"(...) Berta Cáceres es Tomás García, su compañero asesinado la semana
anterior. Son los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, es Daniel Humberto,
Carlos Antonio Luna, Jeanette Kawas. Son los más de 100 activistas
medioambientales asesinados cada año, los dos por semana y las continuas
amenazas a sus movimientos y familias.
El mapa de densidad de este tipo de asesinatos señala los típicos
países en vías de desarrollo perpetuo; no salen de ahí, es una franja
asignada, un comprimido de riqueza subyugada a intereses ajenos que
extorsionan y matan para que así siga siendo.
En estos países los asesinos a sueldo son fáciles de encontrar,
también la policía corrupta que mira hacia otro lado, las guerrillas
paramilitares extranjeras, la connivencia criminal de sus gobiernos.
Ahora que se investigue lo que se quiera, pero ya se la han quitado
del medio. Ya no hay problema. Muerto el perro se acabó la rabia. Una
lección bien dada.
Tan descorazonados como descerebrados; así nada puede funcionar entre
sus manos. Tan ingenuos los locos asesinos, tan ignorantes. Ellos no se
han quitado del medio a nadie. Endemoniados locos, como me jode daros
esa palabra, pero no sois más que eso. Locos en la enfermedad, por
supuesto, no en la danza silenciosa.
Rematadamente enfermos y ciegos a
los que no mataríamos si pudiéramos. Al menos no peor de lo que nos
matan ellos cada día. Especulando, intoxicando, vendiendo hasta nuestros
huesos y los huesos de nuestros hijos.
No saben que Berta vive en nosotrxs, que la han acercado a miles de
personas que no la conocían. Y la traen muerta y la traen más viva que
nunca. Nos han quitado a un ser vivo espléndido, a una persona digna de
encontrarse cómo y cuando fuera.
A una madre, hermana, hija, compañera,
hermana otra vez. Con apellido de colono pero lenca de corazón,
indígena. Lenca, y por ello guardiana del río como una niña más. Y por
ello protectora de la vida.
“En nuestras cosmovisiones somos seres surgidos de la tierra, el agua
y el maiz. De los ríos somos custodios ancestrales el pueblo Lenca.
Resguardados además por los espíritus de las niñas, que nos enseñan que
dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos es dar la
vida por el bien de la humanidad y de este Planeta”, dijo una vez Berta
Cáceres.
No sé que estudió, quizás nada, como las demás.
Bastó con abrir los
ojos para ver que su maravilloso territorio, simbióticamente cuidado por
sus ancestros durante generaciones, estaba amenazado de muerte por
intereses espurios. Bastó con eso para entenderlo todo y nunca callar.
Berta y el Copinh no sólo representan la defensa de los derechos del
pueblo Lenca o de los indígenas. Representaba los derechos de la
autodeterminación de todos los pueblos, la liberación de Honduras de
intereses ilegítimos impulsados desde la violencia sistemática y la
impunidad. Representaba la defensa de todos los ríos y bosques del
Planeta, la salvación de la humanidad mediante la lucha por la vida.
“Yo creo que dar la vida por la defensa de la vida no es morir, es
vivir para siempre” - decía un longevo compañero suyo en uno de los
entierros.
Basta con escuchar el comunicado de su hija, firme aun compungida,
para entender que es así, que aquí nadie a muerto. Que ahora todos somos
el espíritu de Berta, la lucha por la vida un ápice más iluminada por
su etérea presencia.
Lideresa incansable y madre de cuatro hijos en un sistema
mercantilista, racista y patriarcal. Símbolo de mujer trabajadora y
libre, pues su trabajo no era una explotación laboral más, sino la
dignificación de la dedicación en la vida.
En un tiempo en que los recursos amenazan con agotarse y el clima por
sucumbir fatalmente a la presión humana, el acaparamiento de los
recursos naturales por la fuerza avanza, ecofascismo a punta de machete y
de dólar.
Estamos en un punto de inflexión, de vida o muerte reales. La guerra
mundial de baja intensidad, millones de víctimas sin rostro, territorios
rotos, secos, contaminados. Así la vida no puede durar mucho más.
Su valentía es ahora la de todas nosotras, su rostro sonriente, el
nuestro. Es momento de dignificar, de defender y de cuidar. Honraremos
la muerte y la lucha de nuestra compañera en cada territorio, exigiremos
el fin de la impunidad y de la decapitación de la Paz, de la Justicia y
del Planeta en el que vivimos.
Es hora de recordar las palabras de Berta Cáceres: "Despertemos,
humanidad, ya no hay tiempo. Nuestras conciencias serán sacudidas por el
hecho de estar sólo contemplando la autodestrucción basada en la
depredación capitalista, racista y patriarcal.
El río Gualcarque nos ha
llamado, así como los demás que están seriamente amenazados en todo el
mundo. Debemos acudir. La madre tierra militarizada, cercada,
envenenada, donde se violan sistemáticamente derechos elementales, nos
exige actuar. Construyamos entonces sociedades capaces de coexistir de
manera justa, digna y por la vida".
Esos países del titular somos todos y todas, pues no hay otro país ni otra nacionalidad mayor que la defensa de la vida." (Eva García Moreno, El salmón contracorriente, 07/03/16)
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