"(...) En realidad, lo que se desclasificó ayer (texto íntegro aquí) es sólo un aperitivo del original y con muchos nombres, datos y lugares tachados por razones de seguridad. (...)
El informe no sólo documenta la extrema crueldad de los
métodos de la CIA, sino también su incompetencia, su falta de trasparencia y la
deslealtad de sus dirigentes. Es decir, los interrogatorios fueron “brutales”
pero además resultaron erráticos, chapuceros e inservibles, ya que no se
consiguió información relevante a pesar del salvaje martirio de los
prisioneros.
Y parece que tanto la magnitud del programa de torturas como
la escasez de resultados obtenidos, se habrían ocultado sistemáticamente ante
el Congreso y ante el presidente, George W. Bush, quien en cualquier caso
aparece retratado como alguien a quien no le interesaba demasiado saber lo que
estaba pasando. Incluso habría solicitado no ser informado sobre dónde se
encontraban las cárceles secretas por si se le escapaba algún detalle en alguna
conversación.
En una de las escenas más inquietantes, fechada en 2003, se
documenta cómo altos funcionarios de la CIA se ponen nerviosos y exigen una
confirmación por escrito a su interlocutor en la Casa Blanca (en ese momento
Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional) después de que Bush hiciese
una apasionada condena de la tortura en el marco de una ceremonia de Naciones
Unidas.
Tenían razones para extrañarse. Mientras su presidente hablaba de
"acabar con los abusos en el mundo", ellos estaban ordenando cosas
como estas:
1. Algunos prisioneros fueron sometidos a “hidratación y
alimentación rectal”. Por ejemplo Majid Khan, cuyo almuerzo fue triturado e
introducido en su ano. La “papilla” contenía hummus (puré de garbanzos), pasta,
nueces y pasas. También se les sometía a “exámenes anales” que se llevaban a
cabo “con excesiva fuerza”. Algunos presentaron lesiones: Mustafa Al-Hawsawi
padeció hemorroides crónica, fisuras anales y otros problemas.
2. Las amenazas, incluidas las de muerte, eran frecuentes
durante los interrogatorios, y las intimidaciones se extendían a veces a sus
familiares. Al menos tres detenidos fueron presionados bajo amenaza de matar a
sus hijos y cortar el cuello o violar a sus madres. Y en al menos dos ocasiones
se llegó a simular una ejecución.
3. Los presuntos yihadistas eran sometidos con frecuencia a
baños helados y duchas frías. Uno de ellos permaneció “horas tiritando”,
desnudo en una celda, después de un baño de agua helada de más de 20 minutos
que le cortó la respiración.
Un tal Abu Hudhaifa pasó 66 horas sin dormir,
sometido también a duchas frías, hasta que la CIA descubrió que “no era la
persona que creían”. No fue un caso aislado. Al menos 26 de los 119 detenidos
que recoge el informe fueron retenidos por error.
4. Las mayores atrocidades no las cometieron agentes de la
CIA, sino el personal “subcontratado” en las fuerzas de seguridad de otros
países, como Tailandia o Egipto. El reporte describe, por ejemplo, una escena
en Marruecos, en 2002, en la que a uno de los detenidos le “rompieron los
huesos a golpes”.
“Rajaron sus genitales y derramaron líquidos calientes en el
pene mientras se lo cortaban y lo amenazaban con electrocutarlo, violarlo y
matarlo”, dice el informe.
5. Muchos de los prisioneros estaban inmovilizados durante
semanas y se les ponían pañales para que se hiciesen sus necesidades encima. El
informe describe que Bush “expresó incomodidad” ante la imagen de un detenido
“encandenado al techo, envuelto en un pañal, y obligado a hacerse sus
necesidades dentro”.
6. Aún más comunes en las páginas del informe son las
descripciones de maltratos físicos, vejaciones, privación del sueño (uno de los
detenidos pasó 180 horas -una semana entera- sin poder dormir un solo minuto),
así como tormentos sensoriales mediante la exposición constante a ruidos
atronadores o especialmente molestos. También se les privaba a propósito de
higiene, ropa, comida, agua, iluminación, etcétera.
7. Los agentes utilizaban cajas de diferentes dimensiones,
donde introducían durante largos intervalos de tiempo a los detenidos. “Abu
Zubaydah pasó un total de 266 horas en la caja grande (del tamaño de un ataúd)
y 29 horas en la caja pequeña. Los interrogadores de la CIA le dijeron que la
única manera de abandonar el centro de detención era en la caja con forma de
ataúd”.
Otros prisioneros fueron obligados a quedarse largos periodos de tiempo
en pie a pesar de tener complicaciones médicas graves, como rodillas y pies
rotos. Los interrogadores forzaban posturas especialmente dolorosas o incómodas
y dejaban a los detenidos así durante semanas.
5. Muchos de los prisioneros estaban inmovilizados durante
semanas y se les ponían pañales para que se hiciesen sus necesidades encima. El
informe describe que Bush “expresó incomodidad” ante la imagen de un detenido
“encandenado al techo, envuelto en un pañal, y obligado a hacerse sus
necesidades dentro”.
6. Aún más comunes en las páginas del informe son las
descripciones de maltratos físicos, vejaciones, privación del sueño (uno de los
detenidos pasó 180 horas -una semana entera- sin poder dormir un solo minuto),
así como tormentos sensoriales mediante la exposición constante a ruidos
atronadores o especialmente molestos. También se les privaba a propósito de
higiene, ropa, comida, agua, iluminación, etcétera.
7. Los agentes utilizaban cajas de diferentes dimensiones,
donde introducían durante largos intervalos de tiempo a los detenidos. “Abu
Zubaydah pasó un total de 266 horas en la caja grande (del tamaño de un ataúd)
y 29 horas en la caja pequeña. Los interrogadores de la CIA le dijeron que la
única manera de abandonar el centro de detención era en la caja con forma de
ataúd”.
Otros prisioneros fueron obligados a quedarse largos periodos de tiempo
en pie a pesar de tener complicaciones médicas graves, como rodillas y pies
rotos. Los interrogadores forzaban posturas especialmente dolorosas o incómodas
y dejaban a los detenidos así durante semanas.” (Ángel Villarino
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