21/1/10

La represión franquista sirvió para encubrir el robo de negocios, incluso de bancos...

"Pero, con la sublevación de Francisco Franco y la guerra civil subsiguiente, el castillo de progreso de Corcubión se derrumbó paulatinamente. Primero, con el freno de la exportación maderera, al suspenderse la exportación a Asturias y la inactividad de la industria carbonera por falta de materia prima al cesar las importaciones de Inglaterra y la llegada de buques para repostar. 

Y más tarde, al primar por parte de las nuevas autoridades el carbón asturiano perjudicando las importaciones inglesas, así como la inactividad de la industria conservera al cesar también la exportación de sus productos. 

Segundo, mientras que la represión física se dirigió en los demás pueblos contra los obreros -caso de Cee-, beneficiando a la patronal y a los poderes oligarcas que siguieron intactos, en Corcubión la represión se cebó principalmente contra las familias emprendedoras que lideraron el progreso económico: la familia Miñones -uno de sus miembros fue fusilado, otros dos exiliados en Argentina; todo el patrimonio embargado preventivamente y numerosas sanciones (extorsiones) que llevaron al cese del negocio bancario y a la ruina familiar-; y ya más lejos, la de Plácido Castro, que aunque se retirara del negocio empresarial, su heredero fue represaliado económicamente y desterrado a Vigo.

La caída

Y mientras Corcubión fue cayendo poco a poco, desindustrializándose, Pedro Barrié de la Maza y el Banco Pastor se beneficiaron en parte de los activos de la Casa de Banca de los Miñones, de la Banca de Perfecto Castro Canosa, en Cee, y del cese de la actividad bancaria corcubionesa, ayudando a desplazar la industrialización y la riqueza al otro lado de la ría. 

Y por parte de los antiguos «privilegiados» corcubioneses, que fueron también de alguna forma beneficiados por la represión franquista -algunos de ellos participaron activamente en la misma- y desaparición de la oligarquía económica y empresarial emprendedora corcubionesa" (La Voz de Galicia, 30/12/2009)

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