8/3/11

Tráfico de recién nacidos en España

"María del Carmen Rodríguez Flores, la madre adoptiva de David Rodríguez, es una mujer valiente. Es una de las pocas que, una vez destapada la trama de robo de niños y adopciones irregulares, ha accedido a contar su experiencia públicamente.

En su caso, acudió en 1981, por recomendación de unos amigos, a ver a una monja que decían que "daba niños", después de que en la Diputación de Madrid les hubiesen dicho que tenían pocas posibilidades. "Sor María nos dijo que para que ella nos diera a un niño nosotros teníamos que llevar a otra mujer embarazada a cambio y que ella nos entregaría el de la madre que hubiese llevado otro matrimonio.

Cuando yo le pregunté por qué no podía quedarme yo con el de la embarazada que tenía que llevarle, dijo que lo hacían así para que las madres no tuvieran pistas y no dieran la lata buscándolos". (...)

Carmen y su marido salieron desanimados de la entrevista con sor María. ¿Dónde iban a encontrar a una embarazada que quisiera dar a su hijo en adopción? "Pero preguntando por todos los sitios, me pusieron al habla con una chica jovencita, de provincias, que se había quedado embarazada de un chico que no era su novio. Ella quería dar al bebé. Y le di la dirección de sor María". Hecho el contacto, Carmen esperó. (...)

'Ha habido un parto gemelar de dos niñas, y otro de un varoncito. Había pensado que el primero que me llamara le daría el varoncito. ¡Y sois vosotros!' Parecía una tómbola. Luego me enteré que las gemelas se las había quedado un matrimonio de Málaga.

La monja nos anunció a mi marido y a mí: 'Vengan mañana a por él y traigan el dinero. Son 50.000 pesetas por los gastos del parto'. Tengo papeles de todo, menos de aquella factura", relata Carmen.

Para su sorpresa, cuando llegaron a la clínica Santa Cristina, donde trabajaba sor María, esta les condujo a otro hospital, el de San Ramón, donde había nacido el niño. "Allí nos recibió el doctor Eduardo Vela. Nos contó que la madre era una chica joven y sana y que el niño era prematuro y por eso había tenido que estar un día en la incubadora, que nos cobraron aparte.

También nos dijo que teníamos que ir a ver a Maribel de la Vega, una asistente social, para que nos arreglara los papeles. Nada nos pareció raro. Todo nos parecía maravilloso".

A los tres meses, el doctor Vela telefoneó al marido de Carmen y le dijo que tenía que llevarle unos documentos. "Al llegar a la clínica, Vela abordó a mi marido y le urgió: 'Aquí no'. Y lo llevó a su coche. Le dijo que las aguas estaban muy revueltas".

Y tanto. Por aquellos días se había producido una redada por compraventa de niños que salpicaba a la clínica San Ramón. Vela ni siquiera fue interrogado. La investigación policial se cerró rápida y sorprendentemente sin ahondar más.

"Recuerdo que con aquello de la redada me llamó una amiga mía y me dijo: '¿Te has enterado de esto? ¿Tendrás algún problema tú?' Yo le contesté que no, que tenía todos mis papeles en regla, con notario y todo, y que aquello no iba con nosotros.

¿Cómo iba a pensar yo...? En aquel momento no sospeché nada. Hoy no sé qué decir", relata. "Nada me parecía raro. Sor María era una de las vías que había para adoptar un niño y cuando quieres una cosa, vas a por ella hasta conseguirlo". (El País, 07/03/2011, p. 30)

"Lucrecia García Muñoz nació a la una de la tarde del 15 de septiembre de 1968 en la clínica San Cosme y San Damián de Barcelona. Tan solo una hora más tarde fue entregada a sus padres adoptivos en una escena de película.

"Mi padre me ha contado que me recogieron en medio de la calle. Le citaron en la puerta del hotel Ritz, frente a la clínica, y una vez allí le ordenaron: 'Abre la puerta del coche. No salgas. Aquí tienes a tu hija'. Mi padre me ha dicho que salió de allí pitando, que lo que quería era cogerme e irse y que, al llegar a casa, cerró con siete llaves. Él no sabía ni en qué clínica había nacido yo", relata Lucrecia.

La persona que había entregado a Lucrecia, entonces un bebé de solo una hora de vida, en un coche, era la mujer de una influyente familia catalana.

"Se dedicaban a buscar a madres gestantes. Les quitaban los bebés a unos y se los daban a otros. Tuvieron mucha actividad entre 1967 y 1968", explica Lucrecia por teléfono desde Andorra, donde reside. (...)

Tras conseguirles el bebé, les reclamaron 500.000 pesetas, "por la manutención de la madre biológica en en el convento de Santa Isabel".

Lucrecia recuerda otro detalle que también inquietó mucho a sus padres. "La familia que había conseguido al niño vino a mi bautizo. Por aquel entonces mi madre y mi padre no se llevaban muy bien y uno de ellos le advirtió a mi padre: 'Ten cuidado, que todavía te puedo quitar a la niña'. Les dio miedo. Ya no quisieron saber más de ellos". (El País, 07/03/2011, p. 31)

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