"En el veinte aniversario del genocidio de Srebrenica,
el veto de Rusia a llamarlo así en la resolución del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas que recuerda a los 8.000 varones musulmanes
tiroteados por las tropas serbias, ha mostrado que la herida sigue
abierta.
Lo mismo que las fosas (más de 600 repartidas por el territorio
de Bosnia-Herzegovina) en las que continúan apareciendo restos. A veces
es un torso, otras un cráneo. Con mala suerte, un pequeño hueso, porque
no todas las 6.241 víctimas enterradas hasta la fecha conservan su
cuerpo entero.
Este sábado, la ceremonia anual de inhumación será distinta. No solo
hay otros 136 féretros aguardando sepultura en el cementerio de
Potocari, a 6 kilómetros de Srebrenica. Dos décadas después de la peor
atrocidad cometida en Europa desde la II Guerra Mundial -casi una
terrible frase hecha a estas alturas- se espera al expresidente
estadounidense Bill Clinton.
La tragedia sucedió durante su Administración y fue calificada de
genocidio en 2007 por el Tribunal Internacional de Justicia de la propia
ONU. Bajo dicho cargo, así como los de crímenes de guerra y contra la
humanidad, han sido condenadas hasta la fecha 14 personas por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia
(TPIY). De su lado, las cortes bosnias han sentenciado a 23 personas
por lo ocurrido.
Sin embargo, con los procesos todavía en marcha contra
Radovan Karadzic y Ratko Mladic, ideólogo y ejecutor, presuntamente, del
crimen, Moscú -aliado serbio- sostiene que genocidio es un término
"poco constructivo". Según Vitaly Churkin, su embajador ante la ONU,
"resulta políticamente sesgado y aumentaría las tensiones étnicas en
Bosnia". Belgrado, por su parte, prefiere mencionar "la comisión de
graves crímenes".
"Para respetar el pasado hay que llamar genocidio a lo ocurrido en
Srebrenica. Para edificar el futuro, hay que hablar con una sola voz
cuando sea negado", dijo, por el contrario, Serge Brammertz, fiscal jefe
del TPIY ante Naciones Unidas, el pasado 1 de julio. En la guerra de Bosnia
(1992-1995) murieron unas 100.000 personas y cerca de 2 millones se
convirtieron en refugiados. El ideal de la Gran Serbia, un Estado libre
de otras etnias patrocinado por el fallecido expresidente Milosevic, no
surgió de pronto.
Es más, planeó en las largas conversaciones mantenidas
con él por representantes de la Comunidad Internacional. "Se hablaba de
evitar el derramamiento de sangre formando corredores humanitarios para
expulsar a una comunidad entera de una zona concreta; una limpieza
étnica inaceptable", ha recordado estos días en Holanda Carl Bildt, enviado de la UE a la antigua Yugoslavia en 1995.
La postura prueba la aparente fortaleza moral exhibida por la
coalición internacional que luego doblegaría a Milosevic, pero
documentos recién desclasificados por Estados Unidos ofrecen también
otra lectura. Sugieren que Francia, Reino Unido y Washington "estaban
dispuestos a ceder Srebrenica, considerada imposible de proteger, para
poder dibujar un mapa de partición del territorio aceptable para
Belgrado".
Ello a pesar de saber que Mladic había declarado que "haría desaparecer a los musulmanes bosnios". Y que Karadzic
advirtió de que "la sangre correría a raudales". Ambos consideraban
criminales de guerra a todos los hombres bosnios en edad militar. Una
vez dentro de la ciudad, desmadejaron a los cascos azules holandeses.
Carecían de apoyo aéreo, pero tampoco se opusieron a la fatídica
separación hombres y mujeres previa a la ejecución.
Florence Hartmann, portavoz de la fiscalía del TPIY hasta 2008, ha
investigado a fondo la nueva documentación y acaba de presentar La sangre de la Realpolitik: la cuestión de Srebrenica.
En el libro asegura que "Francia y Reino Unido, con mayoría de cascos
azules en Bosnia en la primavera de 1995, amenazaron con retirarse si no
había un acuerdo de paz. Washington se hubiera visto obligado a mandar
20.000 soldados al lugar. Algo que no deseaba".
En su opinión, "nadie
podía imaginar el horror posterior, pero la villa fue sacrificada". Al
final, los acuerdos de paz de Dayton (1995) crearon en Bosnia una
República serbia, que incluye Srebrenica, y una Federación croata. Dos
comunidades separadas con libros de historia distintos y de difícil
reconciliación.
"Srebrenica debe hacernos reflexionar sobre nosotros mismos para
entender que un genocidio no es algo lejano en el tiempo, como el
Holocausto, o propio de lugares remotos, como en Ruanda. Puede suceder a
la vuelta de la esquina y ahí está hoy la tenebrosa sombra de EI en
Siria, y la de Boko Haram", señalan fuentes del Instituto holandés de
Relaciones Internacionales Clingendael." (
Isabel Ferrer
, El País, La Haya
10 JUL 2015)
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