Sucedió en mi pueblo que un buen día el rótulo que ponía Ruta de guerra, emplazado en el muro de la casa-cuartel de la Guardia Civil y señalando hacia Oviedo, apareció con el rabo de la r tachado, de suerte que decía Puta de guerra. El comandante de la Benemérita, incapaz de consentir que le llamasen puta a su gloriosa Cruzada y delante de sus narices, para más regodeo, intimó al sargento a que hiciese las indagaciones pertinentes y le encontrase al culpable en un par de horas. Y los siete falangistas en asamblea plenaria acordaron designar a Víctor Peris, que estaba de cartero interino y encima no disimulaba sus ideas republicanas: apareció en una cuneta a la anochecida, con un tiro en la sien y una inscripción con tiza sobre el fondo oscuro de su casaca: "Por hijo de ruta".
Ahora me gustaría conocer el paraje dónde yacen los restos del cartero, a quien tanto queríamos los niños; dónde se encuentra el cuerpo de El vizcaíno, quien hubo de tirarse al monte y nunca más se supo, como decía El zorro; y de tantos otros, llevados en tartanas a la carretera de Cospeito." (RAMÓN CHAO: 'Cardume' y el recuerdo. El País, ed. Galicia, Galicia, 24/09/2008, p. 4)
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