5/6/15

Algunas denuncias anónimas eran verdaderamente particulares, llevando como llevaban la tarjeta de visita del denunciante

“(…) Al poco de empezar a hablar se calla. Luego continúa y vuelve a callarse, hasta que logra una buena parrafada. En la casa, de noche, se reunía el propietario con el cura y el teniente. Examinaban la situación y tomaban la decisión. Solía ejecutarse la misma madrugada. La evidencia de los escenarios aumenta la conmoción (…)

"Era la criada, conocía los detalles y se los fue contando con una memoria muy viva. Llegó hasta un día indeterminado del año cuarenta. La dueña de la casa le pidió que tirara un fajo de papeles a la esterquera.

Pero ella, sin saber del todo porqué, se los empaquetó bajo el regazo durante... unos cincuenta años. Le anunció, levantándose, que ahora iba a ir por ellos, pero que era analfabeta y, aunque creía que eran papeles de la guerra nunca se los había enseñado a nadie y no estaba segura de lo que decían.

Dio con cartas que en setenta años ni siquiera habían sido abiertas. Abundaban las listas. Algunas denuncias anónimas eran verdaderamente particulares, llevando como llevaban la tarjeta de visita del denunciante.”      

(Diarios. Blog de Arcadi Espada, 16-08-07:

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