Gilberto Bosques en la avenida de la Canebière de Marsella en 1941. / Archivo Familia Bosques
"En Marsella ha habido este miércoles 15 de julio una cita con la
historia. El presidente francés François Hollande y el mexicano Enrique
Peña Nieto han rendido un pequeño homenaje a un gran héroe que salvó la
vida a cientos de judíos y antifascistas y, sobre todo, a miles de
exiliados españoles que huyendo del franquismo se toparon con la Francia
sometida al dictado de Hitler. El cónsul mexicano Gilberto Bosques
se unió con las eficaces armas de la diplomacia a la Resistencia. Su
hija, Laura Bosques, no ha podido acudir a un homenaje que considera
sobradamente merecido y que retrotrae a una época gloriosa de México
como libertador del fascismo.
Federica Montseny, Max Aub, Manuel Altolaguirre, Abraham Polanco,
pero también perseguidos alemanes, polacos o austriacos figuran en las
listas de las miles de personas que pudieron contar con la ayuda de
México gracias a las gestiones de su cónsul Gilberto Bosques entre 1939 y
1942. El maestro francés y doctor en lengua y literatura española
Gérard Malgat, autor de un documentado libro sobre Bosques, no tiene
dudas sobre la valentía de sus acciones: “Se jugó el pellejo”.
Bosques vivió el final de la guerra, durante un año y tres meses,
preso en Bad Godesberg (Alemania) junto a su esposa, María Luis
Manjarrez, y sus tres hijos Gilberto, Laura y Teresa. “Me acuerdo
perfectamente”, explica desde Ginebra Laura Bosques, 90 años. “Primero
nos llevaron al refugio de Montgrand [junto a Marsella] y de allí a
Alemania, donde estábamos presos de los nazis todos los
latinoamericanos. Finalmente, nos canjearon en Lisboa por prisioneros
alemanes”.
Gilberto Bosques (1892-1995) fue nombrado por el presidente Lázaro Cárdenas
cónsul general en Francia en 1939. Desembarcó en el país en enero de
ese año a bordo de un transatlántico de nombre premoritorio sobre el
famoso desembarco posterior: Normandía. La misión encomendada
por Cárdenas: ayudar a los republicanos españoles tras la guerra civil.
La pronta ocupación alemana le obligó a dejar París y trasladar el
consulado a Marsella, zona dominada por el gobierno colaboracionista del
mariscal Philippe Pétain.
Allí, en Marsella, con unas oficinas estrechamente vigiladas por la
Gestapo, desplegó todo su oficio diplomático para lograr lo que la
cineasta mexicana Lillian Liberman llama los “visados al paraíso”.
Se estima que logró rescatar a 40.000 perseguidos. Malgat prefiere no
ser tan preciso. “Los alemanes destruyeron los archivos. El propio
Bosques eliminó muchos documentos para que no cayeran en manos de los
nazis”.
La avalancha de refugiados (muchos de ellos confinados en campos de concentración franceses) era tan enorme que Bosques llegó a habilitar dos castillos para organizar el exilio:
el de Reynarde para hombres y el de Montgrand para mujeres y niños. En
ellos terminaría su propia familia camino de la cárcel alemana después.
Malgat, autor de Gilberto Bosques. La diplomacia al servicio de la libertad y de Max Aub y Francia o la esperanza traicionada
(ediciones L’atinoir), cree que su acción desbordó la mera misión
diplomática encomendada. “Hay testimonios que aseguran que incluso
acompañaba a algunos refugiados hasta los barcos para evitar su
detención”. Cárdenas ofreció a todos la opción de nacionalizarse en
México.
Bosques instituyó en Marsella, con abogados españoles y franceses,
una oficina jurídica. Franco exigía a Francia la extradición de los
republicanos más notables y Bosques le plantó cara desde el derecho. “Ni
siquiera la Francia de Pétain permitía tales extradiciones sin mandato
judicial”, explica Malgat.
“La oficina ganaba casi todos los pleitos
porque los expedientes franquistas eran débiles, cargados de falsas
acusaciones que la justicia francesa desenmascaraba”. El dinero para
mantener toda la estructura de la labor de Bosques la aportó México,
pero también en una gran parte el gobierno español en exilio. (...)
Cárdenas a través de su cónsul Bosques, que dejó escrito: “A veces hay
que salirse de la legalidad para entrar en el derecho… ¿Cuál derecho? El
derecho que tienen los hombres a la libertad”. (
Gabriela Cañas
, El País, París
16 JUL 2015)
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