28/3/16

Margalida, embarazada de siete meses, fué violada y, junto con su marido, fusilada

 
 Mujeres republicanas rapadas y marcadas con cruces. FUNDACIóN PARA LA RECUPERACIóN DE LA MEMORIA HISTóRICA

"(...) El testimonio de seis víctimas

La querella presentada por Women's Link Worldwide relata las experiencias de seis mujeres que sufrieron abusos por el hecho de serlo durante el franquismo. Cinco de los testimonios los han obtenido gracias a sus familiares, mientras que el restante proviene directamente de una superviviente. (...)

Margalida Jaume Vendrel era una relojera asentada en la localidad de Manacor (Mallorca). En 1936 su marido fue retenido "sin motivo aparente" durante una semana en la comisaría local, periodo tras el cual Margalida, embarazada de siete meses, fue llamada también. 

Ambos "sufrieron todo tipo de humillaciones y torturas, y finalmente fueron ejecutados". Años después, un vecino del pueblo admitió haber sido testigo de las violaciones que la mujer sufrió durante su retención por parte de al menos uno de los falangistas.

Daria y Mercedes Buzadé Adroher eran dos hermanas que partieron a Mallorca en 1936, desde Barcelona, como personal sanitario en una expedición republicana. Semanas después de iniciar el viaje, las enfermeras fueron detenidas por tropas franquistas e interrogadas por las autoridades, que ordenaron, además, que todas ellas fuesen examinadas "para comprobar su virginidad". 

Tras ello, fueron "brutal y repetidamente violadas por un grupo de falangistas". Se cree que al día siguiente fueron asesinadas en el cementerio de Son Coletes, pero sus restos se encuentran en una fosa común de ese cementerio que a día de hoy no ha sido exhumado.

Pilar Sánchez Lladrés militaba en el Partido Socialista y habitaba en el barrio obrero de La Soledat, en Mallorca. En 1936, tropas franquistas detienen a su marido y a sus cuatro hijos, pero no a Pilar, que había conseguido esconderse. 

Días después, y debido a la incertidumbre sobre el estado de su familia, Pilar sale de su escondite y enseguida es denunciada y detenida por miembros de la Falange. Los cuatro hombres que la detuvieron fueron autores de las palizas y violaciones que sufrió Pilar, según el relato de un vecino que fue testigo de los hechos. 

Los mismos hombres que abusaron de ella repetidas veces la asesinaron en septiembre de 1936 y abandonaron su cuerpo, que se encuentra en una fosa común del cementerio de Sencelles.

Matilde Lanza Vaz militó en el Partido Comunista y fue parte activa del mismo desde la proclamación de la Segunda República. En 1939 fue detenida y juzgada en un consejo de guerra.

 Tras seis meses en los calabozos de la Puerta del Sol, fue trasladada a la prisión de Las Ventas, y posteriormente a la prisión de mujeres Can Sales, en Palma de Mallorca. Viendo que la mujer se había convertido en un referente para el resto de reclusas, las autoridades iniciaron una labor de adoctrinamiento para convertirla al catolicismo, "como maniobra propagandística del régimen y como golpe de efecto para minar la moral del resto de mujeres presas".

 En 1941 la aíslan y obligan a bautizarse. Antes de la celebración del bautizo, la joven acude a la enfermería, en el piso más alto de la prisión, y desde allí se arroja al patio. Tras 45 minutos de agonía, y todavía inconsciente, las autoridades carcelarias la bautizan. Su cuerpo fue inhumado en el cementerio municipal de la localidad.

Lidia Falcón O'Neil fue detenida siete veces entre los años 1960 y 1974 "en base a los delitos de opinión y asociación ilícita", y procesada en varias ocasiones por la publicación de artículos de opinión. 

Fue encarcelada en repetidas ocasiones en las prisiones de Barcelona y Madrid. Falcón sufrió torturas, "claramente dirigidas a su condición de mujer joven", que consistieron en golpes en el estómago y en el hígado bajo el grito de "ahora ya no parirás más, puta bruja".  (...)

La organización relata que los "crímenes de género" incluyeron aspectos como la violencia sexual, habitualmente ejercida por "los funcionarios de prisiones o por falangistas que entraban en las cárceles a visitar a las mujeres de manera recurrente".

 Las mujeres eran detenidas y violadas, no sólo por su lucha política, sino también por el "delito consorte, es decir, por ser familiar de hombres con ideas contrarias a las del régimen".  (...)

Fue común, asimismo, el robo de bebés, que ronda los "30.960 niños y niñas". Los hijos de las mujeres que eran asesinadas fueron entregados a familias de militares franquistas para "eliminar la semilla marxista" y darles una educación afín al régimen. Hasta los años 80, muchas mujeres sufrieron el robo de sus hijos en los hospitales bajo la excusa de enfermedad grave y posterior muerte del bebé.

Finalmente, las mujeres fueron sometidas a humillaciones relacionadas con cortes de pelo al cero y purgas con aceite de ricino. Las mujeres, "que no podían controlar sus esfínteres", eran obligadas a pasear por las calles de su pueblo o ciudad, bajo las burlas y agresiones de sus vecinos."              (Sabela Rodríguez álvarez, Info Libre, 16/03/16)

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