"Santa Brígida nunca ha sido un
municipio con tradición de liderar movimientos de izquierdas. Sin
embargo, La Angostura, un pequeño barrio situado al norte de esta
comarca fue paradójicamente uno de los principales focos de represión
durante la dictadura franquista y se le conoció desde entonces como la Rusia Chica.
El cronista del municipio, Pedro Socorro, cuenta que esta denominación
tiene su origen en 1936, cuando, unos meses antes de que comenzara la
Guerra Civil, se fundó el primer sindicato de la zona, La Sociedad de
Oficios Varios, "algo muy avanzado para la época", destaca.
Fue Emilio
Hurtado Macías, maestro de la escuela de La Calzada, quien se encargó de
organizar a los jornaleros para pedir unas mejores condiciones
laborales ya que alegaba que "trabajaban como esclavos y de sol a sol".
El docente se acercaba a la finca de El Tejar , que era propiedad de la familia Massieu y ahí llegó a pedir el voto para el partido comunista.
Socorro asegura que este profesor
tenía unas ideas muy progresistas. Defendía la imposición de un impuesto
a los propietarios de los chalets para destinar su importe al
saneamiento de las viviendas de los campesinos, la implantación de la
jornada de ocho horas y un jornal mínimo semanal de 30 pesetas. Según el
cronista, más de 150 agricultores llegaron a hacer un escrito que
posteriormente presentaron en el ayuntamiento de Santa Brígida.
Por estos motivos, tras el golpe de Estado de Franco, Hurtado fue
detenido un domingo en su casa con tan sólo 36 años. Al hecho de ser
maestro y sindicalista se le sumó que era masón. Este suceso produjo una
enorme consternación en el pueblo y “a la gente se le metió desde ese
momento el miedo en el cuerpo”, puntualiza Socorro. Emilio Hurtado fue
trasladado al campo de concentración de La Isleta y más tarde a Santa
Cruz de Tenerife.
El
cronista cuenta que después de recopilar diversos testimonios y
documentación de la época puede concluir que el propio patrón de la
finca El Telar, Juan Massieu llegó a interceder por varios de sus
jornaleros, que se habían sumado al sindicato, y que gracias a él se
evito que muchos fueran detenidos.
Sin embargo, no todos los campesinos tenían la misma suerte y en la
zona se cuenta que algunos tuvieron que esconderse en unas cuevas
conocidas en aquel entonces como Los Covones.
Este no fue el único caso de personas
que se declararon comunistas o que fueron sospechosas de serlo. Socorro
explica que pocos meses después del encarcelamiento del maestro se
produjo la muerte de un campesino de la Angostura que había vivido en
Cuba y del que se comentaba que trajo hasta ese lugar ideas comunistas.
Durante su entierro, mientras se transportaba el féretro a pie se mandó a
parar y se percataron de que el cadáver estaba envuelto en la bandera
comunista. Los familiares tuvieron que quitársela para poder darle
sepultura.
El cronista
señala que "si hubo represión en este barrio fue especialmente hacia los
maestros". Entre los casos, se conoce el de la maestra de las niñas, a
la que acusaron de haber bordado la bandera con la que el campesino
comunista pretendía ser enterrado. "Le amargaron la vida", asegura
Socorro.
A los maestros,
por lo general, se les perseguía porque eran sospechosos de inculcar
ideas contrarias al régimen franquista entre los alumnos, "incluso se
les acusaba de poner lazos rojos a las alumnas o de cantar la
Internacional", afirma. También se les acusaba de quitar crucifijos de
las escuelas. Y es que , en toda España, cualquiera de estas excusas era
válida para impedir que un docente volviera a ejercer.
Los años de represión dejan numerosas historias de
personas que tuvieron que vivir escondidas por miedo a ser encarceladas.
En La Angostura se conocían en aquellos momentos unas cuevas llamadas
Los Covones, afirma el cronista de la comarca.
Entre estos casos, cabe destacar el de Pedro Nolasco Perdomo, un vecino
de La Isleta que permaneció escondido en casa de su hermana Margarita.
"Realmente se cuenta que se fue cambiando de casas mientras iban
muriendo sus hermanas, pues tenía once", señala el cronista.
Este hombre fue vocal del comité ejecutivo local del partido socialista
y por ello, se escondió tras el golpe militar y no volvió a ver la luz
del sol hasta 32 años más tarde.
Socorro explica que
se llegó a pedir en aquel tiempo su cabeza a cambio de cuantiosa
recompensa, especialmente para una localidad castigada económicamente
como era La Isleta. Por ello, en La Angostura, Perdomo pasó un largo
período de tiempo hasta que su hermana murió y se mudó a otra casa.
Aunque
la historia de La Angostura no es tan conocida en Gran Canaria, como sí
lo son la de otros lugares como San Lorenzo o la represión en el
municipio de Arucas. Pedro Socorro insiste en que aquellos años fueron
de "guerra muy incivil" y añade que aún más cuando se trata de un
pequeño pueblo donde se conocen todos." (Jennifer Jiménez
- eldiario.es, Las Palmas de Gran Canaria, 23/08/2015)
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