“(…) Aguirreche, alcalde carlista de Irún durante la
Dictadura, parece que era persona
querida en el pueblo. Los Genetistas dijeron que había que prenderle y
fusilarle, pero otros, también del Frente Popular, dijeron que ellos no lo
permitirían.
Aguirreche estuvo escondido en casa de un amigo, y el último
día salió corriendo por entre las balas. Un miliciano le reconoció y le ayudó:
después un carabinero lo metió en un auto y lo pasó a Francia, y enseguida fue
a Vera para volver a entrar en Irún con los nacionales. (…)”
(Pio Baroja: La guerra civil en la frontera. Ed. Caro Regio,
2005, pp. 90)
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