17/5/14

La Iglesia participó de forma destacada en la represión. Alcalde, Cura Párroco y Comandante de la Guardia Civil informaban de los vecinos

"(...) el historiador y escritor Julián Casanova acaba de publicar un nuevo trabajo, la obra titulada Pagar las culpas. La represión política en Aragón (1936-1945) (...)

-Profesor Casanova ¿quiénes eran exactamente, y por qué, las víctimas directas de la represión económica que el franquismo llevó a cabo?

Los vencidos, pero antes de ellos, los republicanos (socialistas, anarquistas, comunistas…) de las zonas dondé triunfó desde el principio la sublevación militar de julio de 1936.

 Con la Ley de Responsabilidades Políticas, de 9 de febrero de 1939, cuya aplicación en Aragón se estudia en esta obra, se declaró “fuera de la Ley” a todos lo partidos políticos y organizaciones sindicales que habían integrado el Frente Popular, sus “aliados, las organizaciones separatistas”.

 En consecuencia, se decretó “la pérdida absoluta de los derechos de toda clase y la pérdida total de todos sus bienes”, que pasarían “íntegramente a ser propiedad del Estado”.

-¿Podría resumirnos el funcionamiento de la maquinaria franquista al respecto de su represión civil y popular? ¿Qué Leyes principales se crearon a favor de esa represión?

Fue un engranaje represivo y confiscador que causó estragos entre los vencidos. Primero hubo una violencia arbitraria, vengativa, con asesinatos sin juicio previo, que dio paso gradualmente a la centralización y control de la violencia por parte de la autoridad militar. 

Y después estaban las leyes. El sistema represivo procesal levantado tras la guerra, consistente en la multiplicación de órganos jurisdiccionales especiales, mantuvo su continuidad durante toda la dictadura. Cuando una ley era derogada, la nueva normativa reiteraba el carácter represor de la anterior. Es lo que pasó, por ejemplo, con la Ley de Seguridad del Estado de 29 de marzo de 1941.

 Fue derogada seis años después, sustituida por el decreto ley de 13 de abril de 1947 de represión del bandidaje y terrorismo, que mantenía la pena de muerte para diversos y variados delitos.(...)

-Los ejecutores de esa feroz represión no se circunscribían únicamente al aparato político franquista. ¿Qué otros sectores estuvieron involucrados en ese proceso destructor de la población española que había sido afín a los ideales de la República?

Esta investigación demuestra de forma detallada que esa maquinaria de terror organizado desde arriba requería, sin embargo, una amplia participación “popular”, de informantes, denunciantes, delatores, entre los que no sólo se encontraban los beneficiarios naturales de la victoria, la Iglesia, los militares, la Falange y la derecha de siempre.

Colaborar mediante la delación significaba implicarse también en la incoación de la amplia gama de procesos sumariales desplegada por los vencedores. Por eso se insistía tanto en la participación activa y se perseguía y se sancionaba la pasividad.

 Denunciar “delitos”, señalar a los “delincuentes”, era cosa de los “buenos patriotas”, de quienes estaban forjando la “Nueva España”. La denuncia se convirtió así en el primer eslabón de la justicia de Franco.

Además, los odios, las venganzas y el rencor alimentaron el afán de rapiña sobre los miles de puestos que los asesinados y represaliados habían dejado libres en la administración del Estado, en los ayuntamientos e instituciones provinciales y locales.

-¿Qué responsabilidad real tuvo la Iglesia Católica en ese entramado de persecución moral y efectiva contra los defensores de los valores democráticos que algunos consideraban como una Cruzada cristiana?

La Iglesia participó de forma destacada en la represión. De acuerdo con la Ley de Responsabilidades Políticas, el juez instructor debía pedir informes sobre el presunto responsable “al Alcalde, Jefe Local de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, Cura Párroco y Comandante del Puesto de la Guardia Civil del pueblo en que aquel tenga su vecindad o su último domicilio”. 

La ley marcaba así el círculo de autoridades poderoso y omnipresente, de ilimitado poder coercitivo e intimidatorio, que iba controlar durante los largos años de la paz de Franco haciendas y vidas de los ciudadanos, una triada temible de dominio político, militar y religioso. 

Las investigaciones locales aportan mucha información sobre el papel de los curas de a pie en ese proceso y este libro es un magnífico ejemplo.

-En toda represión existe una lógica resistencia. ¿Cómo se organizó la España vencida, y con qué herramientas, para defenderse de esa represión económica y social a la que fue, por tanto tiempo, sometida?

Una de las novedades de este libro es la investigación minuciosa de las formas de resistencia que utilizaron los más débiles frente a esa represión económica, desafiando la Ley “desde abajo”, negándose a denunciar a sus vecinos –la cara opuesta de la delación a la que antes me refería-, mostrando su rechazo al castigo inhumano que condenaba a esos vecinos a la “muerte civil”. Y se demuestra que, aunque los vencidos estaban en desventaja para negociar con los vencedores, acudían a sus armas disponibles para evitar la marginación.  (...)"      (El Plural.com, 16/05/2014)

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