de curas fascistas se
recoge el discurso radiofónico del padre Carballo: "Ayer, día de la
Asunción, se celebraron en todos los frentes y todas las ciudades
reconquistadas a los 'rojos' solemnes misas de gloria a la religión
civilizadora de nuestra patria.
Nuestro glorioso ejército, la guardia
civil, los requetés y las centurias falangistas, así como toda la
población fiel a España, se postró fervorosamente, besando el crucifijo y
llorando de emoción por la próxima caída de Madrid, después de destruir
a su paso la impiedad moscovita, cuyos prisioneros, momentos antes de
ser fusilados por nuestros bravos legionarios de África, besaron los
símbolos sacrosantos de la religión entre protestas de arrepentimiento.
"¡Dispara, hombre, dispara! ¡Le cazaste!" Recemos todos
por la salvación de España contra el poder extranjero de las logias que
no conocen la piedad y el amor. Ayer tuve la satisfacción de ver con
mis propios ojos los efectos del bombardeo de los aeródromos de Cuatro
Vientos y de Getafe y cómo bajaban los 'rojos' con camiones y los
llenaban de cadáveres. Ayer fue un día de verdadero gozo para la
cristiandad caritativa y generosa".
La obra de Espinosa y García Márquez incluye un
capítulo dedicado a desmontar mitos sobre algunos religiosos y sus
supuestas bondades durante la Guerra Civil, que las investigaciones
posteriores han permitido poner en evidencia. Este es el caso del
arzobispo de Zaragoza Arzobispo Rigoberto Doménech, quien tiene una
calle a su nombre en Zaragoza. Su nombre aparece en las memorias del
médico Pablo Uriel, que estuvo en la prisión militar de San Gregorio.
Según rezan sus memorias, un sacerdote, el padre Gómez,
intentó mediar por Leonardo Navarro, un joven de Izquierda Republicana
recluido en la mencionada prisión. El religioso habló primero con los
militares sin éxito alguno y después se dirigió a su arzobispo,
Rigoberto Doménech, quien un tanto molesto le dijo que "si el rigor de
la represión era excesivo, esa era una cuestión en la que ellos no
podían intervenir" y que "de ningún modo debía el sacerdote discutir con
esas autoridades la legitimidad de su conducta en la represión".
"Dios está entre nosotros. Dios está con Falange.
El joven Leonardo Navarro fue finalmente asesinado y el
padre Gómez fue detenido después de varios sermones que fueron
considerados poco acordes con el Nuevo Orden, según señala la obra.
El historiador Julián Casanova en La Iglesia de Franco
(Editorial Crítica) también recoge unas declaraciones de este religioso,
apenas un mes después del inicio del conflicto: "La violencia no se
hace en servicio de la anarquía, sino lícitamente en beneficio del
orden, la Patria y la Religión".
El cura de Nierva (Segovia) escribió el siguiente
informe sobre el maestro Mariano Domínguez, asesinado en agosto de 1936:
"Nunca cumplió con sus deberes cristianos, en la labor en la escuela
antirreligiosa y antipatriótica en grado supremo, poseía ideas avanzadas
y pertenecía a grupos políticas de extrema izquierda, todo ello
comprobadísimo y desgraciadamente palpable en el pueblo y en los niños, y
por documentos escritos de su puño y letra, algunos de ellos obran en
mi poder, era suscriptor de El Liberal y en su biblioteca y en la de la
escuela había un gran número de libros perversos contra la moralidad y
contra la Patria". (Alejandro Torrús, Público, 27/07/14)
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