"RUDOLF VRBA
La amabilidad y la brutalidad en la descarga de los
trenes dependían de las condiciones. Si los SS
sabían que iban a llegar muchos transportes, eran bruscos, pero si sólo había un transporte, verlo era mucho más interesante que quedarse en los barracones, así que estaba
garantizada la técnica amable:
«Señoras y caballeros, sentimos causarles todas
estas molestias, de las que sólo es responsable el
idiota que organiza el viaje. Lo sentimos muchísimo, no hay más que ver este
desorden. ¿Cómo pueden tratar así a la gente? Hagan el favor de apearse y no
se acerquen a esos criminales [judíos de los equipos de trabajo], están aquí sólo para llevarles el equipaje.
Y si
tienen equipaje sin identificar y
temen perderlo, llévenlo con ustedes, pero si han puesto su nombre en el bulto, entonces no se preocupen, vigilamos muy de cerca que esos criminales no se lleven nada, y nuestra
honradez alemana, sobre la que espero que no
tengan ninguna duda, es una garantía de que se les devolverán todas sus pertenencias.
Por favor, no nos pongan impedimentos,
para que podamos darles agua y ofrecerles servicios de aseo en los que reponerse después de este desagradable viaje».
Miraban los excrementos, la orina y la sangre que encharcaban el vagón, fingían
no darse cuenta de lo que había pasado,
reinaba el buen humor y los prisioneros bajaban.
(Richard Holmes: Un mundo
en guerra. Historia oral de la segunda guerra mundial, ed. Crítica, Barcelona,
2008, págs. 295)
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