3/6/13

Se vio a los asesinos volver al pueblo en estado de embriaguez y con la ropa interior de las víctimas ensartada en sus fusiles a modo de trofeo de caza


"Se llevaron a las más nuevas, a las más jóvenes". Esa era la frase que repetían a mediados de los 90 los últimos testigos que vieron partir a un grupo de jóvenes raptadas por unos señoritos que las hicieron desaparecer el 27 de agosto de 1936 en lo que se conoce como el crimen de El Aguaucho.

 Entre los miles y miles de asesinatos de la represión franquista, el de este cortijo situado entre las poblaciones sevillanas de Fuentes de Andalucía y La Campana es de lo más execrable. De la tradición verbal sotovocce durante décadas ha pasado a ser reconocido, documentado y publicado por investigadores como José Moreno y José María García Márquez.

La represión en Fuentes de Andalucía estuvo revestida de unas características extremas en cuanto a intensidad y violencia, sin que hubiera ningún pretexto revanchista, ya que este pueblo de 8.400 habitantes entonces –ahora mil menos– fue tomado al día siguiente del golpe de estado. No hubo, por tanto, ninguna víctima de derecha y los asesinados izquierdistas fueron 114. 

 Pero, además, este municipio sevillano, situado a 60 kilómetros de la capital, arrojó la mayor proporción de mujeres asesinadas: hasta un total de 27, entre las que se encuentran las cinco jóvenes de entre 16 y 22 años que fueron secuestradas, humilladas, violadas, asesinadas y arrojadas a un pozo de la finca de El Aguaucho.

 Cuando el concepto memorialista aún no había tomado carta de naturaleza en España, el investigador local José Moreno comenzó a hacerse preguntas al comprobar cómo Rafael Jiménez Lora un veterano apodado "el rubito de las gaseosas" se cambiaba de acera de vez en cuando para evitar encararse con otros viandantes y se justificaba diciendo: "no quiero cruzarme con asesinos". 

"Se me iluminó la mente y me puse a investigar con los más viejos, comprobando que todavía a mediados de los años 90 había miedo a contar lo que pasó", comenta Moreno, que en 1999 publicaría un libro basado en la memoria oral que removió las conciencias, del que en pocos meses saldrá una segunda edición ampliada sobre la represión y, en especial, sobre la ‘matanza de El Aguaucho'.

Aunque durante mucho tiempo se ha especulado sobre cuántas fueron las jóvenes asesinadas allí, finalmente Moreno asegura a Público que fueron cinco: las hermanas Coral y Josefa García Lora (16 y 18 años), María Jesús Caro (18), Josefina Lora (18) y María León (22). Se da la circunstancia de que otra hermana de las dos primeras había sido fusilada diez días antes. 

El delito de las hermanas García Lora era haber confeccionado una bandera republicana y haberse señalado en la gran manifestación que recorrió el pueblo el 1º de Mayo del 36. Todas las asesinadas eran sirvientas en casas de señoritos y habían dejado de acudir al trabajo cuando sus señores decidieron boicotear la recolección de las cosechas para tensionar la República.

De modo que aquel 27 de agosto del 36 por la mañana los señoritos quisieron dar un escarmiento ejemplar. Las secuestraron, las subieron a una camioneta y se dirigieron a la finca El Aguaucho, donde las obligaron a cocinarles, las violaron, las asesinaron y las arrojaron a un pozo. A la caída de la tarde, se vio a los asesinos volver al pueblo en estado de embriaguez y con la ropa interior de las víctimas ensartada en sus fusiles a modo de trofeo de caza."     (Público, 31/05/2013)

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