27/11/14

Un obrero obligado a beber ácido en una casa cuartel en 1973

"Ha pasado toda una vida tratando de esquivar la censura para que la historia de su hermano Cipriano, un obrero antifranquista torturado hasta la muerte en la casa cuartel de Reus, Tarragona, en 1973 fuera pública.

 Incluso uno de los cauces que trató de abrir fue en el programa radiofónico Encarna de Noche (1978-1983) de Radio Miramar. "Llamé tres o cuatro veces y cuando les decían quién era y lo que quería contar me colgaban el teléfono", revela Antonio Martos, de 73 años. 

"La prensa y las autoridades civiles lo sabían, pero hacían como si no se enteraran", lamenta. Ahora agradece el interés sobre el caso de su hermano, que ha sido investigado de forma exhaustiva e incluido en la querella contra el franquismo que sigue su curso en Argentina (...)

Cipriano Martos, natural de Loja, Granada, tenía 30 años y trabajaba como encofrador cuando fue detenido por la Guardia Civil el 25 de agosto de 1973. Fue trasladado a la casa cuartel de la localidad para ser interrogado por una acción de reparto de propaganda con mensajes contra la dictadura. 

Le sometieron a torturas, pero no delató al resto de compañeros y el segundo día de reclusión en la casa cuartel fue obligado a ingerir el conocido como ‘cóctel de la verdad': un líquido definido en algunos documentos de la investigación como "cáustico ácido" y "ácido corrosivo".

El veneno le abrasó por dentro y fue trasladado al hospital del municipio, ingresado en la sala de beneficencia y atendido por diferentes médicos. Según la investigación que acompaña a la querella, dos días después del ingreso, y a pesar de sus dificultades para comunicarse, el juez le tomó declaración. Cipriano falleció a las dos semanas, el 17 de septiembre, y el certificado de defunción que se aporta en la querella alude a una "hemorragia interna". 

 En todo ese tiempo, su madre y su hermano, que se habían trasladado desde Granada, no pudieron ver a Cipriano. "Llamaron a mi familia diciendo que estaba muy malo, y mi madre y mi hermano vinieron a Reus. Recuerdo hablar con mi madre por teléfono y ella decirme que no fuera al hospital porque ya estaba todo hecho, que ellos no habían podido hacer nada y que yo tampoco lo iba a hacer", relata Antonio a Público con la voz entrecortada. 

"Se tuvieron que volver a Granada sin saber qué había pasado", lamenta. La madre de Antonio y Cipriano suplicó llorando a la Guardia Civil que la dejaran pasar a ver a su hijo. "Se arrastraba como podía escalera arriba, a gatas, y la tiraban de un puntapiés para abajo", detalla Antonio, que residía entonces en Sabadell. "Ella murió con toda la pena del mundo por no haberse hecho justicia", deplora.

 Para mayor escarnio de la familia, el cuerpo de Cipriano fue enterrado en beneficencia, arrojado a la fosa común del cementerio de Reus sin la presencia de sus seres queridos y en total secretismo. "Fue una manera de silenciar su caso. La forma en que se les negó ver a Cipriano fue cruel y violenta, con el fin de intimidarlos y asustarlos para que no removieran el asunto", apunta María José Bernete, la investigadora (...)"      (Público, 27/11/2014)

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