"Francisco Castillo Sánchez. 12 años. Herido de arma de fuego en
Alhama de Granada. Antonia Molina Pérez. 13 años, fusilada en las tapias
del cementerio de Granada. Juan González Espinosa, 12 años fusilado a
la entrada del municipio sevillano de Cantillana.
Son casos aislados
pero dibujan de las historias más tenebrosas de la ya de por sí
tenebrosa Guerra Civil. Son casos de Andalucía, pero no sucedieron
únicamente aquí. Solo en las dos Castillas los movimientos
memorialistas calculan que fueron fusilados unos 40 menores. (...)
Algunos expertos han apuntado que, en principio, la legislación
franquista no permitía condenar a muerte a los menores, si bien era
posible fusilarlos bajo la acusación de rebelión, por ayudar a los
republicanos durante la guerra o por hacer tareas de enlace con los
maquis.
De hecho, “los fusilamientos de menores solían en la mayoría de los casos ajusticiamientos por servir de enlaces a grupos de resistencia,
lo que hacía que la partida de guerrilleros se pudiera debilitar al
enterarse de unas muertes tan injustas”, señala el historiador Rafael
Gil Bracero a andalucesdiario.es, que admite que la información sobre
niños fusilados en escasa y no está sistematizada.
FUSILADO POR SER ENLACE DE LA GUERRILLA
La guerrilla de la zona suroeste de Granada fue una de las más
castigadas durante el año 47. Jose María Azuaga apunta que “esta zona
representó una de las zonas guerrilleras más importantes de toda
España”. Hasta el año 52 tuvo una estructura muy activa de organización
militar que, de hecho, intentaba dar continuidad al ejército popular de
la República en esa época.
En pueblos como Loja, Alhama o Salar, donde existía una
fuerte identificación con la resistencia franquista, jóvenes de la
quinta del 48 se trasladarían hasta el monte. “Casi todos las muertes de
aquel año tienen relación con este movimiento de resistencia. No hacían distinción si se trataba de mujeres o niños a la hora de apuntar con el fusil”,
afirma Bracero.
La violencia era implacable: fuertes palizas a los
guerrilleros encontrados, pastores ejecutados en medio de los caminos,
enlaces fusilados… en ese contexto se produce el caso del pequeño
Francisco Castillo Sánchez. Según consta en el expediente,
resultó “herido de arma de fuego” el 21 de septiembre de 1947 con tan
solo 12 años de edad.
El caso fue desvelado por el historiador Rafael Gil Bracero en su
libro ‘Jaque a la República’. “No hemos podido tener más información
acerca de estas historias tan tristes de niños fusilados por la falta de
testimonios orales”, apunta.
ASESINADA EN LAS TAPIAS DEL CEMENTERIO DE GRANADA
Otro caso que también resulta escalofriante es el de la niña Antonia
Molina Pérez, una de las más de 4.000 víctimas que murieron fusiladas en
las tapias del cementerio de Granada. Prácticamente se desconoce todo
de este caso, salvo el dato que figura en su expediente del cementerio
de Granada dejando constancia de la fecha de su fusilamiento “por
heridas de arma de fuego”, el 23 de julio de 1936.
Antonia fue asesinada apenas unos días después de la llegada de los
golpistas a la ciudad. Tras la entrada de los sublevados en julio de
1936, se instauró un régimen de terror basado en “la eliminación del adversario
bien por el silencio, bien por la eliminación física, mediante el
asesinato”, tal y como apunta Gil Bracero.
Tras las detenciones
selectivas de autoridades, llegaron las detenciones masivas de simples
jornaleros, obreros, mujeres e incluso casos terribles como el de esta
niña, fusilada con tan solo 13 años.
MUERTO A TIROS A LA ENTRADA DE CANTILLANA
El historiador Ramón Barrangán apunta también el caso
del fusilamiento a otro niños de 12 años. Juan González Espinosa murió
asesinado a la entrada del municipio sevillano de Cantillana. “Las
tropas del comandante Gutiérrez Pérez, al entrar en Cantillana, y en
respuesta a la leve oposición que pusieron algunos cantillaneros,
hirieron a varios vecinos y unos metros más adelante una bala perdida
mató a un joven y a un niño”.
En plena calle Esperanza se encontraba
Juan González Espinosa, hijo de Carmen Espinosa, conocida como Carmela
la Huesna, con tan solo 12 años de edad. Nacido en 1924, el joven
moriría el 30 de julio de 1936.
Su expediente destaca lacónicamente: “Fusilamiento, bando de guerra,
muerto por disparos”. La versión real de los hechos no ha llegado hasta
nuestros días por culpa del paso de los años. Barragán recoge la versión
popular que se conoce sobre estos hechos en el pueblo de Cantillana.
EL NIÑO QUE CAVÓ SU PROPIA FOSA
El Bizarrito, conocido así en su pueblo natal Grazalema, murió
fusilado junto a 15 mujeres durante el verano de 1936. Hijo del del
matrimonio que formaban María la Bizarra y Pepe el tío Fraile, no
alcazaba aún los 14 años cuando fue trasladado junto a las 15 mujeres de
entre 13 y 61 años hasta la curva de una carretera.
El Bizarrito fue
obligado en aquellas terribles circunstancias a hacer un agujero en la
tierra, sin saber que estaba cavando su propia tumba. Fue el último ejecutado frente al pelotón. Sus padres, trabajadores en un horno de carbón “desaparecieron sin dejar rastro”.
El historiador Jose María García Márquez apunta igualmente otra
historia de niño fusilado. Ocurrió en Montellano, en la finca del
Morejón, el 24 de septiembre de 1936. La causa de fallecimiento
reflejada en el expediente destaca “fusilado por bando de guerra”.
Gil Bracero recalca que “los menores eran víctimas aisladas pero se trata de casos que demuestran la increíble atrocidad del régimen que ponía a los más jóvenes frente al piquete de fusilamiento”. (María Serrano, Público, 20/03/16)
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