"(...) Sebastián López Santana, falangista y mano derecha del Conde de la
Vega, mayordomo fiel y torturador, encabezaba la partida de fascistas.
El caso del joven anarquista era distinto a otros, no querían llevarlo
donde desaparecían a la mayoría, su parentesco con un jefe del ejército,
el coronel Juan Melián Alvarado, les obligaba a ser más discretos en su
crimen, no querían alterar a su familia, aunque sabían que el muchacho
era odiado por el militar, pero la situación exigía un asesinato
“impoluto”, sin testigos, incluso entre los miembros de los sediciosos,
se exigía “gente de confianza”, “manos limpias” de sangre, la sangrienta
estrategia programada, impecable, como le gustaba al fiel escudero del
criminal Conde, el que siempre le buscaba las mejores mujeres entre las
aparceras, las más jóvenes y bellas, que eran obligadas a mantener
relaciones sexuales en la mansión del sur, de lo contrario, si se
resistían, eran violadas por el viejo amo y sus sicarios de azul.
-Qué fácil es matar a un hombre inocente cobardes, no saben luchar
como hombres sino como ratas, -dijo el joven con la voz rota por la
afonía de los cinco días de brutal tortura, secuestrado en el centro de
detención de la calle Luis Antúnez-
En ese momento todos le golpearon con las culatas de las fusiles,
se echaron sobre el como depredadores sobre su víctima, el chico de 22
años no se quejaba, les miraba a sus caras con una dignidad desconocida
para aquellos seres insensibles al sufrimiento ajeno.
Al no poder levantarse por partirle las dos piernas lo arrastraron
hacia el fondo del barranco, donde estaba la milenaria chimenea, el
agujero terrible y oscuro rodeado de maleza, zarzas y una vegetación
espesa que casi lo tapaba, camuflando un abismo conocido por muy pocas
personas.
Lo arrojaron nada mas llegar al borde, no hizo falta ninguna orden,
iban como autómatas, con las ideas muy claras, todo planificado, hasta
el último detalle, cuando se hizo el silencio recogieron una de las
alpargatas del joven, varios botones de su camisa destrozada, la boina
negra, todo metódicamente, como quienes llevaran cientos de años
haciendo lo mismo, destruyendo la vida y la esperanza, el aire puro de
la libertad." (Viajando entre la tormenta, 22/03/16)
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