13/9/10

«Mi mujer me tranquilizó diciéndome que 'de un tiro en la boca no se muere nadie'»

"José Ramón Recalde, doctor en Derecho, jurista, ensayista y político socialista jamás olvidará esa frase pronunciada por su esposa con el fin de animarle pocos minutos después de sufrir el atentado de ETA que estuvo a punto de costarle la vida.
«De un tiro en la boca no se muere nadie». José Ramón Recalde jamás podrá olvidar esta frase pronunciada por su esposa, María Teresa Castells, con el fin de animarle pocos minutos después de sufrir el atentado que estuvo a punto de costarle la vida.

Eran las ocho y cuarto de la tarde del 14 de septiembre de 2000. Recalde aparcó el coche en la entrada de su domicilio y lo primero que vio al salir del vehículo fue «un agujero negro, bordeado por una circunferencia de acero, el orificio de salida del cañón de una pistola». En décimas de segundo giró la cabeza. Luego sonó el disparo y sintió el impacto de una bala. Se volvió y ese movimiento le salvó la vida.

Tampoco descarta la teoría de su esposa de que los ladridos de la perrita, que salió a su encuentro al exterior de la casa, también posibilitaron el milagro. «Era la antivigilante, porque no ladraba si venía alguien de fuera y sí a nosotros. No ladró al asesino, que estaría esperándonos, y sí a nosotros cuando nos vio llegar. Mi mujer siempre ha mantenido que al oír los ladridos, el terrorista, al no saber si se trataba de un perro grande y peligroso o no, desistió de repetir el tiro, y huyó de forma precipitada hacia el coche en el que le esperaba otro terrorista. Desgraciadamente solía pasar en los otros atentados. Por ejemplo, el arma con el que me disparó a mí era la misma con la que fue asesinado José Luis López de Lacalle, y a él sí le remataron en el suelo», afirma el político donostiarra.

La película del atentado cuenta con escenas dramáticas. María Teresa Castells escuchó un ruido y al ignorar su procedencia preguntó a su marido qué había pasado. «Ha sido un tiro», le respondió este. «¿Pero a quién han disparado?», le inquirió sobresaltada. «A mí», fue la lacónica respuesta de la atónita víctima.

No le dio tiempo a percatarse de si el terrorista que le había disparado era un hombre o una mujer, sólo cree que vestía un niqui claro. Todavía hoy, diez años después, Recalde se asombra al rememorar cómo fue capaz de entrar en su casa y subir las escaleras hasta la primera planta. Sentado en una silla de la cocina, y a pesar de tener toda la boca ensangrentada y dolorida, logró con entereza articular las palabras suficientes para indicar a su mujer el teléfono de urgencia al que debía llamar. Pensó que se moría y mentalmente repasó su vida entera. Al sentirse débil y con la mirada desvaída, apretó la mano a su mujer y, entonces, ésta le dijo con cariño: «De un tiro en la boca no se muere nadie». Esto le reconfortó y al poco tiempo llegó una ambulancia y fue llevado en grave estado al Hospital Donostia.

El parte médico reveló que presentaba un orificio de entrada de bala en mejilla izquierda sin orificio de salida, con trayectoria descendente. Al día siguiente fue sometido a una delicada y laboriosa intervención quirúrgica. ETA reivindicó el atentado una semana después. En el texto ETA señalaba que Recalde fue consejero del «Gobierno que asienta la partición de Euskal Herria». (Fundación para la Libertad, citando a EL DIARIO VASCO, 13/9/201)

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