16/1/14

Se ve a esas gentes ir desapareciendo paso a paso en las tinieblas, en la muerte espiritual



“París, 24 de septiembre de 1943

Visita del pastor B., que acude con frecuencia a leerme poesías. Conversamos sobre la situación; según su modo de ver las cosas, sólo tiene una salida: el empleo de la nueva arma. 

En Alemania todo el mundo susurra maravillas acerca de ella, bajo la intervención y dirección secretas de los servicios de propaganda. La gente cree que es posible aniquilar grandes partes o incluso la totalidad de la población inglesa.

 Desde luego esa misma gente está convencida a la vez, y no sin razón, de que en la parte contraria -y no sólo entre los rusos, sino también entre los ingleses alientan iguales deseos. Los grandes ataques con fósforo, como el lanzado contra Hamburgo, constituyen ya una realización local de tales deseos.

 Y así se llega, en este desierto de incendios, a esperanzas y sueños que se atarean en borrar de la existencia a grandes pueblos. Significativo del grado en que los seres humanos han quedado prendidos en la maleza roja es el hecho de que un clérigo no sólo haya sido víctima de esa locura, sino que divise en el exterminio la única salvación.

 Se ve a esas gentes ir desapareciendo paso a paso en las tinieblas, en la muerte espiritual, como desaparecían en la montaña los niños de Hamelin, de que habla el cuento popular.”

 (Ernst Jünger: Radiaciones II. Diarios de la segunda guerra mundial (1943-1948). Tusquets Editores, 2005. Págs. 147/8)

No hay comentarios: